El viento que arras¨® la cebada
'Traduccions', de Brian Friel, es una de las joyas de la temporada barcelonesa Dirigida por Ferran Utzet, destaca la excelente puesta en escena y la compa?ia
La primera vez que vi Translations (1981) no la apreci¨¦. Y eso que la obra de Brian Friel no pod¨ªa llegar con mejores embajadores: el Abbey Theatre de Dubl¨ªn, en una breve visita (cuatro d¨ªas) al TNC, en 2001. Me pareci¨® entonces una pieza demasiado did¨¢ctica, sin la emoci¨®n de Danza de agosto (Dancing at Lughnasa) o El fant¨¢stico Francis Hardy (Faith Healer). Casi quince a?os despu¨¦s, su estreno catal¨¢n ¡ªTraduccions,dirigido por Ferran Utzet¡ª me ha emocionado hasta las l¨¢grimas. He cambiado yo, probablemente, pero dir¨ªa que tambi¨¦n el modelo de puesta, porque Utzet y su espl¨¦ndida compa?¨ªa, afincada en la sede de La Perla 29, productores del espect¨¢culo, fusionan lo ¨¦pico con lo ¨ªntimo como si les guiara el esp¨ªritu tutelar de David Lean. No se amoh¨ªnen ustedes por el sos¨ªsimo t¨ªtulo original: les digo desde ya que no le hace justicia a este relato apasionante y formidablemente contado, donde todos y cada uno de sus personajes tienen peso, eco e historia. Y complejidad.
Traduccions narra el intento de destrucci¨®n del idioma irland¨¦s (la variedad irlandesa del ga¨¦lico, para ser m¨¢s precisos). Destruir un idioma equivale a acabar con una cultura, una tradici¨®n, una forma de ver el mundo: ¡°Las im¨¢genes del pasado que nos configuran, encarnadas en el lenguaje¡±, como bien dice Hugh, el viejo maestro rural.
La obra est¨¢ ambientada en la imaginaria localidad de Baile Beag (o Ballybeg), en el condado de Donegal, donde Friel sit¨²a buena parte de sus piezas. La acci¨®n transcurre en 1830, en los comienzos de la ocupaci¨®n brit¨¢nica. Un destacamento de cart¨®grafos militares llega con la misi¨®n de levantar un mapa de la zona, sustituyendo los ¡°incomprensibles¡± nombres ga¨¦licos por t¨¦rminos ingleses. El segundo paso ser¨¢ acabar con la ense?anza del ga¨¦lico en las escuelas. Lo que sucede luego no puedo contarlo: hay que verlo y, por otro lado, tiene dif¨ªcil resumen.
Los oficiales brit¨¢nicos necesitan un traductor para entenderse con los lugare?os, pero cuando Friel escribi¨® el texto lo hizo en ingl¨¦s: a principios de los ochenta, pese al apoyo gubernamental, el ga¨¦lico todav¨ªa era (y sigue siendo hoy) un idioma minoritario. Pere Planella estren¨® Translations en 1987 en el Pa¨ªs Vasco, en 1987, con el grupo Tantaka, bajo el t¨ªtulo de Agur, Eire, Agur, en dos versiones: en castellano la primera, y en euskera (los irlandeses) y castellano (los brit¨¢nicos) la segunda. En la versi¨®n de Utzet, fenomenalmente traducida por Joan Sellent, todos hablan en catal¨¢n, pero con leves diferencias de acento o procedencia: rural, sin llegar al dialecto, y urbano o ¡°normativizado¡±. Utzet y Joan Yago han hecho algunos retoques en el texto que funcionan muy bien: cambios en el orden esc¨¦nico de la segunda parte y la inclusi¨®n de un breve p¨¢rrafo final que resume muy bien los hechos posteriores.
La obra est¨¢ ambientada en la imaginaria localidad de Baile Beag, en el condado de Donegal, donde Friel sit¨²a buena parte de sus piezas
Es un placer ver de nuevo a Ramon Vila y ?scar Intente, que ya trabajaron juntos en La presa (The Weir), de Conor McPherson, el debut como director de Ferran Utzet, y hacen aqu¨ª verdaderas creaciones: sus personajes bien podr¨ªan ser los tatarabuelos de aquellos. Ramon Vila es Hugh, el director de esa ins¨®lita escuela donde los campesinos estudian a los cl¨¢sicos; un le¨®n sabio, arrogante, ca¨ªdo, pero no derrotado. ?scar Intente lidia con dos papeles absolutamente opuestos: el capit¨¢n Lancey, seco e implacable jefe de los ocupantes, y el ingenuo y fantasioso Jimmy Jack, un viejo ni?o prodigio, para el que los mitos grecolatinos, que conoce al dedillo, son dioses pr¨®ximos y ben¨¦volos. Hugh y Jimmy no son Quijote y Sancho, sino dos Quijotes o dos Max Estrella zambullidos en aguardiente, que encarnan la singular fascinaci¨®n irlandesa por lo mediterr¨¢neo: en su juventud partieron a la guerra ¡°con una lanza al hombro y la Eneida en el bolsillo¡± (para despistarse en la primera taberna) y ahora se despiden de un mundo que no volver¨¢ a ser jam¨¢s como el que conocieron.
Los hijos de Hugh viven actitudes enfrentadas ante el invasor. Owen (David Vert), traductor de los brit¨¢nicos, no se considera un colaboracionista, sino un emprendedor que trata de adaptarse a los nuevos tiempos; quiere creer tambi¨¦n que el nuevo idioma ser¨¢ un puente hacia la modernidad y el progreso. Manus (Albert Prat), cojo, introvertido, defensor de la tradici¨®n y tan erudito o m¨¢s que su padre, seguir¨¢ el camino inverso. Sus conflictos son muy poderosos y est¨¢n estupendamente servidos por los actores, pero quiz¨¢s el personaje m¨¢s desgarrado entre pulsiones contrarias sea el teniente Yolland (soberbio Ivan Benet), el joven oficial que se enamora de un pa¨ªs, de una lengua y de sus gentes, y comprende que est¨¢ destruyendo esa cultura y que siempre ser¨¢ un extranjero. Hay una escena bell¨ªsima en la que, a instancias de Maire (Montse Morillo, llena de fuerza), la muchacha que quiere ir a Am¨¦rica, recita los antiguos nombres del territorio como si fueran palabras de amor: perfecta met¨¢fora de lo que es una lengua. Jenny Beacraft, actriz americana afincada en Catalu?a, borda el rol de Sarah, una campesina muda a la que Manus ense?a a hablar. Al comienzo de la segunda parte augura la tragedia con una estremecedora interpretaci¨®n de El viento que mueve la cebada, la balada sobre la rebeli¨®n de 1798; al final canta el no menos h¨ªmnico Wild Rover con toda la compa?¨ªa. J¨²lia Truyol (Bridget) y Eric Auquer (Doalty) est¨¢n igualmente impecables en sus breves, pero sustanciosos papeles. El reparto es uno de los mejor elegidos y conjuntados que he visto ¨²ltimamente. La puesta en escena es minuciosa, llena de vida, con un ritmo sostenido: casi tres horas sin un baj¨®n. Todo est¨¢ cuidad¨ªsimo: la escenograf¨ªa de Maura Nylon, el vestuario y las caracterizaciones de Anita Ribera; la iluminaci¨®n de Guillem Gelabert. Ferran Utzet, que planea cerrar su ¡°trilog¨ªa irlandesa¡± con Dancing at Lughnasa (?bien!), es un director a tener muy en cuenta; y Traduccions, una de las joyas de la temporada barcelonesa.
He aplaudido tambi¨¦n el arrojo y el riesgo de las T de Teatre, siempre buscando caminos nuevos: tras sus trabajos con Daulte y Sanzol, abordan (y bordan) Dones com jo, de Pau Mir¨®, en el Romea, una comedia oscura, tan inesperada como las anteriores. Mujeres que frisan la cincuentena, perdidas en trabajos mal pagados, rabiosas, depresivas, tratando de salir adelante armadas de un humor m¨¢s agri que dulce. Se lo cuento la semana pr¨®xima.
Traduccions-Translations de Brian Friel. Direcci¨®n: Ferran Utzet. Int¨¦rpretes: Ramon Vila, ?scar Intente, David Vert. Biblioteca de Catalu?a. Hasta el 9 de marzo.
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