Montenegro y familia
Ernesto Caballero firma y dirige 'Montenegro', estupenda adaptaci¨®n de las 'Comedias b¨¢rbaras' En la desigual puesta destacan Ram¨®n Barea, Janfri Topera, Yolanda Ulloa y Rebeca Matell¨¢n
Montenegro es un empe?o de m¨¦rito: Ernesto Caballero, que firma la adaptaci¨®n y la puesta, ha buscado condensar en tres horas las Comedias b¨¢rbaras de Valle-Incl¨¢n, centr¨¢ndolas, como indica su t¨ªtulo, en la peripecia del hidalgo protagonista, un viaje espiritual que va del poder arrogante a un despojamiento casi cr¨ªstico. De las tres funciones, Romance de lobos es la que m¨¢s se asemeja a una ¨®pera, y as¨ª comienza, con un caballo encabritado por el rayo, la Santa Compa?a augurando muertes, y don Juan Manuel de regreso a Flavia Longa a trav¨¦s de un mar embravecido para darle un ¨²ltimo abrazo a su esposa do?a Mar¨ªa: a Verdi le hubiera gustado mucho ese arranque. Acorde a la tempestad que le rodea, Montenegro evoca su agitada vida en un flashback donde se entrelazan los sucesos primordiales de Cara de plata y ?guila de blas¨®n, para cerrar con el retorno a la hacienda devastada de Romance de lobos. Es un procedimiento formidable, que altera, con buen criterio, el orden de unas cuantas escenas, aunque la condensaci¨®n, qu¨¦ le vamos a hacer, ampute el desarrollo de algunos personajes.
Jos¨¦ Luis Raymond ha levantado un puente de piedra muy galaico y muy bonito, de tres ojos, que ocupa el fondo de lado a lado, y funciona ¨®ptimamente para todos los exteriores, pero cuesta un poco saber cu¨¢ndo estamos en un fig¨®n, una capilla o el mismo mayorazgo, y el espectador desavisado puede acabar creyendo que los Montenegro son parientes de Carpanta. O que se han liado con los botones de la m¨¢quina del tiempo, porque (gentileza de Rosa Garc¨ªa And¨²jar) mientras los lugare?os visten ropas de finales del XIX, don Juan Manuel y sus cachorros gastan una est¨¦tica (pieles zorrunas, correajes y despechugue) entre Mad Max y el Neandertal chic, sugestiva pero un tanto inadecuada para los rigores del invierno norte?o. Tampoco me acaba de convencer que la casi wagneriana partitura de Javier Coble subraye excesivamente (y a veces cubra) la vibrante palabra de Valle-Incl¨¢n, como si quisiera llevarnos de la mano hacia lo que debemos sentir, o que Caballero tienda a ilustrar algunos pasajes con innecesarias composiciones simb¨®licas: me cuesta olvidar el momento en que Pichona le echa las cartas a Cara de Plata mientras a sus espaldas una pareja con pantaloncitos cortos ejecuta una extra?a danza que recuerda un anuncio de ba?adores. Est¨¢ bien resuelto, en cambio, con sencillez e imaginaci¨®n, en la l¨ªnea de Complicit¨¦, el desdoblamiento animalesco de los actores, que mutan en vacas, caballos, mastines, e incluso una sirena como mascar¨®n de proa de la nave.
Ram¨®n Barea es un Montenegro imponente, atormentado por su pasado, con una soberbia mezcla de fuerza y fragilidad
Ram¨®n Barea es un Montenegro imponente, atormentado por los desmanes de su pasado, con una soberbia mezcla de fuerza y fragilidad. Decir que lleva la funci¨®n sobre sus hombros suena a frase hecha y probablemente lo sea, pero me parece muy cierta. En el tercio final, cuando acaudilla la horda de mendigos, adquiere un aura alucinada de santo laico, como est¨¢ mandado, aunque le calzan una suerte de pa?al¨®n, imagino que para sugerir la noci¨®n de ani?amiento y desamparo, y eso le obliga a unos fatigosos andares de beb¨¦ viejo. Janfri Topera, un don Gal¨¢n buf¨®n y sanchopancesco que me record¨® a Perico Beltr¨¢n, es otra excelente elecci¨®n de reparto: vivaz y comunicativo, atrapa al p¨²blico a cada aparici¨®n. Admirable c¨®mico, al que me gustar¨ªa ver con m¨¢s frecuencia en los escenarios. Tambi¨¦n me hubiera gustado ver m¨¢s rato en escena a Yolanda Ulloa, que fue Sabelita en el Romance de lobos de ?ngel Facio, y aqu¨ª interpreta con autoridad y hondura a do?a Mar¨ªa. La poda, como dec¨ªa al principio, ha enviado al cesto, entre otras, la escena de su paseo sobrenatural con el Ni?o Jes¨²s, y el cuadro que lo precede, falto de magia y continuidad, se queda casi en un apunte sat¨ªrico. Echo de menos, igualmente, la ca¨ªda, el vagabundeo y el retorno de Sabelita, que, de todos modos, tiene m¨¢s arco dram¨¢tico que do?a Mar¨ªa.
Rebeca Matell¨¢n (Sabelita), una actriz clara, con luz, a la que todav¨ªa le falta algo de vuelo en los momentos de arrebato, sirve muy bien el tormento del personaje en la primera parte y pisa firme en el conmovedor momento de su despedida. Estupenda Mona Mart¨ªnez como la Roja: seca y magn¨¦tica. Y Alfonso Torregrosa, que imprime la brutalidad necesaria al abad de Lanta?¨®n. Ester Bellver es una Pichona sensual, y tiene buena qu¨ªmica con Cara de Plata, interpretado por David Boceta, que me hab¨ªa gustado mucho en El perro del hortelano. Aqu¨ª tambi¨¦n, pero me pareci¨® un poco frenado: creo que a su personaje le falta algo m¨¢s de chuler¨ªa, de donjuanismo. (Reflexi¨®n lateral: ?por qu¨¦, cuando se echa al monte, los carlistas gallegos que vienen en su busca cantan en euskera?).
De sus hermanos destacan don Pedrito (Bruno Ciordia), feroz en la violaci¨®n de Liberata (muy bien Pepa Zaragoza, aunque la han vestido como si fuera Lis¨ªstrata), y don Farruqui?o (Javier Carrami?ana), especialmente en la escena de la cripta. Edu Soto es un Fuso Negro ang¨¦lico, que parece ca¨ªdo de un crucifijo, y recuerda a aquel tonto de pueblo que hac¨ªa David Warner en Perros de paja. Tiene encanto (y talento) sobrados para meterse al p¨²blico en el bolsillo: le falta, a mi parecer, el calambre apocal¨ªptico, apenas esbozado en el asalto a Sabelita. Le veo mucho m¨¢s ajustado en el shakesperian¨ªsimo encuentro con Montenegro en la cueva, cuando se convierte en buf¨®n filos¨®fico, casi gu¨ªa espiritual del hidalgo. Paco D¨¦niz es Pedro Rey, el marido de Liberata, obligado a acatar el derecho de pernada, y despu¨¦s un pobre de San L¨¢zaro bu?uelesco y de andares troglod¨ªticos. La ¨²ltima parte del espect¨¢culo me result¨® confusa y algo tediosa. Puede deberse a que Romance de lobos es la parte m¨¢s tajeada de la adaptaci¨®n (hay demasiados acontecimientos con demasiadas elipsis) pero tambi¨¦n a una puesta que no acaba de resolver las composiciones grupales y pierde el sentido del ritmo. Intento recordar ahora sus pormenores y, salvo los momentos citados, no lo consigo, aunque recuerdo no haber sentido la emoci¨®n que esperaba. Quiz¨¢s fuera problema m¨ªo, porque el p¨²blico del Valle-Incl¨¢n, puesto en pie, acogi¨® Montenegro con grandes aplausos.
Montenegro (Comedias b¨¢rbaras). De Ram¨®n Mar¨ªa del Valle-Incl¨¢n. Versi¨®n y direcci¨®n: Ernesto Caballero. Int¨¦rpretes: Ram¨®n Barea, Janfri Topera, Yolanda Ulloa, Rebeca Matell¨¢n, Paco D¨¦niz. Teatro Valle-Incl¨¢n. Madrid. Hasta el 19 de enero.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.