Shin Bet
Los giros de la trama de 'Homeland' han rozado ese grado de indignaci¨®n que a¨²n se dispara cuando te sientes manipulado de una manera demasiado elemental.
Con la tercera temporada de Homeland nos ha sucedido a muchos lo que contaban de aquel aficionado que un d¨ªa le grit¨® a Curro Romero en La Maestranza, harto de una mala faena, eso del pr¨®ximo d¨ªa te van a venir a ver tu madre... y yo. Los giros de la trama han rozado ese grado de indignaci¨®n que a¨²n se dispara cuando te sientes manipulado de una manera demasiado elemental. Cuando los episodios transcurr¨ªan fuera de Langley, tanto los escenarios de Caracas como las monta?as de Afganist¨¢n y el infiltrado Gobierno iran¨ª invitaban a la burla m¨¢s que a la credibilidad. Pero eran los grados de manipulaci¨®n y sorpresa sobre el espectador, conseguidos por medio de prestidigitaci¨®n narrativa, las que m¨¢s te hac¨ªan sospechar de la posible crisis del producto.
Esto ha coincidido con la muerte de Syd Field, que dedic¨® su esfuerzo a tratar de contener en libros de guion la esencia de la narraci¨®n. A partir de ejemplos exitosos, estableci¨® una f¨®rmula esencial. Aunque sus conclusiones fueran algo primarias, sus libros de escritura cinematogr¨¢fica fueron muy le¨ªdos, porque reduc¨ªan la narraci¨®n a puntos de giro en momentos precisos y resoluciones casi matem¨¢ticas. La manipulaci¨®n que toda obra pone en funcionamiento para contar algo corre el peligro de convertirse o en previsible o en inveros¨ªmil cuando al espectador se le disparan las alarmas de fraude, ya sea porque sospecha que lo tratan como un est¨²pido o le someten a una f¨®rmula manida.
Las series apelan a una fidelidad casi taurina, por lo que los espectadores luchan contra su propia intuici¨®n, y si han decidido seguir a un matador no lo cambian por varias tardes nefastas. Pero, argumentalmente, un documental reciente llamado The gatekeepers ofrec¨ªa una perspectiva que se retroalimentaba con las tramas de Homeland. Miembros del Shin Bet israel¨ª contaban sus acciones y la pol¨ªtica de infiltraci¨®n y espionaje y al escucharlos experimentabas el asombro y la credibilidad. Nada respond¨ªa a f¨®rmulas de enganche, sino que la exposici¨®n se complementaba con el esfuerzo por comprender, por aceptar que las cosas suceden con una complejidad tan rica que cualquier reducci¨®n a f¨®rmula suena a insulto. Homeland ha dejado el terreno limpio para sembrar un decente futuro. Veremos.
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