Adi¨®s al maestro de periodistas
Los Reyes elogian ¡°el rigor y seriedad¡± del trabajo de Manuel Leguineche
De los seres humanos suele hablarse bien cuando mueren, pero en este caso los elogios coinciden con los que recib¨ªa en vida. En la capilla ardiente del periodista Manuel Leguineche, fallecido hoy en Madrid, todo son frases de coraz¨®n, admirativas y sentidas; las mismas que se deslizaron durante a?os en los cen¨¢culos de las gentes de la prensa, poco dadas a la admiraci¨®n p¨²blica del colega. Porque Manu ten¨ªa el aprecio de todos. Se ha ido el gran maestro de reporteros, el hombre, tambi¨¦n, siempre dispuesto a ayudar a los compa?eros, que se dejan caer por decenas en el tanatorio Interfunerarias San Isidro de Madrid a ¨²ltima hora de la tarde. Uno de ellos, en misi¨®n de servicio, era el responsable de comunicaci¨®n de La Zarzuela, Javier Ayuso. Tra¨ªa en un gran sobre blanco el p¨¦same de los Reyes, una carta a la familia en la que los monarcas valoran al ¡°gran profesional, de reconocida trayectoria period¨ªstica y literaria¡±, al hombre que inform¨®, ¡°con rigor y seriedad¡±. Por su m¨¢quina de escribir Lexic¨®n 80, y luego por el ordenador, pasaron los grandes acontecimientos mundiales desde los a?os sesenta hasta los ¨²ltimos del pasado siglo, descritos en miles de art¨ªculos que empez¨® enviando por t¨¦lex (a veces con seud¨®nimo) y decenas de libros. Un reportero total de los tiempos sin Internet, pero que, a escala, era ¨¦l mismo casi un google avant la lettre: todo le interesaba, de todo intentaba saber y se documentaba al m¨¢ximo antes de escribir una l¨ªnea.
¡°Era un periodista de raza, un periodista humano que acud¨ªa al lugar de los hechos. Ten¨ªa que ver para contar e interpretar, sin olvidar nunca a quienes sufr¨ªan¡±, afirma la presidenta de la Federaci¨®n de Asociaciones de la Prensa de Espa?a, Elsa Gonz¨¢lez. ¡°Era independiente, pero no indiferente. No estaba comprometido con una ideolog¨ªa, sino con el periodismo y la libertad. Era un profesional reconocido por todos. En un mundo de egos como el period¨ªstico, ¨¦l ten¨ªa muy poco¡±, a?ade.
Gonz¨¢lez recuerda el papel pionero de Leguineche como creador de la primera agencia de informaci¨®n no oficial en la Espa?a franquista, Colpisa. ¡°Arranc¨® en 1971¡±, explica la que fue su primera secretaria de redacci¨®n, Mar¨ªa Jes¨²s Arroyo. Y miembros y colaboradores de aquellos tiempos, como Amalia S¨¢nchez Sampedro o Juli¨¢n Garc¨ªa Candau, entremezclan los recuerdos, las ense?anzas y las costumbres de Leguineche, incluida su devoci¨®n por el vino de Rioja, el chorizo de Pamplona y las anchoas. ¡°Me ense?¨® que hay que estar donde est¨¢n las noticias, que hay que ir donde pasan las cosas en lugar de hacer periodismo de rat¨®n de ordenador¡±, dice Sampedro. Manu bramaba a sus periodistas cuando encontraba la redacci¨®n demasiado llena. ¡°?Qu¨¦ hac¨¦is aqu¨ª, en lugar de estar donde pasan las cosas?¡±.
En esos tiempos, el periodismo era compatible con la bohemia: se trabajaba duro, pero luego ven¨ªan las ca?as y la diversi¨®n. Tras dejar Colpisa, en 1982 Leguineche abri¨® otra agencia que primero se llam¨® Cover Prensa, luego LID y finalmente Fax Press, que termin¨® en manos del grupo Intereconom¨ªa. Manu se refugi¨® entonces en las colaboraciones y acab¨® por instalarse en La Alcarria, con saltos a Almer¨ªa. La enfermedad fue ganando terreno.
A ¨¦l, postrado sobre todo en los ¨²ltimos ocho a?os, le sigui¨® interesando el mundo hasta el final. Hace apenas una decena de d¨ªas comentaba con amigos en su caser¨®n de Brihuega (Guadalajara) la situaci¨®n de los periodistas secuestrados Javier Espinosa y Marc Marginedas, relata Gonz¨¢lez. ¡°Hasta el ¨²ltimo d¨ªa ha estado enterado de todo¡±, asegura. Los ¨²ltimos cinco, ingresado en la Fundaci¨®n Jim¨¦nez D¨ªaz, donde muri¨® esta ma?ana . Se fue ¡°en silencio, tranquilo¡±, asegura Rosa Leguineche. Su otro hermano, Benigno, a?ade: ¡°Nos sorprendi¨® c¨®mo quer¨ªa vivir a pesar de que ya no pod¨ªa expresarse. No hablaba, pero sonre¨ªa a veces¡±. ¡°Ha exprimido la vida a tope. Ha sido muy valiente. Ha aguantado el dolor. Cualquier otro se habr¨ªa desesperado en su situaci¨®n, pero ¨¦l encaj¨® muy bien la enfermedad (c¨¢ncer de colon, diabetes, degeneraci¨®n neurol¨®gica). Ha sonre¨ªdo hasta los ¨²ltimos d¨ªas¡±, asegura su m¨¦dico de cabecera ¡°y amigo¡±, Manuel Mill¨¢n.
¡°Nunca he encontrado a nadie que hablara mal de Manu. Se ha ido el mejor de todos nosotros¡±, zanja el periodista Vicente Romero. ¡°Leguineche debe ser una referencia en todas las facultades de periodismo¡±, plantea la presidenta de los periodistas, preocupada porque parte de la obra del reportero no se ha reeditado, como uno de sus t¨ªtulos cl¨¢sicos, El camino m¨¢s corto, que narra la vuelta al mundo de un Manu veintea?ero que luego aterriz¨® en la guerra de Vietnam, una de las muchas que presenci¨®. La FAPE quiere que la obra de Leguineche siga viva, como la mejor ense?anza del periodismo de antes de Google, del periodismo con may¨²sculas, el arte de contar a la gente lo que le ocurre a la gente. Al morir, Leguineche apenas ten¨ªa 60.000 resultados en Google. Pero la cifra va en aumento.
El reportero ha emprendido su ¨²ltimo viaje. Sus amigos le lloran con sonrisas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.