La calle manda en Nueva York
Carolina Herrera y The Row destacan en una Semana de la Moda que apuesta sobre seguro Thom Browne sorprende con su barroca colecci¨®n monacal
El director de Parsons, la escuela de dise?o m¨¢s prestigiosa de Estados Unidos, se lamenta en sus conferencias de que el t¨¦rmino comercial sea utilizado de forma peyorativa para describir un producto textil. ¡°Vender est¨¢ bien. Solo porque tu proyecto sea muy popular no significa que sea malo. Ese acercamiento esnobista al ¨¦xito global me parece caduco¡±, argumenta Simon Collins. Este discurso no solo moldea a sus alumnos -entre los que se cuentan Alexander Wang o Jason Wu- sino que refleja el esp¨ªritu de la Semana de la Moda de Nueva York. Si Par¨ªs, Mil¨¢n y Londres representan el savoir faire, el lujo artesanal o la creatividad avant-garde, Manhattan solo responde ante la calle y sus demandas. Sin complejos.
¡°En mis colecciones persigo ese equilibrio perfecto entre realidad y sue?o. Pero creo que los desfiles aportan casi toda la cuota de fantas¨ªa, con esas modelos tan altas y delgadas que no se parecen a ninguna de nosotras¡±, bromea Carolina Herrera. La veterana dise?adora, cansada de tanta ¡°nostalgia y reinterpretaci¨®n de los cuarenta y los cincuenta¡±, factura un trabajo que, en sus palabras, busca explorar nuevas proporciones. Faldas l¨¢piz, chaquetas de hombros redondeados y zapatos bajos, que, ir¨®nicamente, podr¨ªan conformar el vestuario de una moderna Melanie Daniels (Tippi Hedren en Los p¨¢jaros). Fiel a s¨ª misma y a su p¨²blico, Herrera no olvida reinterpretar el gran best seller de la casa: el vestido palabra de honor, que para el pr¨®ximo oto?o-invierno propone en pa?o de lana. Pura carne de alfombra roja.
Menci¨®n aparte merecen los chaquetones y jerseys rematados en piel y la serie de piezas de d¨ªa con estampados geom¨¦tricos en azul y naranja.
Mary Kate y Ashley Olsen, otrora ni?as prodigio y hoy creadoras galardonadas por la asociaci¨®n de dise?adores estadounidenses (CFDA), se centran en lo que mejor saben hacer: prendas b¨¢sicas de l¨ªneas limpias, siluetas amplias y materiales lujosos. Una propuesta discreta y serena donde destacan los bolsos de cocodrilo, los vestidos largos de cashmere tejido y los ponchos cortos. Renunciando a cualquier decoraci¨®n superflua fundamentan todo su proyecto en el corte.
Ambicioso y hasta un punto g¨®tico, el desfile de Thom Browne fue como la bofetada necesaria para despertar de tanta realidad. El dise?ador, uno de los favoritos de Michelle Obama, invoc¨® a Isabel I de Inglaterra, la reina virgen, sobre una pasarela convertida en iglesia. En un alarde de t¨¦cnica y sastrer¨ªa fue desgranando teatrales vestidos encorsetados, con mangas semicirculares y faldas abombachadas. La seda brocada dio paso al terciopelo y la lana en piezas de corte monacal. Y como hilo conductor, las chaquetas asim¨¦tricas ¨Cmitad capa, mitad americanas- enhebraban esta colecci¨®n que desde luego no es para todos los p¨²blicos. Sin que eso, tampoco, sea algo peyorativo, sino todo lo contrario.
Como ep¨ªtome de la gran marca estadounidense, Tommy Hilfiger defiende en sus colecciones ese modelo global, sport y accesible, convencido de sacrificar la emoci¨®n en beneficio del pragmatismo. Para la pr¨®xima temporada, el dise?ador se inspira en los grandes exploradores americanos y ofrece un cat¨¢logo completo de prendas en patchwork de cuadros y vaqueros amplios tipo boyfriend jeans (robados al novio). Todo con un singular regusto grunge.
Phillip Lim es la prueba de que incluso entre los m¨¢s j¨®venes y arriesgados de los dise?adores estadounidenses los experimentos creativos quedan relegados a la puesta en escena. En este caso, las modelos paseaban a trav¨¦s de cajas trasl¨²cidas de colores que hac¨ªan las veces de enormes filtros. A trav¨¦s de ellos se descubr¨ªan abrigos puzle y din¨¢micos vestidos y blusas florales. El modisto aprovech¨® este escenario arcoiris para presentar la l¨ªnea de cosm¨¦ticos que ha creado en colaboraci¨®n con la firma Nars y que las modelos luc¨ªan.
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