Los discos secretos del siglo XXI
Las grandes multinacionales publican temas in¨¦ditos de los Beatles, Bob Dylan, Beach Boys o la Motown Su ¨²nico objetivo: retener el ¡®copyright¡¯ sobre esos materiales
Tal vez no se hayan enterado, pero este martes se edit¨® una colecci¨®n oficial de temas in¨¦ditos de los Beatles. Bootleg recordings 1963 contiene 59 temas, incluyendo descartes de estudio, grabaciones para la BBC y las maquetas de I¡¯m in love y Bad to me, dos de los muchos temas que el t¨¢ndem Lennon-McCartney cedi¨® a otros artistas.
No encontrar¨¢n Bootleg recordings 1963 en cualquier tienda: te¨®ricamente, solo se vender¨¢ en iTunes. Y tal vez por poco tiempo. Ver¨¢n: obedece a una motivaci¨®n legal. En 2011, la Uni¨®n Europea cedi¨® ante la agobiada industria discogr¨¢fica y ampli¨® el copyright de la m¨²sica grabada. En vez de los 50 a?os anteriores, ahora la protecci¨®n se extiende a 70 a?os, siempre que la grabaci¨®n sea de 1962 en adelante y haya sido publicada.
La f¨®rmula iTunes resulta perfecta: aparte de una portada elemental, no hay que dise?ar un envoltorio con sus fotos y sus notas. Adem¨¢s, puede retirarlo en cualquier momento. El primero de estos lanzamientos preventivos s¨ª tuvo existencia f¨ªsica: un caj¨®n de sastre de Bob Dylan que agrupaba directos y tomas de estudio, publicado en las Navidades de 2012. Se llam¨® The 50th anniversary collection, alias The copyright extension collection, vol. 1. Se imprimieron 100 copias en cuatro CD; ahora sale la correspondiente a 2013, 100 ejemplares en seis vinilos. Cabe imaginar que, igualmente, desaparecer¨¢n en selectas tiendas europeas (no llegan a Espa?a). Y disculpen el aire misterioso: tambi¨¦n se raciona la informaci¨®n.
M¨¢s discretamente, iTunes est¨¢ despachando recopilaciones de temas no prensados del sonido Detroit, bajo la etiqueta de Motown unreleased, 1962. Hay material de jazz (Johnny Griffith, George Bohanon), cancionero gospel y temas de artistas emblem¨¢ticos de la compa?¨ªa ¡ªlas Vandellas, Marvin Gaye, los Temptations¡ª que no pasaron por el filtro de comercialidad que controlaba el implacable Berry Gordy Jr.
Son grabaciones anteriores a 1963, a punto de entrar en dominio p¨²blico
El pasado martes tambi¨¦n sali¨® The big beat 1963, un collar de perlas firmadas o producidas por Brian Wilson, con The Beach Boys o con The Honeys, grupo femenino donde estaba su futura esposa, Marilyn Rovell.
Ciertamente, no estamos hablando de superventas. En realidad, las multinacionales pretenden conservar la exclusividad de su cat¨¢logo. Y zancadillear a los sellos europeos que funcionan con material de dominio p¨²blico, que miraban atentamente el calendario esperando el momento de publicar unos discos altamente atractivos para su p¨²blico potencial, los baby boomers con poder adquisitivo. Las compa?¨ªas grandes tienen otros ritmos y diferentes planteamientos: buscan a un comprador razonable, que no necesita colecciones exhaustivas.
Un ejemplo: en los a?os noventa, aprovechando una laguna en la legislaci¨®n italiana, circul¨® la integral ¡ªnueve discos compactos¡ª de las actuaciones de los Beatles en la BBC, con la etiqueta Great Dane. EMI pudo hacer lo mismo, pero prefiri¨® evitar repeticiones y sacar lo mejor de esas cintas, en dos entregas en doble CD, Live at the BBC, distanciadas en el tiempo: se editaron en 1994 y 2013.
Conviene recordar que la crisis tambi¨¦n ha vapuleado a los fabricantes de bootlegs, los discos clandestinos para coleccionistas. Inicialmente destinados a aficionados de blues, jazz u ¨®pera, se convirtieron en gran negocio con la salida en 1969 de Great white wonder, doble elep¨¦ del evasivo Bob Dylan. Cambiaba el paradigma: muchos consumidores no se conformaban con los lanzamientos oficiales; desafiantes, ignoraban la voluntad del artista al adquirir material que este hab¨ªa archivado.
¡®Bootleg recordings¡¯ ofrece en iTunes los primeros pasos de los de Liverpool
Ven¨ªamos de tiempos m¨¢s inocentes: el primer Dylan se llevaba la guitarra a entrevistas radiof¨®nicas. Tambi¨¦n su editorial circulaba maquetas con in¨¦ditas canciones suyas entre otros artistas. Y algunos militantes sacaban copias de cintas depositadas en almacenes de la compa?¨ªa. Todo ello, material susceptible de ser pirateado.
El mercado de los bootlegs se ha evaporado: casi todo ese material est¨¢ disponible en la Red, puesto para su descarga gratuita por fans que deploran su explotaci¨®n comercial. De alguna manera, la industria discogr¨¢fica convencional convive con ellos. Primero, esos bootlegs les proporcionan una idea de la demanda. Segundo, pueden contener grabaciones que no poseen los artistas y sus disqueras. Tercera, los coleccionistas de bootlegs tambi¨¦n compran las ediciones oficiales, a las que se supone mejor sonido y notas reveladoras.
Algunos artistas cuidan a ese sector: lo hace Dylan, con sus The bootleg series, y Neil Young, con sus Archives. Cuando las estrellas han desaparecido, los gestores de su patrimonio cuidan a los coleccionistas obsesivos. Resultan mod¨¦licos los lanzamientos de Follow that dream, que publica cintas de Elvis Presley, desde directos a ensayos o tomas desechadas. Janie Hendrix, la hermana de Jimi, est¨¢ ordenando el ca¨®tico cat¨¢logo del prol¨ªfico guitarrista a trav¨¦s de Experience Hendrix L. L. C. Tambi¨¦n esas empresas necr¨®filas respiraron con alivio cuando la Uni¨®n Europea a?adi¨® 20 a?os al medio siglo requerido para que una grabaci¨®n entre en el dominio p¨²blico. Una vez m¨¢s, el imperio multinacional impone su voluntad al Viejo Continente.
Joyas ocultas y otras triqui?uelas comerciales
-El fen¨®meno de los discos secretos no muestra la mejor cara posible de la industria musical. Las compa?¨ªas no publicitan su lanzamiento y crean una ansiedad inmerecida entre el n¨²cleo duro de los coleccionistas de cada artista. Obviamente, publicar una caja de Bob Dylan en una tirada de 100 ejemplares termina alimentando el mercado paralelo de coleccionistas, donde las cifras se disparan.
-En el caso de The Beatles bootleg recordings 1963, la confusi¨®n ha sido la nota dominante. Las grabaciones primero aparecieron en la tienda iTunes de pa¨ªses como Australia, Nueva Zelanda o Arabia Saud¨ª; para pasmo general, desaparecieron en pocas horas. Puede que se tratara de un error y que estaban destinadas exclusivamente para el mercado europeo, donde se asegura que permanecer¨¢n a la venta por "tiempo indefinido". Para los fans de los Beatles, que siempre se han considerado maltratados por los administradores de su legado, es una ofensa ya habitual: se les trata, con perd¨®n, como una vaca que puede ser orde?ada sin que proteste.
-Dado que los seguidores de Brian Wilson se han acostumbrado a reediciones exhaustivas, como la caja correspondiente a Pet sounds, tienen motivos para regocijarse The big beat: se incluye desde un instrumental (First rock and roll dance) a una composici¨®n de Carole King y Gerry Goffin interpretada por las Honeys.
Babelia
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