Tabu Ley Rochereau, leyenda musical del Congo y maestro de la rumba africana
Fue uno de los cantantes de ?frica con mayor proyecci¨®n dentro y fuera de su continente
Cuando Tabu Ley Rochereau naci¨® ¡ªen 1940, en la provincia de Bandundu¡ª el Congo todav¨ªa estaba gobernado por los belgas. Y, en un hospital de Bruselas, con 73 a?os, falleci¨® el s¨¢bado este popular m¨²sico africano. Antes de trabajar por su cuenta, hab¨ªa sido cantante de la African Jazz, la orquesta de Joseph Kabasele, alias Le Grand Kalle, primera estrella de la m¨²sica congole?a y m¨¢ximo rival entonces del legendario Franco, como se conoc¨ªa a su amigo Luambo Makiadi. Ellos tres ¡ªFranco muri¨® en 1989 y Kabasele en 1983¡ª fueron las grandes figuras de la rumba congole?a, inspirada en el son, la pachanga o el chachach¨¢, e impulsada por guitarras amplificadas con cierto aire hawaiano, que se propag¨® como un virus implacable por el continente africano. Los congole?os recuperaban las ra¨ªces africanas de los ritmos afroamericanos y les inoculaban elementos tradicionales como el sebene, una parte instrumental improvisada, que permite bailar libremente.
Su voz de tenor, melodiosa y elegante, acab¨® por ser la medida para todos los aspirantes a cantante. Rochereau, que ten¨ªa 18 a?os al entrar en el African Jazz, dej¨® a Kabasele para formar junto a compa?eros como el guitarrista Dr Nico la orquesta African Fiesta y fundar m¨¢s tarde su Afrisa International, con la que, en 1974, actu¨® en los proleg¨®menos del combate de boxeo de Muhammad Ali contra George Foreman. El nombre de Rochereau se lo pusieron en la escuela sus compa?eros de clase para burlarse del t¨ªmido Pascal Ley ¡ªlo de Tabu, por el apellido paterno, no llegar¨ªa hasta principios de los setenta, cuando la ¡°africanizaci¨®n¡± ordenada por el dictador Mobutu¡ª, el ¨²nico alumno que supo contestar a una pregunta del profesor de historia sobre Denfert-Rochereau, militar de la guerra franco-prusiana de 1870.
En 1966, la L¨¦opoldville de la colonia belga, a orillas del r¨ªo Congo, se convierte por deseo de Mobutu en Kinshasa, una ciudad con una vida nocturna intensa. En las d¨¦cadas anteriores imperaba la rumba cubana, llegada por el puerto de Matadi, con los marineros caribe?os y sus discos de 78 rpm, y bailada en decenas de dancings.
Tabu Ley Rochereau cantaba en lingala y afirmaba haber escrito casi 10.000 canciones ¡ªprobablemente unas cuantas menos, repartidas entre m¨¢s de 150 discos¡ª, entre ellas, ¨¦xitos como Kelia, Mokolo nakofuka, Trop c¡¯est trop, Mokitani ya wendo o aquella B¨¦same muchacha que con solo 15 a?os le hab¨ªa llevado al Gran Kalle, su h¨¦roe. En diciembre de 1970, y por dos noches, llen¨® el Olympia de Par¨ªs. Por primera vez un artista africano agotaba las 2.000 localidades del templo musical del empresario Bruno Coquatrix abriendo las puertas a la rumba congole?a. Y lo hac¨ªa al frente de cinco trompetistas, tres trombonistas, cinco guitarristas y las Rocherettes, unas bailarinas, novedad que pronto copiar¨ªan otras bandas congole?as. Organiz¨® ambiciosas giras por ?frica ¡ªpose¨ªa condecoraciones de Senegal y Chad¡ª y toc¨® en Europa, Estados Unidos y Jap¨®n. Aunque el cuartel general lo ten¨ªa cerca del aeropuerto de Kinshasa, en el Type K, su club, donde se refugiaba en ¨¦pocas de vacas flacas.
Estuvo emparejado con la cantante M'Bilia Bel, a la que hab¨ªa contratado para su Afrisa International, y con la tuvo un hijo al margen de los que ya ten¨ªa de su esposa: se le atribuyen m¨¢s de 60 de numerosas relaciones. Ante las turbulencias pol¨ªticas en Congo, decidi¨® instalarse en Par¨ªs y Estados Unidos. Como cre¨ªa que si alguien no se ocupa de la pol¨ªtica, ella terminar¨ªa ocup¨¢ndose de ¨¦l, trabaj¨® para el Gobierno de Laurent Kabila y, en 2005, acept¨® el cargo de vicepresidente de Kinshasa que ocup¨® hasta el derrame cerebral que sufri¨® en 2008 y del que no se recuper¨® plenamente. Contaba que, a principios de los sesenta, hab¨ªa coincidido en Alemania con unos jovencitos ingleses que iban a hacerse famosos con el nombre de The Beatles y aseguraba que, en los camerinos de aquel club de Hamburgo, les hab¨ªa ense?ado a cantar al un¨ªsono.
Babelia
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