Expl¨ªcito retrato de la infamia
Hay momentos en que agradecer¨ªa al director Steve McQueen el sentido de la elipsis en su descripci¨®n de la barbarie
Se han realizado infinitas pel¨ªculas sobre el Holocausto, pero los retratos m¨¢s terror¨ªficos y conmovedores llevan consecuentemente la firma de dos directores jud¨ªos. Spielberg y Polanski volcaron en ellas su arte, pero tambi¨¦n su coraz¨®n y su tr¨¢gica implicaci¨®n en aquel espanto en La lista de Schindler y El pianista.Spielberg nunca ha contado de qu¨¦ forma afect¨® a su familia ese exterminio, pero sabemos que la madre de Polanski fue asesinada en Auschwitz (la de Billy Wilder, tambi¨¦n) y ¨¦l, que era un ni?o, al igual que el protagonista de su pel¨ªcula, consigui¨® sobrevivir milagrosamente en el gueto de Cracovia.
DOCE A?OS DE ESCLAVITUD
Direcci¨®n: Steve McQueen.
Int¨¦rpretes: Chiwetel Ejiofor, Michael Fassbender, Brad Pitt, Benedict Cumberbatch, Lupita Nyong'o.
G¨¦nero: drama. Estados Unidos, 2013.
Duraci¨®n: 134 minutos.
Sin embargo, hago memoria sobre las pel¨ªculas dedicadas a la esclavitud de los negros en Estados Unidos y no recuerdo ninguna, relevante o irrelevante, que haya sido concebida por un director de esa etnia. S¨ª ha sido relevante Django desencadenado, la ¨²ltima y brillante incursi¨®n de Tarantino en esa tem¨¢tica de la infamia.
Steve McQueen (hay que estar muy seguro de uno mismo para trabajar en el cine y no cambiarse ese nombre que todos identificamos con un actor legendario), director de Doce a?os de esclavitud, es un hombre negro y nacido en Londres, con ancestros caribe?os que sufrieron la esclavitud. De lo cual deduces que adem¨¢s del asco que profesa a esa ignominia cualquier ser m¨ªnimamente racional, McQueen tambi¨¦n siente implicaci¨®n personal en el tema.
El resultado es una intensa, desgarrada y buena pel¨ªcula sobre aquella legalizada barbaridad consistente en que una gente pudiera disponer de poder absoluto sobre la vida y la muerte de otros seres humanos en funci¨®n del color y del poder adquisitivo del comprador de personas. Lo que cuenta McQueen es tenebrosamente real. Adapta el libro que escribi¨® Solomon Northup relatando sus 12 a?os de esclavitud. Y en su caso fue doblemente atroz, ya que hasta entonces hab¨ªa sido un hombre libre, viv¨ªa pl¨¢cidamente con su mujer y sus hijos en el estado de Nueva York, se ganaba la existencia tocando el viol¨ªn. Fue secuestrado, al igual que otra gente negra que tambi¨¦n hab¨ªa conseguido la libertad, y le enviaron a las plantaciones de Sur donde fue comprado por diversos due?os, sobreviviendo como pudo o como le dejaron en funci¨®n de la naturaleza de estos (entre los esclavistas tambi¨¦n exist¨ªa gente piadosa, con buenas intenciones, con mala conciencia), atravesando infiernos llevaderos o insoportables, degradado y torturado, confiando en encontrar una luz en la pesadilla o en la desolaci¨®n absoluta, sin fuerzas para matarse ni para seguir vivo.
Steve McQueen cuenta esta tragedia, esta historia de terror, sin ahorrarle sobresaltos a los espectadores. Probablemente la realidad fue tan feroz, en incluso peor, que lo que vemos y escuchamos en la pel¨ªcula, pero hay momentos en los que agradecer¨ªa al director el sentido de la elipsis, menor vocaci¨®n naturalista. Me impresionan m¨¢s los momentos en los que funciona la sutileza que la exposici¨®n hiperrealista de incontables latigazos y un torrente de llagas. Michael Fassbender, el actor de moda, se empe?a en hacer cre¨ªble a un excesivo s¨¢dico. Lo consigue. Tiene merito que el se?or m¨¢s sexy se exponga a que el p¨²blico le identifique con el monstruo m¨¢s nauseabundo. Pitt, que tambi¨¦n ejerce de productor, se reserva el papel del bueno. Las estrellas no deben de coquetear excesivamente meti¨¦ndose en la piel de personajes siniestros.
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