Sedaci¨®n
Las listas negras, aunque funcionan con un engrase casi perfecto, no causan esc¨¢ndalo social
En las necrol¨®gicas del actor Peter O¡¯Toole, apenas tuvo cabida una an¨¦cdota poco conocida. En 1984, un teatro de music hall vistoriano reabri¨® sus puertas en Dubl¨ªn despu¨¦s de la remodelaci¨®n. Peter O¡¯Toole, invitado a participar en las celebraciones, decidi¨® leer la Modesta proposici¨®n de Jonathan Swift. El panfleto sat¨ªrico alimentaba a los terratenientes irlandeses con ni?os pobres.
Si han sido capaces de devorar a la mayor¨ªa de los padres, no pondr¨¢n reparos a comerse a los hijos. Como la lectura de O¡¯Toole fue precisa e hiriente, algunos invitados abuchearon y abandonaron el teatro, molestos con el actor por la inoportunidad de convertir el festejo en una sarc¨¢stica denuncia pol¨ªtica.
El veterano actor, que pod¨ªa aspirar a un retiro regado de premios y distinciones, prolongaba una tradici¨®n de impertinencia, habitual en la escena francesa y brit¨¢nica. Poco entendida en otros lugares del mundo, sirve sin embargo de motor colectivo. En Espa?a, tras las protestas por la guerra de Iraq, se ha conseguido desactivar la vocaci¨®n de los personajes p¨²blicos por la solidaridad con causas ajenas si tienen matiz pol¨ªtico y no meramente humanitario. Las listas negras, aunque funcionan con un engrase casi perfecto, no causan esc¨¢ndalo social. No he le¨ªdo a nadie, que est¨¦ o no de acuerdo con las ideas del actor Willy Toledo, reparar en la radical disminuci¨®n de sus trabajos en la industria audiovisual. Dir¨¢n muchos que se lo han buscado ensuciando su biograf¨ªa profesional con una declarada presencia ideol¨®gica.
Cuando voces que se oponen a las ideas independentistas en Catalu?a se encuentran con la respuesta furiosa de un poder local involucrado en la direcci¨®n opuesta, s¨ª nos sorprendemos de la fragilidad de la cacareada libertad de expresi¨®n. Libertad s¨ª, pero quien recurra a ella que lo pague.
La palabra boicot proviene del apellido de un capit¨¢n irland¨¦s que protagoniz¨® una guerra agraria no violenta para mejorar la situaci¨®n de los granjeros no propietarios de tierras. Es curioso que la palabra, en nuestro uso cotidiano, ya no celebra la lucha por los ideales, sino el castigo a quien me importune con sus ideales enfrent¨¢ndolos a los m¨ªos. Sedados por la idea de derechos intocables, en la sutil batalla por nuestra independencia hace mucho que vamos perdiendo.
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