Saul Leiter, el artista humilde que revolucion¨® la fotograf¨ªa en color
Rompi¨® con el predominio del blanco y negro con sus c¨¦lebres tomas de Manhattan, a las que dio una textura casi pict¨®rica
Antes de esbozar la vida y obra del fot¨®grafo y pintor Saul Leiter (Pittsburgh, 1923), fallecido el pasado martes a los 89 a?os, habr¨ªa que pedir perd¨®n al alma del finado, que dej¨® dicho lo siguiente: que no entend¨ªa el inter¨¦s por su obra; que no sab¨ªa realmente si era un pionero de la fotograf¨ªa en color, y que esperaba que su desaparici¨®n no fuera considerada merecedora de un obituario.
Contraviniendo pues su humildad y su voluntad de pasar desapercibido, es necesario recordar que en los a?os cuarenta un joven norteamericano de Pensilvania desafi¨® los planes de su padre de formarlo como rabino, se instal¨® en un apartamento del Lower East Side de Nueva York con la intenci¨®n de convertirse en pintor (y con la complicidad de su madre) y acab¨® destrozando las ideas recibidas sobre la plasticidad de la imagen.
Leiter no goz¨®, salvo en sus ¨²ltimos a?os de vida, del reconocimiento concedido a otros maestros e innovadores como William Eggleston, Gordon Parks, Stephen Shore, Diane Arbus, Ernst Haas, William Klein y Helen Levitt. Pero es imprescindible citar a algunos de sus pares para encuadrar de forma fidedigna su relevancia art¨ªstica. Sus fotos, plasmadas en las monograf¨ªas editadas por Martin Harrison (Early Color, 2006), Agn¨¨s Sire (Saul Leiter, 2008) y Max Kozloff/Jane Livingston (Early Black and White, en preparaci¨®n), todas ellas publicadas por Steidl, muestran a un artista capaz de extraer de la fotograf¨ªa de calle una exquisita paleta de colores y de revelar las composiciones, formas y texturas que ofrece la realidad cotidiana para quien sepa descubrirlas.
Leiter, que recibi¨® una c¨¢mara casi de juguete de manos de su madre a los 12 a?os, dio un paso definitivo hacia la fotograf¨ªa profesional cuando, en 1946, decidi¨® hacer un trueque e intercambiar copias del c¨¦lebre reportaje The Spanish Village de W. Eugene Smith (amigo y mentor) por una c¨¢mara Leica. Un a?o m¨¢s tarde, al asistir a una exposici¨®n de Cartier-Bresson en el Museo de Arte Moderno (MoMA) de Nueva York, el rabino malogrado sinti¨® que la fotograf¨ªa, no la cura de almas, ocupar¨ªa un lugar predominante en su vida.
No por ello le ser¨ªa infiel a la pintura. Nunca dej¨® de practicar ese arte, pero su mayor logro consisti¨® en incardinar el poder de representaci¨®n de la pintura en sus fotos: as¨ª pudo convertirlas en met¨¢foras, a menudo difuminadas, de las sensaciones y notas crom¨¢ticas que ¨¦l ve¨ªa en las calles de Manhattan.
En sus primeras fotograf¨ªas en blanco y negro, ahora recuperadas por Steidl, se advierte ya su maestr¨ªa en la composici¨®n y, particularmente, en la combinaci¨®n sujeto/entorno que centra el inter¨¦s de la imagen. En 1948 el fot¨®grafo toma sus primeras instant¨¢neas con negativos en color, y a partir de ah¨ª no cesar¨¢ en su b¨²squeda por explotar todas las posibilidades de la emulsi¨®n fotogr¨¢fica.
En esa indagaci¨®n cont¨® con la complicidad de su pareja, la artista Soames Bantry (fallecida hace una d¨¦cada), con la que compart¨ªa su pasi¨®n por la pintura y a la que us¨® como modelo en varias ocasiones. Una mujer con la que pasaba horas discutiendo sobre arte, como recuerda el propio fot¨®grafo en el documental In No Great Hurry: 13 Lessons in Life with Saul Leiter (2012), del brit¨¢nico Tomas Leach.
Su b¨²squeda de la belleza le llev¨® a trabajar en la prensa especializada en moda, gracias al inter¨¦s que despert¨® su trabajo en el editor Henry Wolf, responsable de la direcci¨®n art¨ªstica de Esquire y, posteriormente, de Harper's Bazaar. En esta publicaci¨®n firm¨® algunas de sus portadas m¨¢s creativas, quiz¨¢ solo igualadas por Erwin Blumenfeld.
A Leiter se le ha considerado parte de la llamada Escuela de Nueva York, aunque su intenci¨®n se aleja del documentalismo. Como explica Max Kozloff en?Early Black and White, la ciudad que retrata es la misma que la de William Klein o Lou Faurer, pero "sin su visi¨®n de la ciudad como entidad social".
La primera constataci¨®n de su calidad art¨ªstica fue la inclusi¨®n de sus fotos en la exposici¨®n del MoMA titulada Always the Young Strangers, comisariada por Edward Steichen en 1953. Tras d¨¦cadas centrado en la fotograf¨ªa de moda y publicitaria, fue a finales de los noventa, y sobre todo en la d¨¦cada de 2000, cuando la obra de Leiter consigui¨® despertar a la comunidad art¨ªstica internacional, hasta ese momento poco consciente de su val¨ªa. As¨ª lo atestiguan las sucesivas exposiciones en la galer¨ªa Howard Greenberg en Nueva York, la Fundaci¨®n Henri Cartier-Bresson en Par¨ªs, el Museo del El¨ªseo en Lausana, la Casa de la Fotograf¨ªa en Hamburgo, la Fundaci¨®n Forma en Mil¨¢n y, hasta esta semana, la Galer¨ªa Springer en Berl¨ªn, en colaboraci¨®n con Fifty One Fine Art (Amberes).
Con motivo del fallecimiento de Leiter despu¨¦s de una r¨¢pida y devastadora enfermedad, el que fuera su galerista y amigo personal, el neoyorquino Howard Greenberg ¡ªque ha tratado a algunos de los m¨¢s importantes fot¨®grafos del siglo XX¡ª, difundi¨® una nota personal en la que lo califica de "¨²nico". Un genio humilde de la fotograf¨ªa que, "cuando le llegaron la fama y la fortuna, no supo qu¨¦ hacer con ellas".
Babelia
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