Un acto
Su¨¢rez, negociador y seductor, tambi¨¦n exhibi¨® un coraje y una dignidad que parece reservado a los h¨¦roes de las pel¨ªculas
Que no habr¨ªa ninguna revoluci¨®n en este pa¨ªs despu¨¦s de palmarla el due?o absoluto del reino, aquel dictador inconfundiblemente bajito en todo excepto en su g¨¦lida crueldad, es algo que sab¨ªa cualquier persona que poseyera desolado sentido de la realidad, aunque en nombre de la justicia real o po¨¦tica hubieran so?ado muchas veces con ello. La elecci¨®n del monarca, de la persona que iba a dirigir el mosqueante barco desde la caverna, una cosa muy rara llamada Transici¨®n, tampoco invitaba a lanzar cohetes a todos los que hab¨ªan padecido durante infinito tiempo una losa extenuante llamada fascismo. El hombre encargado de ello, un profesional de la ascensi¨®n pol¨ªtica, hab¨ªa ostentado entre otros cargos transparentes el de ministro secretario general del Movimiento.
Qu¨¦ grima y qu¨¦ miedo para los que se sent¨ªan asfixiados, humillados y ofendidos por el Movimiento, el bracito en alto con la camisa azul, las monta?as nevadas, la Espa?a Una, Grande y Libre. Tambi¨¦n la pavorosa sensaci¨®n de que todo estaba atado y bien atado, seg¨²n la obsesiva certidumbre del finado, de que todo seguir¨ªa igual, prescindiendo incluso de un toque conveniente de maquillaje.
Pero el tah¨²r del Misisip¨ª (as¨ª le defini¨® Guerra, pero aquel pretendido insulto despu¨¦s adquiri¨® el sentido de un piropo, teniendo en cuenta lo admirablemente que jug¨® partidas tan trascendentes el maquiav¨¦lico ventajista) resulta que s¨ª cre¨ªa en la democracia, que hasta los diablos rojos ten¨ªan derecho a ser legalizados, que hab¨ªa que evitar a cualquier precio que el viejo y el nuevo mundo se hostiaran, que las dos Espa?as no intentaran devorarse la yugular.
Y, por supuesto, este pol¨ªtico demostr¨® que un acto puede ser m¨¢s expresivo que un mill¨®n de palabras. El negociador, el seductor, tambi¨¦n exhibi¨® un coraje y una dignidad que parece reservado a los h¨¦roes de las pel¨ªculas. Permaneci¨® de pie en el Parlamento ante unas bestias con metralletas que le exig¨ªan tirarse al suelo, que podr¨ªan tener la tentaci¨®n o la l¨®gica de volarle la cabeza. Su¨¢rez ha contado despu¨¦s que se mantuvo erguido porque era su deber como presidente. Te puedes fiar de un tah¨²r que se juega la vida en nombre de tanta gente cuando no hay m¨¢s remedio.
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