Una supervivencia agotadora
Lo que no puedo evitar a la hora de presenciar su odisea es haber mirado varias veces el reloj y haber cambiado de postura en la butaca m¨¢s de lo normal
No recuerdo si fue el propio Alfred Hitchcock o bien alguno de sus ex¨¦getas m¨¢s apasionados el que afirm¨® algo tan audaz como que solo ¨¦l podr¨ªa rodar una pel¨ªcula en el claustrof¨®bico espacio de un ascensor manteniendo enganchados de principio a fin a los espectadores. Por mi parte, no dudo de que aquel hombre gordo y genial hubiera salido victorioso en reto tan complicado. Casi todo el metraje de N¨¢ufragos se desarrollaba en una barca en medio del mar. Dispon¨ªa de bastantes personajes en ella, incluido un artero nazi, y ocurr¨ªan las suficientes cosas para que no te desentendieras en ning¨²n momento de su intriga.
Rodrigo Cort¨¦s se propuso algo a¨²n m¨¢s dif¨ªcil en Buried, como era crear permanente intriga con un hombre encerrado en un ata¨²d y el resultado fue excelente. Pero confieso que de entrada estos arriesgados experimentos me provocan cierta pereza inicial, el temor a aburrirme viendo y escuchando a un solo personaje sin cambiar en ning¨²n momento de escenario. Reconozco que esto me ocurre por ser un espectador demasiado convencional. Tambi¨¦n me siento muy mayor para andar descubriendo el sublime valor de aventuras tan extremas y solitarias.
En Cuando todo est¨¢ perdido s¨¦ que ¨²nicamente voy a ser testigo de lo que le ocurre a una persona. Voy a estar durante 106 minutos en la exclusiva compa?¨ªa de Robert Redford. Lo cual no me incita precisamente a dar saltos de alegr¨ªa ante el espect¨¢culo que me espera. Pero antes me han informado de que ha recibido m¨²ltiples nominaciones a premios y las criticas la han bendecido con infinitos adjetivos admirativos. O sea, que aparco moment¨¢neamente mis prejuicios sobre un actor que fue grande durante mucho tiempo, pero al cual me cuesta esfuerzo mirar desde que se empe?¨® en que la cirug¨ªa facial (aplicada desastrosamente) le har¨ªa parecer eternamente joven, irresistible y hermoso.
En el arranque suena en off y convincentemente la voz de Redford cont¨¢ndonos que va a tirar la toalla ante su destrucci¨®n, que no va a luchar m¨¢s por su supervivencia, que acepta la inminente llegada de la muerte. No vuelve a abrir su desesperada boca. Exagero. Una vez grita ¡°joder¡±, en otra ¡°Dios¡± y tambi¨¦n hay un momento en el que suplica in¨²tilmente ayuda a trav¨¦s de la radio de a bordo. El guionista y director no ha tenido la necesidad de estrujarse el cerebro invent¨¢ndole mon¨®logos. No sabemos nada de la existencia de este hombre acorralado ni al principio, ni en el medio, ni al final. Un cartelito, eso s¨ª, nos informa de que su infortunio est¨¢ sucediendo en el Oc¨¦ano ?ndico. Pues vale. ?Y porqu¨¦ no?
Y retornan a lo que ha sucedido en el angustioso pasado de este hombre desde hace nueve d¨ªas. Un contenedor choc¨® con su velero y lo inund¨® de agua. Van a retratar sus m¨¦todos para sobrevivir esperando que llegue milagrosa ayuda. Y lamento mucho su desgracia. Y celebro su ingenio, su coraje y su instinto de supervivencia. Lo que no puedo evitar a la hora de presenciar su odisea es haber mirado varias veces el reloj y haber cambiado de postura en la butaca m¨¢s de lo normal. ?Me he explicado?
Babelia
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