El plan maestro

De pronto me ha llegado el primer recuerdo de Paco. Es una historia que me cont¨® su amigo Manuel Molina de cuando eran adolescentes y juntos jugaban a la pelota en el patio de un corral de vecinos en Algeciras. Los chavales jugaban y Paco, desde una ventanita, los ve¨ªa jugar.

Paco estaba encerrado con su guitarra y un viejo gram¨®fono en el que sonaba una y otra vez la Ronde?a de Don Ram¨®n Montoya. Eran los ¨²ltimos deberes que le hab¨ªa puesto su padre y, hasta que la aprendiese a la perfecci¨®n, no podr¨ªa salir al patio. As¨ª empieza la historia de este genio que nos ha abandonado por sorpresa. Un padre severo, una disciplina f¨¦rrea y una juventud vivida entre las seis cuerdas. Don Phoren en su libro El plan maestro narra con detalle la importancia de Antonio S¨¢nchez Pecino, padre y primer maestro de Paco, en la formaci¨®n del guitarrista. Paco, como todos los de su generaci¨®n, empez¨® bebiendo en la fuente del Ni?o Ricardo, una guitarra flamenca llena de duende e inspiraci¨®n. El Ni?o Ricardo y Paco de Luc¨ªa llegaron a grabar juntos un disco memorable de El Lebrijano.

Paco ya ten¨ªa la hondura flamenca cuando escuch¨® el primer disco de Sabicas, gitano de Pamplona exiliado tras la guerra. Con Sabicas descubre la perfecci¨®n, la limpieza de ejecuci¨®n y la brillantez del sonido. Supo hacer la gran s¨ªntesis entre un Ricardo, pleno de inspiraci¨®n pero cortito de t¨¦cnica, y un Sabicas plet¨®rico de facultades, pero cortito de flamencura. Y nace Paco para dejar asombrados a todos sus contempor¨¢neos. El Paco con Camar¨®n, con Manuel de Falla, con el Maestro Rodrigo, con Chick Corea, con John McLaughlin, con Al di Meola, con Santana¡­ ?hay quien d¨¦ m¨¢s?

?Salve Paco!