La poes¨ªa: profesi¨®n de fe
El ritmo es el esqueleto, pero es la pl¨¢stica del poema lo que m¨¢s llama la atenci¨®n en su obra
¡°Altos muros del agua, torres altas, / aguas de pronto negras contra nada, /impenetrables, verdes, grises aguas, / aguas de pronto blancas, deslumbradas¡±. Muchos son los versos de Octavio Paz con una estructura an¨¢loga a la de estos. Y si seguimos leyendo el poema, en la tercera estrofa encontramos: ¡°El resonante tigre de las aguas, / las u?as resonantes de cien tigres, / las cien manos del agua, los cien tigres / con una sola mano contra nada¡±. Este modo, que adem¨¢s de no temer la rima asonante incorpora la repetici¨®n de palabras con distintas ubicaciones y pesos, responde en primer lugar la inteligencia y el dominio de quien esto escribe. Octavio Paz, es sabido, aparece como uno de esos manantiales de luz del intelecto que ilumina todas las parcelas del acervo humano. En su poes¨ªa hace lo propio a trav¨¦s del mismo hecho po¨¦tico. Y este se presenta, dice ¨¦l, en el ritmo, la m¨²sica, la met¨¢fora, la analog¨ªa, la combinatoria... El ritmo es el esqueleto, pero es la pl¨¢stica del poema lo que m¨¢s llama la atenci¨®n en su obra. Las palabras nos dicen algo que est¨¢ m¨¢s cerca de nosotros que su sentido, act¨²an como los colores en un cuadro.
En estas estrofas, de coger un pincel y pintar azul el ¡°agua¡±, blanca la ¡°nada¡± y rojo el ¡°tigre¡±, tendr¨ªamos en la primera cuatro manchas azules y una blanca, y en la segunda, tres manchas rojas, dos azules y una blanca. Se dir¨ªa una obra de Mir¨®, pero tambi¨¦n se trata de un trayecto. En la primera hallamos ¡°muros¡±, ¡°torres¡± e ¡°impenetrables¡±, puros obst¨¢culos, y por otro lado ¡°aguas¡±, ¡°verdes¡± y ¡°deslumbradas¡±, que invitan a un fluir. El conjunto entero del poema se presenta como un ¨¢mbito cerrado y seductor, un laberinto visual en el que todo se resuelve en la misma contraposici¨®n de sus elementos. La maestr¨ªa de Octavio Paz es esta: atraparnos liber¨¢ndonos a la vez con su particular modo de empleo de los materiales.
?Se trata de una cuesti¨®n externa? ?l mismo nos contesta: ¡°La forma que se ajusta al movimiento / no es prisi¨®n, sino piel del pensamiento¡±.
Hay que adivinar, pues, el pensamiento a trav¨¦s del aspecto y no a trav¨¦s del contenido de la palabra. ?Cu¨¢l es el prop¨®sito final? Paz no dir¨ªa nunca como Cirlot: ¡°Poes¨ªa es lo que el mundo no es y no me da¡±. Tan culto y conocedor del mundo surrealista o esot¨¦rico como este, se halla, en cambio, en la posici¨®n contraria: ser¨¢ el poeta el que tome del mundo lo que quiera y lo someta a metamorfosis. Gran ensayista y pensador, el mexicano afirma: ¡°Un poema no solo es un objeto verbal, sino que es una profesi¨®n de fe¡±. De hecho es el cuerpo del poema al que ¨¦l da vida como ¡°artista¡±, el objeto de su fe, por ello es hasta tal punto completo su logro. Y en el poema se halla el mundo entero.
El ritmo es el esqueleto, pero su pl¨¢stica es lo que llama la atenci¨®n
Si Mallarm¨¦, as¨ª lo destaca Paz, ve¨ªa ¡°la poes¨ªa como m¨¢scara de la nada¡±, para ¨¦l ser¨ªa m¨¢s bien "m¨¢scara de todo". Con sus libros, ll¨¢mense Libertad bajo palabra, ?rbol adentro, Ladera Este, Blanco o Salamandra nos sit¨²a ante todas las culturas de todas las ¨¦pocas, desde las aut¨®ctonas mexicanas a las del Jap¨®n y de la India o a las vanguardias europeas de la primera mitad del siglo XX, sin evadir siquiera el hilo de sus propios pasos (Pasado en claro) y siempre con esa luz que es proyecci¨®n del pensamiento sobre el poema de modo que atrae, de inmediato, a los ojos. ?l es plenamente consciente de ello pues afirma: ¡°La poes¨ªa / como la verdad, se ve¡±, y tambi¨¦n: ¡°La cr¨ªtica del objeto prepara la resurrecci¨®n de la obra de arte no como cosa que se posee, sino como presencia que se contempla¡±.
Babelia
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