Versos
Panero era un poeta le¨ªdo por profesores de universidad, que fueron los primeros que nos acercaron a su obra, y por los marginales de carrera
Tememos la locura, el pensamiento incontrolable. Pero tambi¨¦n secretamente admiramos a los locos. En una sociedad donde la transgresi¨®n ha perdido el efecto punzante, porque su estrategia casi siempre resulta m¨¢s ladina que estimulante y se agota como todo lo manido, ya solo queda la locura para golpear. La fascinaci¨®n que siempre produjo el poeta Leopoldo Mar¨ªa Panero se prolong¨® en su reciente muerte prematura. Las im¨¢genes m¨¢s recientes que nos quedaban eran del programa literario de Drag¨® y la tertulia abierta que Javier Sard¨¢ trajo de la radio a su Cr¨®nicas marcianas y en la que Panero era una estimulante voz sin concierto. Poeta admirado, tambi¨¦n el mundo del rock se acerc¨® a su obra de manera tentativa y malditista, pero en todas las comparecencias grabadas del poeta se le ve¨ªa preso en su aura.
Dos obras maestras del cine espa?ol siguen erigi¨¦ndose en ventanas por las que mirar asombrados al personaje. El desencanto, de Jaime Ch¨¢varri, donde la familia mostraba los escombros del hogar y serv¨ªa para empezar a decirle a un pa¨ªs en pleno cambio pol¨ªtico que tambi¨¦n su moral ¨ªntima era falsa y precaria, y Despu¨¦s de tantos a?os, de Ricardo Franco, donde la locura ya se adue?aba definitivamente del relato crepuscular. Aunque parezca una exageraci¨®n, estas pel¨ªculas convierten a Panero en el poeta m¨¢s visualizado de la literatura espa?ola, donde los tiempos siempre fueron r¨¢canos para la l¨ªrica. Medi¨¢tico por ser contramedi¨¢tico, Panero era un poeta le¨ªdo por profesores de universidad, que fueron los primeros que nos acercaron a su obra, y por los marginales de carrera.
La misma fascinaci¨®n que produc¨ªa el Nietzsche braceando contra Dios y la raz¨®n, se ha traspasado hoy a esa imposible domesticaci¨®n de la locura. Panero con su m¨¢scara era la imagen perfecta de la autenticidad, en un mundo que ya no se cree la cara de nadie. Pero al final lo importante result¨® ser la poes¨ªa, donde aparec¨ªa un dolor que pod¨ªa ser compartido. Y en los versos llegaba la ¨²nica cordura posible. Javier Rodr¨ªguez Marcos citaba, con tino, estos: ¡°Porque todos llevamos dentro un ni?o muerto, llorando, que espera tambi¨¦n esta ma?ana, esta tarde como siempre, festejar con los Otros, los invisibles, los lejanos, alg¨²n d¨ªa por fin su cumplea?os¡±.
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