Broken Bells ¡®After the disco¡¯
El segundo disco de james Mercer, de The Shins, y Brian, 'Danger Mouse', Burton, solo funciona a ratos.
Mucha de la m¨²sica que contiene este disco podr¨ªa haber sido editada en 1987. Y eso no es nada malo. Ya lo tenemos asumido. Es un tumor, vale, pero es benigno, no nos va a matar. De todos los tiempos pret¨¦ritos. De hecho, ha sido tan explotado que ya nos hemos quitado todas las man¨ªas y hemos y podemos canibalizar a A-Ha, Hall & Oates, el Tango in the night de Fleetwood Mac o incluso alguna aventura en solitario de Sting. Lo que entonces era asquerosamente maduro, hoy es melanc¨®lico. Lo que antes era m¨²sica para yuppies, hoy es pop para listillos. Primero era ir¨®nico y no hac¨ªa gracia. Ahora se presenta sin m¨¢scara, ni coartada intelectual, ni nada que se le parezca. De aqu¨ª a poco, si seguimos a este ritmo, celebraremos el legado de Shania Twain y no se nos escapar¨¢ ni media sonrisa.
T¨ªtulo: After the Disco
G¨¦nero: pop
Sello: Sony
A?o: 2014
Puntuaci¨®n: tres estrellas
?Este es el segundo largo del proyecto de estos dos pesos pesados del underground, pero pesos relativamente ligeros dentro de lo que ser¨ªa la cultura mainstream ¨Caunque Burton (Danger Mouse) produce ahora a U2-, a la que siguen aferr¨¢ndose ¨¦l y James Mercer, cantante de The Shins , aunque esta ya parezca tener menos tiempo para sus ocurrencias que tiempo atr¨¢s. 2004, acaso el a?o en el que ambos pincharon el hueso del ¨¦xito por primera vez, queda justamente diez a?os atr¨¢s, y aunque Danger Mouse se haya ganado nuevas credenciales en el rock masivo gracias a una satinada producci¨®n para The Black Keys, lo cierto es que ambos han terminado en una suerte de limbo, de estaci¨®n de tr¨¢nsito en la que Mercer vuelve de ser una estrella y Burton se dirige hacia ser un referente de cualquier cosa a la que pueda asirse en cada momento. M¨¢s que un supergrupo esto ya empieza a parecerse a un trabajo de 40 horas semanales. Y eso es bueno en tanto que este es un disco mucho m¨¢s compacto que su debut. Parece menos un experimento autoindulgente y m¨¢s una obra con ganas de ser tomada en serio. Si es eso bueno o no, depender¨¢ de lo que espere usted de un disco. Y es que, de alg¨²n modo, el supergrupo ha sido uno de los m¨¢s fraudulentos conceptos que han pervivido a la debacle digital, a la cultura del nicho y a la desaparici¨®n del etiquetaje en la actualidad pop global.
Este es el segundo largo del proyecto de estos dos pesos pesados del underground, pero pesos relativamente ligeros dentro de lo que ser¨ªa la cultura mainstream
Los m¨²sicos deb¨ªan estar constantemente en movimiento y para ello se aliaban con otros m¨²sicos, y con la connivencia de la prensa, -que aceptaba que meter a un miembro de Au Revoir Simone o al bajista de Jack White otorgaba a cualquier proyecto paralelo ese pedigr¨ª de supergrupo-, se hicieron cosas interesantes, pero casi siempre se acometieron proyectos total y absolutamente irrelevantes.
?Hoy, Burton y Mercer tienen un proyecto, no una aventura. Entre manos cuentan con algo que tiene que ver mucho m¨¢s con su propia mortalidad que con la de la m¨²sica pop. Bailar llorando. Indie adulto. Funk para inapetentes. College rock para eternos repetidores. Disco para los que jam¨¢s supieron qu¨¦ hacer con las manos en una posta de baile. M¨²sica yuppie para desempleados. Tienen algo que ya trasciende las modas, aunque siga a la b¨²squeda de un sonido propio y en demasiadas ocasiones recuerde a un disco de Sting (Leave it alone) a algo de Barry Gibb (Holding on for fire) o incluso al sonido de unos Daft Punk cortos de presupuesto (After the disco). Lo que empieza bien termina sonando a algo ya o¨ªdo, peor no o¨ªdo hace 30 a?os, sino solo 30 minutos atr¨¢s. Para esta jugada, su repertorio de gambetas queda realmente corto, lo que resulta en un disco que a medio camino ya se jug¨® la bola extra y que termina en su recata final jugando solo al pinball, golpe¨¢ndose contra s¨ª mismo una y otra vez. Es el sonido de ese tipo que se levanta cada ma?ana en busca de algo nuevo que le resulte lo suficientemente familiar como para llenarle sin pedirle un esfuerzo excesivo. No es el futuro, tampoco es el presente, pero se niega a ser el pasado. Y solo por ese empecinamiento y por los 20 minutos iniciales, ya se merece todo nuestro respeto.
Valoraci¨®n: 0 ABERRANTE, el mundo ser¨ªa mejor sin ¨¦l; 1 PRESCINDIBLE, nadie se acordar¨¢ de ¨¦l; 2 PASABLE, para incondicionales; 3 ACONSEJABLE, en su estilo merece la pena; 4 INDISPENSABLE, un ¨¦xito asegurado; 5 OBRA MAESTRA, uno entre un mill¨®n.
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