Leguineche, un reportero universal
Manu actuaba pues en funci¨®n del inter¨¦s de lectores y lectoras, por quienes mostr¨® permanentemente un respeto admirable
Manuel Leguineche, nacido en Bel¨¦ndiz Guernika en 1942, ha sido, entre otros muchos atributos, el decano espa?ol de los corresponsales de guerra. M¨¢s precisamente, el de los enviados especiales, una figura period¨ªstica vinculada al quehacer profesional en escenarios lejanos donde surgen noticias de alcance mundial: generalmente golpes de Estado, revoluciones, derrocamientos o hechos de naturaleza semejante, casi siempre violentos. La dureza de tal cometido requiere seres humanos de una textura moral y psicol¨®gica de los cuales Manu fue el canon indudable.
Estudiante de Derecho, Filosof¨ªa y Periodismo en Valladolid y Madrid, debuta en 1958 en la revista bilba¨ªna ¡°Gran V¨ªa¡±, y dos a?os despu¨¦s, en ¡°El Norte de Castilla¡±. Vietnam, la guerra indo-paquistan¨ª, los conflictos de Oriente Medio ser¨ªan algunos de aquellos primeros escenarios informativos por ¨¦l cubiertos. De ese a?o data su primer cometido como enviado especial, hasta recorrer los cinco continentes en misiones informativas tambi¨¦n para la televisi¨®n. En 1979 obtendr¨ªa el Premio Nacional de Periodismo. Durante 12 a?os dirigi¨® la agencia informativa Colpisa y, posteriormente, la agencia Cover. Ha sido autor de media docena de libros.
Con la prontitud que la cobertura informativa exige a los periodistas que se toman en serio su misi¨®n y su responsabilidad, pero con la meticulosidad de quien va a realizar un trabajo con alcance social, Manu Leguineche se aprestaba siempre a cubrir los principales acontecimientos informativos provisto de una documentaci¨®n exhaustiva previa ¡ªlecturas permanentes, conversaciones, reflexiones¡ª que no solo le otorgaron la preeminencia evidente sobre cualquier otro profesional competidor ¡ªel vivi¨® a¨²n la era de la Prensa competitiva¡ª sino que, adem¨¢s, le garantizaron la soltura que requer¨ªa su extremado sentido del rigor hacia los destinatarios del resultado de su oficio: los lectores. Estaba dotado de un intenso sentido de la empat¨ªa; sab¨ªa colocarse en el lugar de quien leer¨ªa sus informaciones, entrevistas y reportajes, para satisfacer las principales dudas que sus destinatarios pudieran plantearse. Manu actuaba pues en funci¨®n del inter¨¦s de lectores y lectoras, por quienes mostr¨® permanentemente un respeto admirable.
Quienes tuvimos el honor de trabajar cerca de ¨¦l como reporteros y enviados especiales en algunos lugares conflictivos y alejados ¨Crecuerdo especialmente el golpe de Estado que precipit¨® el derrocamiento del dictador Francisco Mac¨ªas Nguema, su condena y su ejecuci¨®n en Guinea Ecuatorial- pudimos comprobar la conjunci¨®n sobre el gran reportero vasco de una serie de caracter¨ªsticas ¨²nicas para el desarrollo de su cometido profesional: honestidad; objetividad; inteligencia; sensibilidad; agilidad; reflejos; tes¨®n; entusiasmo informativo y competitividad, jam¨¢s re?ida ¨¦sta con el compa?erismo que derrochaba. Pero, por encima de todos esos atributos, destacaba su bonhom¨ªa: no era infrecuente que cuando Manu, antes de ir a la informaci¨®n, viera mala cara al compa?ero reportero principiante, a la saz¨®n enfermo, le exigiera sacar la lengua y provisto de una autoridad natural irrefutable, le espetara: ¡°Lengua saburral, hoy no trabajas, a la cama¡±. Claro est¨¢ que este dictado del decano lo pronunciaba en un escenario, quiz¨¢s bajo un ca?oneo donde silbaban los bombazos, en el que no resultaba f¨¢cil hacerle caso.
Manu Leguineche, antes que pr¨ªncipe de periodistas o reportero excelente como lleg¨® a serlo sin lugar a dudas, ha sido un ser humano dotado de una sociabilidad extraordinaria. Suavemente untuoso, sin llegar jam¨¢s a la adulaci¨®n, era capaz de aproximarse con extremada sutileza a los personajes m¨¢s correosos, desplegando un sentido del humor algo socarr¨®n y poniendo en juego unas dotes de observaci¨®n psicol¨®gica fuera de lo com¨²n, para extraer lo que buscaba: informaci¨®n relevante, interesante para un p¨²blico distante y heterog¨¦neo, al cual estaba o se sent¨ª obligado a informar tan amena como escrupulosamente. Adem¨¢s, Manu era capaz de percibir detalles que cualquier reportero hubiera tardado a?os en descubrir, porque ¨¦l sab¨ªa percibir el bastidor humano que se encuentra siempre detr¨¢s de los hechos.
Jam¨¢s hizo Manu alarde de su extremo valor, con el que debut¨® cubriendo la guerra de Vietnam, valor que combinaba con un sentido de la prudencia que compromet¨ªa ¨²nicamente cuando la obtenci¨®n de informaci¨®n lo exig¨ªa de manera ineludible. ¡°El periodista muerto, desgraciadamente, no sirve para nada¡±, recordaba, con ¨¦l, su gran amigo el desaparecido Juan Gonz¨¢lez Yuste, otro magn¨ªfico periodista, que fue corresponsal de El Pa¨ªs en Washington y enviado especial, junto a ¨¦l, en cien escenarios noticiosos.
Manu Leguineche ha sido un ser humano dotado de una sociabilidad extraordinaria
En las situaciones en las que la tragedia ronroneaba alrededor de combatientes y de s¨ª mismo, ante los cuales supo mantener siempre la distancia necesaria para fundamentar tal distinci¨®n, Manu era capaz de hacer aflorar su sentido del humor, o gastar bromas divertidas que distend¨ªan la percepci¨®n del riesgo inminente. En ¡°La tribu¡±, una novelita suya que versa sobre un grupo de reporteros destacados a Guinea, cuenta la co?a ¨Cinocua- urdida por ¨¦l mismo contra un periodista-polic¨ªa sobrado y ego¨ªsta capaz de vulnerar las normas m¨ªnimas de compa?erismo por mor de una enfermiza competitividad contra la que Manu luch¨®, de broma y de veras, con denuedo.
Todo periodista de este pa¨ªs que sienta en su ¨¢nimo el latido de una profesi¨®n tan ingrata y apasionante como la del Periodismo tiene hoy mil razones para abrir su coraz¨®n a la tristeza: hasta siempre, querido maestro, querido amigo.
Babelia
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