El poder y la gloria

¡°En el momento en que supones que hubo un creador y un plan, los humanos se convierten en objetos de un experimento cruel por el que nos crearon para estar enfermos y se nos orden¨® que estuvi¨¦ramos bien¡±. La frase, provocadora, pujante e irreprochable como casi todas las suyas, es del periodista y escritor Christopher Hitchens, pero bien podr¨ªa haberla pronunciado un tal Martin Sixsmith, periodista de la BBC ca¨ªdo en desgracia por uno de esos resbalones en las redes sociales que a veces te cuestan el infierno, que acab¨®, casi con desgana, introduci¨¦ndose en una historia de inter¨¦s humano que le ha acabado reportando la gloria. Primero, como escritor de Philomena,una novela basada en una historia real, y ahora, como personaje coprotagonista de una pel¨ªcula basada en aquella novela, dirigida por un cl¨¢sico del cine contempor¨¢neo, Stephen Frears. Sixsmith, ateo en materia religiosa, procaz en su escritura y descre¨ªdo con la vida, parece una suerte de Hitchens que, por una vez, se hubiera visto introducido en un t¨²nel de delicadeza.

Y, sin embargo, qu¨¦ poco maniquea es Philomena. El relato de uno de esos casos que no admiten medias tintas, los beb¨¦s robados a adolescentes presuntamente descarriadas por parte de instituciones religiosas, parec¨ªa presto para el ruido y la furia en una sola direcci¨®n. Pero la capacidad de Frears y sus guionistas, Jeff Pope y Steve Coogan (tambi¨¦n magn¨ªfico protagonista) para huir de lo obvio lo convierten en algo mucho m¨¢s trascendente y complejo. Pol¨ªticamente incorrecta, incluso blasfema en bastantes momentos, la pel¨ªcula, en cambio, tiene dardos tambi¨¦n contra los prejuicios de una cierta izquierda poco dada a la reflexi¨®n sobre sus propias opiniones, m¨¢s que creadas, instaladas a cal y canto gracias a los apriorismos.

La gran cantidad de temas a los que se acerca la pel¨ªcula, todos ellos mayores, la instalan en arenas movedizas a cada instante: las creencias religiosas (y el respeto por ellas), las instituciones eclesi¨¢sticas, el periodismo, las redes sociales, el juego sucio pol¨ªtico, el juicio universal de la masa sin posibilidad de atenuantes, el sensacionalismo, los derechos de los homosexuales, el drama de las adopciones que encubren cr¨ªmenes atroces y hasta la pol¨ªtica alrededor del sida. Ahora bien, siempre hay terreno para otorgar defensas a las acusados... aunque sea para acabar conden¨¢ndolos como personajes. Eso s¨ª, previo juicio narrativo, previa reflexi¨®n dram¨¢tica.

Con una sensacional Judi Dench, y ese Steve Coogan de preciosa voz, capaz de matizar una interjecci¨®n de diez modos distintos, estamos ante una obra de incuestionable valor social que, llegando desde el melodrama (el m¨²sico Alexandre Desplat se reinventa en cada pel¨ªcula), tiene sitio para lugares tan dispares como el cine pol¨ªtico y la comedia ir¨®nica. Quiz¨¢ demasiado bonita para una parte de la cr¨ªtica, al¨¦rgica, como el propio periodista protagonista, a "las historias de tintes humanos", Philomena es al mismo tiempo cine de denuncia y cine popular. Cine para emocionarse.