Amiri Baraka, inc¨®moda figura de la cultura afro
El pol¨¦mico escritor y activista impuls¨® en la d¨¦cada de los sesenta un movimiento para reivindicar la raza en Am¨¦rica
Hasta los inmortales mueren. Amiri Baraka (1934-2014) era uno de ellos. Su trayectoria vital es indisociable de la historia moderna afroamericana; en ella se reconocen las luchas, los avances y el complejo pensamiento pol¨ªtico de una comunidad que conforma como ninguna otra la ra¨ªz de la personalidad norteamericana. Cuando a¨²n se llamaba LeRoi Jones, escribi¨® el gran cl¨¢sico de la m¨²sica que define Norte¨¢merica: Blues People, un libro que nunca ha dejado de reeditarse desde 1963.
Fue una figura inspiradora e inc¨®moda. Cuando el establishment contaba con ¨¦l para suceder a James Baldwin como siguiente estrella de la literatura negra ¡ªhab¨ªa recibido becas prestigiosas, galardones por sus obras de teatro, carta blanca en los peri¨®dicos de mayor difusi¨®n¡ª, tom¨® la inesperada decisi¨®n de salirse del sistema.
Tras haber asimilado las teor¨ªas sobre la colonizaci¨®n de Frantz Fanon, se dispuso a fundar el movimiento Black Arts, hermano espiritual del Black Power. Y se traslad¨® desde el bohemio Village neoyorkino, donde era compa?ero de los escritores Beat, a Harlem, convencido de que la toma de conciencia de los suyos no pod¨ªa desarrollarse en ambientes exclusivamente intelectuales. Llamaba a los miembros de su organizaci¨®n poetas soldados; y no le faltaba raz¨®n: tres componentes del Black Arts de California ¡ªHuey Newton, Bobby Seale y Eldridge Cleaver¡ª fundaron en 1966 los Black Panthers.
No tard¨® en abandonar ¡°su nombre de esclavo¡±, rebautizarse y convertirse en compa?ero de viaje de los musulmanes afroamericanos a trav¨¦s de Ron Karenga, uno de los principales te¨®ricos de la est¨¦tica negra. Pero a¨²n faltaba una vuelta de tuerca: a mediados de la d¨¦cada de 1970 reneg¨® del nacionalismo y se declar¨® marxista. En 1984, de forma torrencial y autocr¨ªtica, Baraka rastre¨® en sus memorias (The Autobiography of LeRoi Jones) las sorprendentes transformaciones experimentadas a lo largo de media centuria.
Sobresaliente como poeta, dramaturgo, ensayista, novelista, editor, ant¨®logo y activista, su pa¨ªs siempre supo que era uno de los m¨¢s influyentes y prol¨ªficos escritores del siglo XX, y fue acostumbr¨¢ndose e incluso aceptando su radicalismo, hasta que en 2001 ley¨® p¨²blicamente su poema ¡°Somebody Blew Up America¡± (Alguien hizo estallar Am¨¦rica), una denuncia de la pol¨ªtica estadounidense basada en la hip¨®tesis de que el propio Estado hab¨ªa provocado el ataque a las Torres Gemelas. Como represalia, fue despose¨ªdo de su t¨ªtulo de poeta laureado de New Jersey. Dado que abjur¨® sucesivamente de la carrera militar, de la vanguardia art¨ªstica, del nacionalismo negro, de la militancia isl¨¢mica y tambi¨¦n de un matrimonio mixto, no es de extra?ar que su primer poemario se titulara Preface to a Twenty Volume Suicide Note (Prefacio para un nota suicida en veinte vol¨²menes).
De cerca, Amiri Baraka era un hombre dulce, interesado por el mundo en que viv¨ªa y extremadamente atento a las nuevas generaciones de poetas, que apoyaba sin reservas, abri¨¦ndoles una vez por semana su casa de Newark, en cuyo garaje hab¨ªa instalado un peque?o escenario para sesiones de open mike: cualquiera pod¨ªa coger el micr¨®fono e intervenir. A veces ¨¦l mismo le¨ªa un in¨¦dito o actuaba junto a su grupo Blue Ark. All¨ª escuch¨¦ por primera vez el Spoken Word, envuelta en el aroma de una marmita con comida soul preparada por su mujer Amina.
Le conoc¨ª personalmente en 1994, en Los ?ngeles, al final de un recital en el majestuoso y deprimido escenario del Park Plaza Hotel. Tras la larga conversaci¨®n que mantuvimos en su hotel al d¨ªa siguiente, nuestros caminos volvieron a cruzarse: en su casa de Newark, en el Nuyorican Poets Caf¨¦ de Nueva York ¡ªdonde homenaje¨® a su amigo el poeta spanglish Pedro Pietri, fallecido en 2004¡ª, en el Festival internacional de poes¨ªa de Barcelona. En 2006 le encargu¨¦ una colaboraci¨®n para el monogr¨¢fico de la revista Matador dedicado a Nueva York. Escribi¨® un elogio p¨®stumo del saxofonista Jackie McLean. No me sorprendi¨®. Su esp¨ªritu solidario le impulsaba a honrar la memoria de quienes iban dejando un hueco a su alrededor. En 1996 hab¨ªa reunido algunos de esos paneg¨ªricos en su libro Eulogies.
Ahora Norteam¨¦rica escribir¨¢ muchas eleg¨ªas sobre ¨¦l, pues su impacto en la escena cultural y contracultural norteamericana tuvo tantas facetas como ¨¦l mismo. Todo el mundo coincidir¨¢ con las palabras que el poeta Steve Cannon, amigo suyo desde la ¨¦poca del Village, me dec¨ªa ayer mismo por tel¨¦fono: ¡°Roy vino al mundo a hacer lo que ten¨ªa que hacer. Y lo hizo¡±.
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