Ricardo Vicente est¨¢ cerca y est¨¢ lejos
Publicamos un extracto de '?Qu¨¦ haces tan lejos de casa?,' el primer libro-disco del m¨²sico ma?o Ha sido componente de Tachenko, La Costa Brava o El Problema De Los Tres Cuerpos
Ricardo Vicente es uno de los tapados del pop espa?ol.? Zaragozano de 1975, ha sido componente de Tachenko, La Costa Brava y m¨²sico de Francisco Nixon. Con este ¨²ltimo y The New Raemon form¨® parte del proyecto titulado El Problema De Los Tres Cuerpos.
Presentaciones
JUEVES 12 DE DICIEMBRE ZARAGOZA
La Pantera Rosa C/ San Vicente de Paul, 28 20:00h.
VIERNES 13 DE DICIEMBRE BARCELONA
Pequod Llibres C/ Mil¨¤ y Fontanals, 59 Con Ram¨®n Rodr¨ªguez (The New Raemon). 20:00h.
S?BADO 14 DE DICIEMBRE MADRID
Caf¨¦ Molar C/ de la Ruda, 19 Con Francisco Nixon y los editores de Revista Mongolia Dar¨ªo Adanti y Edu Gal¨¢n. 20:00h.
Pero adem¨¢s es profesor de filosof¨ªa, licenciado en la Universidad de Barcelona, y, ahora, escritor. Su primer libro es este ?Qu¨¦ haces tan lejos de casa? Se trata de un relato, parte ficci¨®n, parte biogr¨¢fico que versa sobre las giras y sobre los m¨²sicos.
?Otro libro sobre de un m¨²sico sobre m¨²sicos? S¨ª, pero algo m¨¢s. Como dice el escritor Agust¨ªn Fern¨¢ndez Mallo, autor del pr¨®logo: "Lo que ya no es tan habitual es que los resultados tengan una entidad plenamente literaria, es decir, se sustenten por s¨ª mismos, al margen de textos destinados a fans".
Reproducimos aqu¨ª un largo fragmento. Es la parte en la que cuenta su encuentro con Sergio Algora, poeta y m¨²sico, fundador de El Ni?o Gusano y con el que m¨¢s tarde formar¨ªa La Costa Brava y que falleci¨® repentinamente en 2008 por un problema card¨ªaco.?
El volumen est¨¢ cuidadosamente editado por Bandaaparte e incluye ilustraciones del argentino Sebasti¨¢n Otero.? Estructurado como un disco libro, en colaboraci¨®n con el sello Marxhopone y producido por Nahum Garc¨ªa, a cada cap¨ªtulo corresponde una canci¨®n del m¨²sico/escritor incluidas en un compacto encartado en su interior.? La que corresponde a este extracto es? La parte m¨¢s feliz.
JUEVES 15 DE MARZO DE 2012 MADRID Una Giornata al Mare - Evelyne y el secreto de la psicolog¨ªa femenina - C¨®mo es eso de estar en Denver
Sin darme cuenta ya son las 4 de la ma?ana. Salgo a la calle y la gente me da conversaci¨®n y se esconde entre los coches, aparece y desaparece como en un show de los tele?ecos. Las putas pasan fr¨ªo pero se escucha una melod¨ªa lejana con aires de mar. Sigo la senda y un pelo rizado con un cuerpo reconocible toca un acorde¨®n, Una Giornata al Mare de Paolo Conte. No puedo creer tanta belleza, no puedo creer la mejor banda sonora para las putas de la plaza de los cines Luna, no puedo creer que sea Algora el que toca el acorde¨®n. M¨¢s a¨²n por todo lo que ha sucedido y sobre todo porque nunca toc¨® ning¨²n instrumento. Supongo que se lo alquilar¨ªa a un rumano, como sol¨ªa hacer siempre. Corro hacia ¨¦l y tropiezo ante sus pies y comienzo a llorar. Sin decir ni una palabra se levanta. Lo mejor de los acordeones es que caminas moviendo los hombros al ritmo del aire y las teclas, lo mejor de Algora es que siempre hace como si lo importante es que se mueva el mu?eco y no la m¨²sica. Durante los primeros metros estoy inm¨®vil pero ¨¦l se aleja, as¨ª que voy detr¨¢s como un loco. Nunca en la vida pens¨¦ que esto me podr¨ªa ocurrir, me refiero a estar con ¨¦l de nuevo y no hablar, y no re¨ªr y todo eso. Pero simplemente le sigo. Al llegar a Gran V¨ªa no aguanto m¨¢s y le pregunto d¨®nde vamos, pero ¨¦l simplemente entra con la estrofa inicial cantando:
¡°Una giornata al mare
solo e con mille lire
sono venuto a vedere
quest¡¯ acqua e la gente che c¡¯¨¨
il sole che splende pi¨´ forte
il frastuono del mondo cos¡¯¨¨
cerco ragioni e motivi di questa vita
ma l¡¯epoca mia sembra fatta di poche ore
cadono sulla mia testa le risate delle signore¡±
Esto deja a cualquiera encantado. Un d¨ªa de playa en busca de las razones y los motivos de nuestra vida mientras piensas que a nuestra edad parece que la vida han sido un par de horas, mientras caen las risas de las mujeres sobre nuestras cabezas. La historia de nuestra amistad se reduce a esta estrofa. Pensando en todo esto, entramos en la estaci¨®n de Atocha. ?C¨®mo no? Si es su reino. Subimos las plataformas mec¨¢nicas y entramos en la zona de seguridad. No s¨¦ qu¨¦ va a pasar pero yo personalmente no tengo billete y ¨¦l... ya no s¨¦ qu¨¦ pensar. De un bolsillo de la camisa saca una tarjeta de ferroviario y la muestra. La chica de seguridad le da la vuelta y dice:
¨CAqu¨ª pone Sergio Algora m¨¢s uno. No lo hab¨ªa visto en la vida.
¨CUna vez par¨¦ el choque de dos trenes con mis brazos y por eso me dieron esta tarjeta, puedo invitar a quien quiera desde entonces. Por cierto, eres lo m¨¢s lindo que he visto en esta estaci¨®n. Yo podr¨ªa sacarte de aqu¨ª. En serio, conozco a mucha gente importante, tanta que ni recuerdo todos sus nombres. La mitad de Madrid me ama y los otros me odian pero puedo distinguirlos, no te preocupes.
Ella sonr¨ªe y me mira.
¨CBueno, si lo pone aqu¨ª pod¨¦is pasar.
¨CYa, ya ¨Cdice Sergio¨C. Pero no olvides lo que te he dicho, suelo estar por aqu¨ª. En serio, solo tendr¨ªas que amarme y estar dispuesta a todo, pero merece la pena.
Caminamos por el hall mientras ella empieza a llorar a lo lejos.
¨CVolver¨¦ a por ella, no te preocupes, Richi. Ahora vamos al tren. Antes del acceso a las v¨ªas hay un mostrador y Sergio deja el acorde¨®n all¨ª, yo voy detr¨¢s y pasamos el segundo control sin problemas. Bajamos al and¨¦n y entramos en el tren, es el primero de la ma?ana con destino a Zaragoza.
¨CPasa por aqu¨ª ¨Cme dice mientras entramos en el despachito del interventor, donde nos sentamos y saca un plano de un garaje.
¨C?Lo recuerdas? La noche en que nos conocimos te dije que ten¨ªa un plan para robar bastante dinero, que sab¨ªa cu¨¢ndo recolectaban el dinero de El Corte Ingl¨¦s de Zaragoza, que hab¨ªa trabajado ah¨ª preparando pescado. Lo ¨²nico que ten¨ªamos que hacer era matar a los guardias de seguridad en el garaje y salir corriendo.
¨CPero, ?qu¨¦ es esto, Sergio? ¨Cle pregunto¨C. T¨² y yo aqu¨ª, ?a qu¨¦ viene todo esto?
¨CTe echo de menos, nada m¨¢s. ?Te gusta este sitio?
¨CHombre, a m¨ª s¨ª, la verdad, pero avisa cuando nos vayan a echar.
¨CNo te preocupes, eso no va a pasar. Espera ¨Cme dice mientras saca la cabeza por la puerta¨C. ?Quieres desayunar?
¨CS¨ª, claro.
¨CEvelyne, por favor, ?nos trae un desayuno y unas toallas calientes para la frente que creo que a mi amigo le han dado de beber algo desconocido?¨C.
Sergio suelta los botones de su camisa y me mira diciendo:
¨C?Y la gira ¨¦sta qu¨¦ tal ? ?C¨®mo est¨¢ funcionando?
¨CBien, ganamos dinero y la gente viene con entusiasmo. No s¨¦, esto es algo que hacemos desde hace tantos a?os que pierdes un poco la perspectiva pero bien, yo estoy contento con las canciones.
¨CEntonces no hay por qu¨¦ preocuparse, esto es as¨ª, ya lo sab¨ªamos.
¨CFran est¨¢ tranquilo y yo un poco menos pero bien. Ram¨®n es muy constante. Es genial tener nuevos impulsos.
Llega el desayuno y las toallas. Evelyne es una preciosidad y nos miramos con complicidad, como diciendo adivina qui¨¦n es qui¨¦n. Pero se retira con mucho estilo mientras cierra la puerta de cristal.
¨CY qu¨¦ te puedo decir, Sergio, que estoy un poco cansado pero no s¨¦ hacer otra cosa. Si paro ahora no voy a tener remedio ¨Cle digo a oscuras, porque tengo los ojos cubiertos con una toallita caliente.
¨C?Ganamos el mundial, verdad, Richi?
¨CS¨ª, ese rato fue espectacular pero luego no fue para tanto.
La idea de desayunar con Sergio es tan extraordinaria que las toallas en la frente arden como el agua bendita de los posesos, como ginebra arrojada en el ojo de un volc¨¢n, en definitiva, como estar ante algo que solo pasa una vez.
¨CEl problema de la vida es que la gente que te rodea sigue vi- viendo. Quiero decir, los que no te gustan tambi¨¦n siguen vivos y t¨² no, Sergio.
¨CNo sigas por ah¨ª. Ya s¨¦ que quieres empezar a quejarte de lo mal que dej¨¦ todo al marcharme, pero qu¨¦ m¨¢s da. Ahora te jodes, qu¨¦ te puedo decir. No empieces con que lloraban desconsolados y se les ve¨ªa el cart¨®n, o que sacaron columnas en la prensa con elogios cuando t¨², Fran y yo sab¨ªamos que es puro folklore, que se alegraban en el fondo de su coraz¨®n, que ya ten¨ªan ganas de que gente as¨ª, que funcionaba sin que nadie les parara los pies, tuviera su final ¨¦pico. Si da igual, ¡°copas de yate¡±, Richi. Lo est¨¢is haciendo tal y como lo har¨ªais conmigo. Bueno, parecido.
¨CEn realidad ya no pienso as¨ª. Tal vez el d¨ªa siguiente a la llamada de la ambulancia, despu¨¦s del cierre de las bolsas, pero ahora ya no. Aquello fue una respuesta irracional, reconozco que fui un mal perdedor, m¨¢s tarde me empe?¨¦ en no volver a serlo nunca m¨¢s.
¨CEso est¨¢ bien, Richi, caballo ganador, eso es lo que siempre quise que aprendieras.
¨CYa, pero t¨² est¨¢s en Denver ¨Cle digo a la defensiva.
¨CY t¨² muerto de miedo ¨Cdice quit¨¢ndose la toalla de la frente y ri¨¦ndose como un cr¨ªo.
¨CMadre m¨ªa, Sergio, no te lo imaginas. Doy algo de pena, la verdad, pero bueno, supongo que es todo cosa del miedo. Fue marcharte y miedo, miedo todas las tardes, da igual invierno o verano, da igual que diga la verdad o mienta, siempre miedo.
¨CBueno, pero ya no bebes solo, ?no? Dicen que ibas a los chinos, que te daban whisky de tres euros.
¨CJajaja. S¨ª, eso ya no pasa m¨¢s. Ahora es distinto.
¨CTampoco te pongas triste, si quieres hablamos de pol¨ªtica econ¨®mica.
¨CEres un hijo de puta, jajaja.
¨CBueno tampoco te rindas. Ya sabes, la vida est¨¢ bien si no te rindes.
¨COye, las canciones, Sergio. ?Por qu¨¦ ca¨ªmos en el misterio de las canciones? Antes pens¨¢bamos que eran la excusa para vivir como viv¨ªamos, ahora son algo m¨¢s serio, eso es algo que no me deja dormir.
¨CLamentablemente al final todo se hace serio. Ya lo dice Fran, t¨² esc¨²chale siempre. Pero no fue el ¨²nico misterio en el que ca¨ªmos; qu¨¦ me dices de las calles vac¨ªas entre semana, qu¨¦ me dices de nuestros shows y nuestras tramas palaciegas. Deber¨ªas escribir, deber¨ªas descansar de las canciones por una temporada. A ti lo que mejor se te da son las historias.
¨CYa, pero hacen da?o. La verdad es que es una vida dura. ?Re- cuerdas la novela que te pas¨¦?
¨CS¨ª, era pronto, ten¨ªas que estar m¨¢s en el mapa, pero ahora deber¨ªas sacar algo de material. No te va a doler, hazme caso.
¨CBueno, eso seguro seguro tampoco lo dir¨¢s, ?no?
¨CHombre, seguro seguro, no. A ver si te crees que esto es como Ghost, que tengo poderes.
¨C?Nooo! ¨Cdigo gritando¨C. ?Te acuerdas aquel d¨ªa? En el bar de los locales de ensayo, que dos gilipollas discut¨ªan de cine y uno dec¨ªa que Demi Moore era la mejor actriz de Hollywood.
¨CS¨ª, que dec¨ªa que nadie como ella lloraba por el centro del ojo, que el de Ghost era el papel de su vida.
¨CJajaja, dec¨ªa que era la Lina Morgan americana.
¨CQu¨¦ pena de vida, en serio. Jajaja.
¨CBueno, pero la historia es buena, y ya s¨¦ que no me lo dices en plan de que ves el futuro. Si da igual, Sergio.
¨CNo, yo te lo digo porque te conozco. T¨² sigue escribiendo. Y ahora, ?qu¨¦ te queda de este viaje?
¨CPues en una horas tendr¨ªa que salir para Orense y luego Coru?a.
¨CAh, con los Pedrouzo, ?no?
¨CS¨ª. ?Te acuerdas de ese viaje, la primera vez que fuimos? Creo que fue Santiago, luego Ferrol y despu¨¦s Orense, en el Torgal. Madre m¨ªa ese viaje fue inolvidable.
¨CS¨ª, fue una ¡°Giornata al Mare¡±. Yo lo recuerdo as¨ª: Fran y t¨² estabais empezando a trabajar en cosas juntos y el cielo estaba m¨¢s alto que nunca. Un loco se agarraba a la furgoneta y no nos dejaba salir de Gij¨®n, una pelea de viejos en medio del paseo mar¨ªtimo y a m¨ª me dol¨ªan las piernas. T¨² conduc¨ªas y el loco amarrado al parachoques. Llegar tarde a tocar, bellezas en la puerta, o dentro, no lo recuerdo. Miramos la parte de atr¨¢s de la furgoneta y solo quedaba sangre y dos dedos pulgares de una misma mano. Las canciones de La Costa Brava, despu¨¦s un grupo de seguidores mezclan no s¨¦ qu¨¦ droga con jarabe para la tos, nosotros no tenemos nada que ver esta vez. Los m¨®viles solo mandan mensajes tradicionales. Fran estaba feliz y nos cont¨® que su primer concierto fuera de casa fue en Santiago, creo. Despu¨¦s todos nos separamos, y eso era algo raro. No s¨¦ vosotros, pero yo vi a Dios.
¨CYo vi que solo tocar¨ªa con vosotros a partir de entonces, que mis d¨ªas con Tachenko estaban contados, y me dio mucha pena pensar que no viajar¨ªa con Perruca muchas veces m¨¢s. Despu¨¦s en la puerta del hotel, antes de entrar sent¨ª una paz extra?a. Pero t¨² a Dios no lo viste, no me vengas con misticismos.
¨CDespu¨¦s fuimos a Ferrol, una fiesta de la fonogr¨¢fica. Os recuerdo a los dos en una de esas hamacas maya entre dos ¨¢rboles. S¨¦ de lo que hablabais y jam¨¢s lo cont¨¦ a nadie, lo juro, pero no ten¨ªa perd¨®n. Estabais gastando una bala de libertad. Era un concierto a domicilio que m¨¢s bien parec¨ªa un festival de sue?os.
¨CT¨² te saltabas las pastillas, que lo s¨¦, no tomabas tus dosis.
¨CSi yo no hablo de lo vuestro en la hamaca, t¨² te callas.
¨CDe acuerdo. Espera, estamos llegando a Zaragoza.
¨CNada, no te preocupes, salgamos del tren y cojamos otro de vuelta a Madrid. Tendr¨¢s que llamar para que te vengan a buscar a la puerta de la estaci¨®n. Orense no est¨¢ cerca.
Salimos del tren y dos tipos de esos que llevan americanas ver- des de tres tallas m¨¢s que su medida nos vienen a buscar en un carrito. Nos montamos y esperamos veinte minutos all¨ª, hasta que llega el de vuelta. Yo llamo a Tule y le digo que estar¨¦ en la estaci¨®n de Atocha a las once y media. ?l me dice que en todos los a?os que lleva de road manager no ha visto otra perversi¨®n igual. Que ya me vale, que ni hero¨ªna ni nada por el estilo, que a m¨ª me da por pasar la noche recorriendo 650 kil¨®metros en tren, pero que ah¨ª estar¨¢.
Una vez dentro vamos al bar, ya es hora de beber. Sergio pide un cognac y yo un whisky y seguimos hablando.
¨CEcho de menos a Evelyne ¨Cme dice.
¨CAqu¨ª, en este otro tren, ?no conoces a nadie?
¨CS¨ª, pero no me quieren con el respeto que lo hace ella. Espera que la vamos a llamar. Creo que termina el turno y que se venga de vuelta a Madrid. Ya ver¨¢s, es un amor.
¨C?Est¨¢s loco o qu¨¦ te pasa?
¨CDeja, hombre, ella es como nosotros. Dame tu m¨®vil.
A los treinta segundos entra ella por el vag¨®n n¨²mero cinco, cambiada, con ropa de paisano y el pelo suelto.
¨CT¨®mate algo, Evelyne, que nos vamos de vuelta a la capital.
¨CMe han dicho que has prometido un futuro brillante a una de las chicas de seguridad de Atocha ¨Cdice Evelyne mientras se toma un poco del vaso de Sergio.
¨CNo, ese habr¨¢ sido otro Sergio que tambi¨¦n comete delitos de los m¨ªos.
¨CBueno, pero te aviso, esa es medio puta, la pobrecita. ?Crees que la vas a poder llevar a tus eventos?
¨CEvelyne, te presento a Richi. Est¨¢ un poco asustado pero pronto va a ser alguien, te lo digo yo.
¨CS¨ª, como la muchacha alta y morena de Atocha.
¨CYo de eso ni puta idea ¨Cdigo con voz entrecortada.
¨CSergio, a m¨ª me tienes para siempre, no te hagas el vivo. Vamos al cuarto del interventor que ah¨ª podremos fumar y hablar m¨¢s tranquilos.
Una vez dentro ella se queda medio desnuda y enciende un cigarrillo, nos mira atentamente y nos dice:
¨CSeguid con vuestras historias, yo s¨¦ lo que tengo que hacer.
¨CBueno, pues volvamos con la ¡°Giornata al Mare¡± ¨Cdice Sergio.
¨CHabl¨¢bamos de un viaje a Galicia, hace muchos a?os. Ah¨ª fuimos felices, la verdad. En medio de una playa en calzoncillos, el fr¨ªo en el alma y la certeza de que todo esto iba a terminar mal.
¨CBueno, las cosas siempre acaban igual. Chicos, a vosotros os han querido mucho, eso siempre termina del mismo modo ¨Cdice ella mientras pide un vodka por la ventanilla¨C. ?Alguien quiere algo m¨¢s? ?De qu¨¦ tienes miedo, Richi? Dime, no pareces un cobarde.
¨CPues, la culpabilidad, Evelyne. Se mete dentro de ti y no hay forma.
¨CAs¨ª vas a agotar a las mujeres. Nunca hables as¨ª delante de una mujer medio desnuda.
Mientras dice eso, Sergio se r¨ªe y se rasca la cicatriz del pecho.
¨CA las mujeres desnudas no hay quien les hable, Evelyne.
¨CBueno ya me callo, pero te dir¨¦ una ¨²ltima cosa: a las mujeres desnudas no es que no se les pueda hablar, lo que no se les puede es mentir ¨Cdice mientras termina su vodka de un trago.
La cortisona me mantiene con energ¨ªa pero llevo muchas horas sin dormir, no s¨¦ c¨®mo voy a estar esta noche en Orense.
¨CLo que recuerdo de aquel viaje a Galicia es que yo me volv¨ª en tren y Fran y t¨² os volvisteis pasando por Gij¨®n, ?verdad?
¨CS¨ª, fue genial, me ayud¨® con un par de dudas y paramos en una cuneta de una carretera de Lugo. Despu¨¦s una fiesta de pueblo pesquero, ah¨ª bebimos y mezclamos y despu¨¦s llegamos a Gij¨®n, eran las fiestas del Prado o algo as¨ª. Quer¨ªa volver a Santiago y empezar otra vez de nuevo porque algo estaba mal en mi cabeza, pero volv¨ª dos d¨ªas despu¨¦s a casa.
¨C?Siempre hablas as¨ª de cr¨ªptico o es porque yo estoy medio desnuda que no terminas las frases? ¨Cpregunta Evelyne mientras se acerca y besa a Sergio.
¨CNo s¨¦, yo es que no tengo mucha idea de c¨®mo salir de un d¨ªa de playa, quiero decir, me cuesta tomar decisiones. Pero si te quedas m¨¢s tranquila, hace tiempo que se me olvid¨® que est¨¢s medio desnuda.
¨CJajaja, hay algo en los que formasteis parte de La Costa Brava que las mujeres nunca entender¨¢n. Creen que van a vuestros conciertos a ver c¨®mo os ca¨¦is, pero al final buscan desconsoladas hacerse da?o ellas mismas.
¨CTen¨ªa raz¨®n Sergio, t¨² eres bastante como nosotros ¨Cle digo con la seguridad de estar hablando en confianza.
Durante unos treinta minutos nos quedamos en silencio como si esto fuera algo cotidiano, pero no es as¨ª. Yo me siento en el suelo y reprimo mis ganas de llorar y Sergio respira con dificultad. Si pudiera, llorar¨ªa tambi¨¦n. Pero eso los dos sabemos que no va a ocurrir. Me siento muy bien, la verdad, en medio de la tragedia, me siento genial. L¨¢stima de tecnolog¨ªa, en muy poco tiempo llegaremos a Madrid otra vez y presiento que no lo voy a volver a ver nunca m¨¢s.
¨CS¨¦ lo que est¨¢s pensando, que no me vas a volver a ver m¨¢s, ?verdad? ¨Cme dice mientras vuelve a sacar los planos del garaje.
¨CS¨ª, la verdad es esa.
¨CY a ti, Evelyne, ?te voy a ver otra vez? ¨Cle digo mientras recoge los vasos.
¨CBueno, la vida es cuesti¨®n de probabilidades. Pero no creo que sea f¨¢cil.
¨CVamos a pedir la ¨²ltima copa, ?no?
¨CClaro ¨Cdice Sergio¨C. Yo la anterior no me la termino, ya me cans¨¦ del cognac. Pide tres Tullamore Dew, siempre fue nuestro whisky preferido.
Terminamos la ¨²ltima copa y llegamos a Madrid. El tren para, y nos damos un abrazo mientras Evelyne no se separa de la pierna de Sergio, a la que abraza como si acabaran de bajar a Cristo de la cruz. Bajo las escaleras y piso el and¨¦n, camino un par de metros y me gritan al un¨ªsono.
¨CPero Richi, m¨¢s all¨¢ de todo, t¨² eres feliz, ?no?
¨CNo me jodas, Sergio. ?C¨®mo me dices esto?
¨CNo te agobies, aqu¨ª todos nos volvemos un poco maleducados, pero en serio, ?eres feliz?
¨CC¨®mo voy a ser feliz, Sergio. ?T¨² sabes lo que est¨¢s diciendo? ¨Cle digo mientras camino sin mirarles. Y cuando me vuelvo contin¨²an ah¨ª con sus copas vac¨ªas en la entrada del vag¨®n.
¨C?Qu¨¦ te pensabas? ?Que ya no estar¨ªamos? Venga, sigue tu camino, Richi, y tira para Galicia, la vida est¨¢ bien si no te rindes. Yo te espero en Denver. Ten paciencia y no des pena, es lo ¨²nico que te pido. Pasea por la playa y d¨¦jate de historias. Y t¨², Evelyne, ponte algo que vas a coger fr¨ªo.
¨CVale, pero primero saca tu mano de mis tetas, ?no?
¨CUy, qu¨¦ contrariedad, ?no? Es que a m¨ª tener la mano aqu¨ª me quita la ansiedad. Espera que olvidaba una cosa ¨Cdice mientras me tira una maletita met¨¢lica llena de ¡°copas de yate¡±. Son bebidas del tren, peque?as botellas de varias marcas¨C. Gu¨¢rdalas, pronto os van a hacer falta. Un beso, Richi.
¨CEspera, casi se me olvida, ?c¨®mo es eso de estar en Denver, Sergio? ¨Cle digo mientras recojo algunas botellas desparramadas por el suelo.
¨CLa muerte es como estar dentro de las canciones, Richi. El cielo lo vas construyendo en la tierra. No dejes de escribir hasta el final.
¨CClaro, Sergio, gran parte de lo que s¨¦ de esto lo aprend¨ª de verte a ti. Pero ahora s¨¦ lo que cuesta. Nos vemos en Denver.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.