El Juli denuncia el trato ¡®arrogante, desp¨®tico e insolente¡¯ de la empresa Pag¨¦s
El torero, al igual que ya lo hicieran a t¨ªtulo personal Manzanares y Perera, detalla con dureza su opini¨®n sobre la forma de proceder de los empresarios sevillanos
Juli¨¢n L¨®pez El Juli denuncia el trato "arrogante, desp¨®tico, soberbio e insolente" de los empresarios sevillanos en las negociaciones con los toreros, y justifica por ello que "a nivel personal, en virtud de mi compromiso ¨¦tico con la tauromaquia, puedo afirmar que no toreo con la empresa Pag¨¦s mientras no se respete mi condici¨®n y dignidad como torero, y la de mis compa?eros".
As¨ª de rotundo se expresa el torero en un comunicado en el que expone su opini¨®n sobre el veto que ¨¦l y cuatro compa?eros m¨¢s -Jos¨¦ Mar¨ªa Manzanares, Miguel ?ngel Perera, Alejandro Talavante y Morante de la Puebla- han impuesto a la plaza de la Maestranza de Sevilla mientras contin¨²en los actuales gerentes, Eduardo Canorea y Ram¨®n Valencia.
El Juli, al igual que ya lo hicieran a t¨ªtulo personal Manzanares y Perera, detalla con dureza su opini¨®n sobre la forma de proceder de los empresarios sevillanos, cuenta su peripecia personal con ellos durante los ¨²ltimos a?os, y concluye con su firme decisi¨®n de no pisar, por el momento, la plaza andaluza. Y todo ello lo refleja en un largo escrito que titula A la afici¨®n de Sevilla.
Cuenta El Juli que "las malintencionadas declaraciones de los representantes de la empresa Pag¨¦s, en un encuentro con la prensa, fueron la gota que colm¨® el vaso de una situaci¨®n insostenible; pero aquellas manifestaciones -continua- no son m¨¢s que el reflejo del trato que desde hace a?os la empresa de Sevilla dispensa a los toreros. Despotismo, soberbia e insolencia podr¨ªan describir la mayor¨ªa de las negociaciones mantenidas con ella".
Se queja el torero de "la inadmisible falta de respeto" cometida contra los representantes de los toreros, "que han sufrido continuas y permanentes agresiones verbales, cuando, como nosotros, merecen un trato decoroso, tanto por ser depositarios de las voluntades de un colectivo, como por su propia dignidad personal".
Desgrana, a continuaci¨®n, las extra?as relaciones que el torero dice haber mantenido con la empresa. "Mi apoderado y yo mismo, -explica- hemos vivido en primera persona esta manera mezquina de proceder". "Han bromeado ir¨®nicamente, -a?ade-, sobre la posibilidad de que yo entrara en la afici¨®n de Sevilla y volviera a abrir mi so?ada Puerta del Pr¨ªncipe; se han jactado de que la ¨²nica posibilidad ser¨ªa ante la benevolencia de un p¨²blico 'cegado por la lluvia', o han atestiguado que 'por mil orejas que El Juli corte en Sevilla no interesa a la afici¨®n".
Al igual que Miguel ?ngel Perera, El Juli dice que ha sido v¨ªctima de reiterados incumplimientos a la hora de recibir los honorarios pactados, y de represalias por pertenecer al llamado G10. Por todo ello, prosigue que "a pesar de la arrogancia con la que he sido tratado, personalmente he cedido la mayor¨ªa de las ocasiones por el inmenso respeto que siento por la afici¨®n de Sevilla". "Los toreros so?amos con torear en Sevilla", afirma, y ¡®llevamos a?os cediendo por su afici¨®n, y porque este rito ancestral siga moviendo y conmoviendo corazones, pero esa entrega en lo material y en aquello que agita el esp¨ªritu de todos los que amamos el toreo, no se corresponde con el trato que recibimos por parte de la empresa Pag¨¦s, tanto de manera privada como p¨²blica".
Apela por ¨²ltimo a la actuaci¨®n de la Real Maestranza, propietaria de la plaza, para solucionar el conflicto planteado, y concluye que ¡®la plaza de Sevilla, por su afici¨®n, por su categor¨ªa, por su relevancia hist¨®rica, y porque el toreo la necesita ahora m¨¢s que nunca, debe tener unos gestores que amen profundamente el arte de torear¡¯.
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