El llanto del papel
No es f¨¢cil imaginarse un mundo, un ayuntamiento, una casa o una oficina sin papel higi¨¦nico, sin papel de cocina, sin papel de embalar, sin papel folio, sin papel moneda, sin papel en absoluto cuando muera por completo, el papel. De hecho 2.300 a?os de existencia han ido procur¨¢ndole una categor¨ªa eximia incluso m¨¢s all¨¢ de su almacenamiento y de su variada prestaci¨®n. Su naturaleza es parte de la civilizaci¨®n y su civilizaci¨®n es parte de la naturaleza empapelada de vientos y revoluciones. Naturaleza del progreso, de la comunicaci¨®n, de la creaci¨®n, de la judicializaci¨®n o la transformaci¨®n.
Sin papeles los emigrantes no son nada. Y nosotros sin papeles podr¨ªamos vernos tambi¨¦n despojados de entidad. Pero no ser¨¢ as¨ª de un solo golpe. El papel desaparecer¨¢ suavemente y en proporciones decrecientes para llegar a no hacerse ¨²til, s¨®lo lit¨²rgico u ornamental.
Es seguro que el papel ya no se legitima ni por su coste ni por su practicidad. Y, sin embargo, podr¨ªa permanecer presente precisamente por esas deficiencias que lo transforman en un ilustre producto del deseo movido por su vast¨ªsima y proteica historia, que ya va desde las biblias a los mensajes de guerra y de la guerra a las cartas de amor.
Los objetos desaparecen, las tecnolog¨ªas se hacen enanas, los mensajes son hoy apenas soplos
Pero ya entrevemos, unos y otros, que, sin papel, puede vivirse sin detrimento del bienestar material, porque el papel pertenece, cada vez m¨¢s, al ¨¦nfasis, al esp¨ªritu puro, m¨¢s a la moral celular (o cedular) que a la marchita celulosa, m¨¢s al vapor que al valor.
De hecho, si el papel ha pervivido m¨¢s de la cuenta debe de ser porque, poco a poco, ha dejado de pertenecer a las leyes de la econom¨ªa y se ha envuelto en los aceros de la her¨¢ldica. O bien: si progresivamente se encuentra dentro del orden de un pret¨¦rito blasonado s¨®lo corre morosamente hacia el momento en que su productividad alcance la as¨ªntota cero y perezca en ella. Porque ya una hoja en blanco o escrita es alma, memoria o imaginaci¨®n.
?Nada importante? Muy importante para quienes hemos aprendido, cre¨ªdo en Dios y obedecido a la polic¨ªa y pagado las cuentas mediante el papel pero irrelevante para quienes desde su nacimiento lo han visto pasar como un ensalmo. De otro lado, el papel fue consustancial a los manifiestos m¨¢s subversivos pero acabados los panfletos y sus manifiestos qu¨¦ peso le queda.
Desde el antiguo mundo chino en que papel e imprenta compon¨ªan un n¨²cleo duro de poder y la escritura no ten¨ªa mayor cuna de oro que su garabato, han transcurrido siglos en que su alta condici¨®n se rebajaba. Y as¨ª efectivamente ser¨¢ el pr¨®ximo periodo de su definitiva p¨¦rdida. No un estruendo de derrotas clamando sino una sigilosa evanescencia que har¨¢ indolora su real desaparici¨®n. Los objetos desaparecen, las tecnolog¨ªas se hacen enanas, los mensajes son hoy apenas soplos.
En ese viento general que barre las hojas, el papel es un estorbo y el mundo sin papeles ser¨¢ un mundo m¨¢s ligero y limpio, un mundo donde las palabras se deslizar¨¢n sin mancillar por la pantalla y la lectura ser¨¢ un patinaje total. La luz interior a la pantalla sustituye a la lamparilla para ver las letras y la cosecha del conocimiento no ser¨¢ ya una pila de libros astrosos sino una larga cola siempre resbaladiza que sin la interrupci¨®n de la p¨¢gina numerada permitir¨¢ libar velozmente y se ver¨¢ entonces grotesca, o muy grotesca, la cabeza y la atenci¨®n tascando sobre el antiguo pensamiento brotando del papel.
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