¡°Crece el racismo, y eso es perturbador¡±
Steve McQueen ha pasado de cotizado artista ganador del Turner a cineasta de impacto Tras ¡®Hunger¡¯ y ¡®Shame¡¯, el realizador brit¨¢nico firma con su tercera pel¨ªcula, ¡®Doce a?os de esclavitud¡¯, todo un alegato contra la historia del racismo y su huella contempor¨¢nea
Hac¨ªa una d¨¦cada que Steve McQueen no pasaba por Madrid, y lo hizo cuando su nombre solo era conocido por los expertos del arte, no como ahora, enfangado como est¨¢ en la carrera a los Oscar. Anoche repiti¨® una visita: al Museo del Prado, para volver a ver obras de su amado Goya. En un paseo r¨¢pido, revis¨® Las parcas, Saturno devorando a un hijo, La romer¨ªa de san Isidro y Perro semihundido, cuadro de las Pinturas negras que ya le perturb¨® en la anterior ocasi¨®n. A¨²n le sorprende su libertad, su apuesta por una incipiente abstracci¨®n. Algo que ¨¦l aporta como director de cine, una depuraci¨®n visual que puede paladearse en la brutal Doce a?os de esclavitud,que se estrena en Espa?a el viernes, la historia real de c¨®mo un hombre libre negro acab¨® de esclavo en el sur de Estados Unidos.
McQueen (Londres, 1969) no olvida de d¨®nde viene. Premio Turner en 1999, videoartista nombrado Comandante de la Orden del Imperio Brit¨¢nico por sus servicios a las artes visuales, su paso al cine naci¨® ¡°de forma natural, manteniendo mi obsesi¨®n por los colores, por el algo m¨¢s en la imagen¡±. Y por temas pol¨ªticos, sociales, como ya los trataba en su videoarte. Por ejemplo: sus tres largometrajes tienen que ver con las prisiones: ¡°Bueno, es una coincidencia, pero es cierto que ah¨ª est¨¢. Forma parte del ser humano. Tanto Hunger como Doce a?os de esclavitud se basan en hechos reales relacionados con la falta de libertad forzada, mientras que en Shame el protagonista se autoencierra en una adicci¨®n, el sexo, una falta de libertad voluntaria. Otra esclavitud. A m¨ª me atrae contar historias de seres humanos que chocan contra los esquemas de sus ¨¦pocas¡±. McQueen quer¨ªa rodar un filme sobre la esclavitud, le pidi¨® ayuda a su esposa, una historiadora, y ella le pas¨® el libro hom¨®nimo, la autobiograf¨ªa de Solomon Northup, que en el a?o de su publicaci¨®n, 1853, fue un best seller. Northup, m¨²sico, y hombre libre neoyorquino, fue secuestrado en un viaje a Washington con 30 a?os y vendido. Durante los siguientes 12 a?os fue esclavo en diversas plantaciones, la peor de ellas Bayou Boeuf, en Luisiana, donde sirvi¨® como bestia de carga y recolector de algod¨®n de su s¨¢dico propietario, Edwin Epps. ¡°Le¨ª el libro y no s¨¦, me pareci¨® como El diario de Ana Frank, el recuerdo de alguien que hoy parece incre¨ªble que existiera, que le pasara todo aquello¡±. De buena educaci¨®n, en un momento Northup resuelve un problema de transporte creando un nuevo canal. Tras alegrarse, alguien le dice. ¡°?Eres ingeniero o negro?¡±. Que nunca se le olvide lo que es en realidad: esclavo.
Doce a?os de esclavitud est¨¢ levantando tanta polvareda mundial como en su momento provoc¨® Hunger (2008) en Reino Unido. McQueen no entiende el arte sin su faceta pol¨ªtica. Y si Hunger ¡ªC¨¢mara de Oro en el festival de Cannes¡ª mostraba la muerte en prisi¨®n en 1981 del l¨ªder del IRA Bobby Sands tras una huelga de hambre, Doce a?os de esclavitud saca a la luz una parte de la historia m¨¢s oscura de Estados Unidos. ¡°Me pregunto por qu¨¦ hay m¨¢s pel¨ªculas sobre el Holocausto jud¨ªo que sobre la trata de negros. Lo entiendo: es un periodo vergonzoso. Y si ahora vemos mi trabajo y otros filmes sobre cap¨ªtulos de la historia protagonizados por negros se debe a la presidencia de Barack Obama, que ha influido hasta en el cine¡±.
La pel¨ªcula es una de las claras favoritas para los Oscar de Hollywood
Con la pel¨ªcula, McQueen est¨¢ dando la vuelta al mundo, e inconscientemente radiografiando el estado del racismo en la actualidad. ¡°Est¨¢ claramente creciendo. Triunfan el racismo y la intolerancia, nadie parece oponerse, y eso es realmente perturbador¡±.
Por primera vez, Michael Fassbender no protagoniza una pel¨ªcula de McQueen (eso queda para un prodigioso Chiwetel Ejiofor). Es obvio, pero le ha reservado el personaje del despiadado due?o de la plantaci¨®n Edwin Epps. ¡°Michael da verdad a todos sus papeles. Sabe acompa?arme hasta el borde del abismo¡±.
Al artista nunca le ha preocupado embarrarse en el fango pol¨ªtico. En 2006 fue a Irak como official war artist, y al a?o siguiente present¨® la instalaci¨®n Queen and country, en la que conmemoraba a los soldados brit¨¢nicos fallecidos en la guerra, convirtiendo sus retratos en pliegos de sellos: incluso propuso que se usaran de manera oficial. ¡°Como artista debes pensar en todas las caras de la guerra: en los cr¨ªmenes b¨¦licos, en los ca¨ªdos, en las injusticias, y aquella fue una gran oportunidad de mostrar los rostros de los inocentes, en este caso, de mis compatriotas muertos¡±.
La presidencia de Barack Obama ha influido hasta en el cine¡±
McQueen est¨¢ en plena carrera por los Oscar, algo a lo que ha entrado con cierto desagrado. Si ayer era lunes, estaba en Madrid. El domingo promocion¨® la pel¨ªcula en Berl¨ªn, hoy en Par¨ªs, ma?ana pasa por Londres ¡ªel estreno brit¨¢nico ser¨¢ en enero¡ª y de ah¨ª a la campa?a por las estatuillas de Hollywood. Su familia tendr¨¢ que esperar en su casa de ?msterdam. ¡°?sta es la pel¨ªcula m¨¢s americana que podr¨¦ hacer sin entrar en Hollywood. No llegar¨¦ a esa industria. No puedo. Solo s¨¦ hablar mi lengua¡±.
Parte de la familia de McQueen procede del Caribe, de Granada, es decir, de esclavos. ?Esta pel¨ªcula nace de una responsabilidad moral, de un ajuste de cuentas con el pasado? ¡°No es una obligaci¨®n, algo que ten¨ªa que hacer, sino algo que quer¨ªa hacer. El libro era ya en s¨ª mismo un guion, y deseaba mostrar ese guion en im¨¢genes. Que pudi¨¦ramos disfrutar de su narrativa poderosa. Soy videoartista y en cuanto le¨ª Doce a?os de esclavitud visualic¨¦ en mi cabeza la pel¨ªcula. Vivo cierta contradicci¨®n: veo las im¨¢genes inmediatamente, las tengo claras, pero nunca s¨¦ si van a funcionar. Es un equilibrio que busco durante todo el proceso de realizaci¨®n de una pel¨ªcula¡±. Siempre desde el respeto a la inteligencia del p¨²blico: ¡°Soy muy puntilloso con eso. Porque el primero que es espectador soy yo¡±. Y de ah¨ª su defensa de la violencia de Doce a?os de esclavitud, que le ha granjeado cr¨ªticas que le acusan de pornograf¨ªa de la tortura. ¡°A ver, ?hacemos una pel¨ªcula sobre la esclavitud o no? Hay que ilustrarla en pantalla, y as¨ª ocurri¨®. De otra forma, estar¨ªa rodando un cuento de hadas¡±. M¨¢s a¨²n, McQueen ley¨® el libro y sospecha que al trasladarlo a pantalla, lo ha suavizado. ¡°Es que no es lo peor que pas¨®. Al fin y al cabo, Solomon sobrevivi¨®, lo pudo contar. ?l mismo escribi¨® en una p¨¢gina: ¡®Si de algo soy culpable es de haber dulcificado la narraci¨®n".
Babelia
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