Neil Jordan, dentista de vampiros
El director le arranca los colmillos al nosferatu en 'Byzantium', su "¨²ltima palabra" sobre el tema tras 'Entrevista con el vampiro'
El t¨®pico de "a la tercera va la vencida" le va bien a Neil Jordan. El cineasta irland¨¦s, que firm¨® dos obras fundamentales del horror y el fant¨¢stico ¡ªEn compa?¨ªa de lobos (1984) y Entrevista con el vampiro (1994)¡ª le pone el punto y final a una trilog¨ªa sui generis con Byzantium (2012), que llega con dos a?os de retraso a la cartelera espa?ola, tal vez por la sobresaturaci¨®n de colmillos de la saga Crep¨²sculo. "Es dif¨ªcil rodar una pel¨ªcula de vampiros hoy en d¨ªa, porque se han convertido ya en un clich¨¦", afirma el director, que no ha visto ni le¨ªdo la versi¨®n brillo-bajo-el-sol del nosferatu seg¨²n Stephenie Meyer. "Pero han tenido un mont¨®n de ¨¦xito, ?no? No s¨¦, yo solo les veo inter¨¦s si los reinventas".
El lavado de cara de Jordan empieza con una ortodoncia. Fuera colmillos. Sus vampiros en Byzantium chupan, pero no muerden; la u?a del pulgar se les extiende y con ella seccionan la car¨®tida. Adem¨¢s, no pueden pasar su don de forma convencional. En vez de entregar el don oscuro que se pasaban entre Tom Cruise y Brad Pitt, se entregan un mapa que lleva a una isla perdida, como en una novela de Stevenson. All¨ª se encuentran con una versi¨®n peculiar del doppelg?nger, otro ingrediente m¨¢s en el alterado retrato del nosferatu que ofrece Byzantium.
Pero la culpa de todas estas licencias no se le puede echar directamente a Neil Jordan. Por tercera vez en una filmograf¨ªa de 17 largometrajes, el cineasta no firma el guion. Y este ni siquiera se concibi¨® para cine; primero fue una obra de teatro de la dramaturga Moira Buffini que la propia autora convirti¨® en libreto. Desde la primera lectura, Jordan se fascin¨®: "Tocaba muchos temas que yo he tocado. Y lo que m¨¢s me llamaba la atenci¨®n era que los vampiros eran lo de menos. Lo que importaban eran los personajes, la historia de dos mujeres obligadas a pasar la eternidad junta".
Madre e hija vampiresas. La una?(Gemma Atterton) en una cris¨¢lida de atractiva juventud, que emplea para ganarse el pan como prostituta; la otra?(Saoirse Ronan) una adolescente que escribe el secreto de su historia en un diario del que d¨ªa a d¨ªa arranca sus hojas y las lanza por la ventana. Si la convivencia paternofilial es complicada de por s¨ª en la pubertad, cuando esta dura para siempre la cosa se complica. Por supuesto, surge el amor como ruptura, aunque muy alejado de los c¨¢nones de belleza metrosexual de Crep¨²sculo. El chico que atrae a Ronan es un desgarbado adolescente, enfermo cr¨®nico de leucemia, al que encarna Caleb Landry Jones. En Byzantium se parecen como dos gotas de agua (?sangre?), m¨¢s hermanos que amantes, y su director les atribuye todo el m¨¦rito a ellos: "El ¨²nico truco es la interpretaci¨®n. Es verdad que te?imos a Saoirse para que fuera pelirroja, pero si los ves uno al lado del otro no se parecen en nada. Y sin embargo en la pel¨ªcula consiguen parecer hermanos. Es m¨¦rito suyo".
La obsesi¨®n de Byzantium no se encuentra en la sangre, que corre en cascadas literales en alguna escena, ni en los nosferatu per se, sino en un intimista estudio de la memoria en un ser eterno: "La memoria era el tema. El reto m¨¢s dif¨ªcil de la pel¨ªcula. Para un vampiro, pasado y presente son id¨¦nticos. Los recuerdos, debido a su memoria perfecta, se funden con la realidad sin fisuras". De ah¨ª que una de las soluciones est¨¦ticas m¨¢s repetidas de la pel¨ªcula sean los reflejos. Jordan filma a los personajes tras ventanas o espejos, encerrados tras muros de cristal. Y lo hace por dos motivos: porque el vampiro cl¨¢sico nunca se refleja (otro t¨®pico que hacer a?icos) y porque cree que la memoria nos visita especialmente a trav¨¦s del cristal, de nuestro reflejo sobre ¨¦l.
La memoria era el tema de la pel¨ªcula.?Para un vampiro, pasado y presente son id¨¦nticos
Para plasmar el rojo, color por excelencia si de vampiros va la cosa, Jordan opt¨® por lo on¨ªrico. Hay escenas gore m¨¢s convencionales, de arterias chorreantes y decapitaciones. Pero la imagen m¨¢s recurrente y terror¨ªfica del film es tambi¨¦n la m¨¢s bella: un conjunto de espumosas cascadas que gradualmente cambian el blanco por el rojo. Cosecha propia de Jordan, pues no ven¨ªa en el guion: "La verdad es que lo hicimos porque la localizaci¨®n del guion se nos sal¨ªa de presupuesto. Pens¨¦ en una imagen muy cotidiana para m¨ª que se ve desde una ventana de mi casa. El torrente de una cascada. De pronto lo vi. El blanco se volv¨ªa rojo".
Que Neil Jordan cierre el Libro de Nod para siempre ¡ªy lo subraya es "su ¨²ltima palabra, que ya est¨¢ bien [r¨ªe]"¡ª no significa que le diga adi¨®s a su gran obsesi¨®n por el fant¨¢stico, por los cuentos de hadas y lo pagano. A esta trilog¨ªa sangrienta, su on¨ªrica Dentro de mis sue?os y su peculiar Sirenita de Ondine se le sumar¨¢n futuras pel¨ªculas: "A¨²n no puedo decir nada porque a¨²n estoy pensando cu¨¢l ser¨¢ el pr¨®ximo proyecto. Pero s¨ª, no me despedir¨¦ del fant¨¢stico. Es algo que me encanta". ?
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