El Prado devuelve el brillo a Rubens
¡®El triunfo de la Eucarist¨ªa¡¯ se expone, tras una restauraci¨®n de tres a?os
Rubens pintaba a lo grande tambi¨¦n lo peque?o. Como prueba de ello, tama?os, escalas y soportes del genio flamenco se citan en el Prado en la singular muestra El triunfo de la Eucarist¨ªa (hasta el 29 de junio). El museo propone mirar, alumbrados por una nueva luz, cuatro de los 20 tapices encargados para el Monasterio de las Descalzas Reales de Madrid por la Infanta Isabel Clara Eugenia (hija de Felipe II) a trav¨¦s de un dispositivo que recuerda al de una lente de aumento invertida. En la escenograf¨ªa, elegante alarde museogr¨¢fico, los enormes pa?os se colocan contra la pared y en la perspectiva de sus modelos (modelli, en la jerga italian¨®fila); esas delicadas tablas pintadas por el propio Rubens (1577-1640) y llamadas a servir de manual de instrucciones a los empleados de su taller y a los artesanos de Bruselas que culminaron entre 1625 y 1633 la ambiciosa empresa, "uno de los mejores ejemplos del mecenazgo del siglo XVII", seg¨²n reza la inscripci¨®n de bienvenida al recorrido.
Y como instrumento de trabajo que fueron cumplieron su funci¨®n especular. Los tapices se tej¨ªan en seda y lana por detr¨¢s. De ese modo, lo que en las tablas, paso intermedio entre el boceto y el cart¨®n, ocupa la parte izquierda (un San Ambrosio que mira al espectador, pongamos) acab¨® en el lado derecho en el resultado final (en este caso; el tapiz Los defensores de la Eucarist¨ªa).
Adem¨¢s de establecer un embriagador juego de perspectivas, la exposici¨®n sirve tambi¨¦n, y sobre todo, para celebrar la restauraci¨®n de las seis tablas de Rubens que posee el Prado. Ha sido un proceso complejo de m¨¢s de tres a?os llevado a cabo en el taller de restauraci¨®n del museo, cuyas actividades financia la Fundaci¨®n Iberdrola. El equipo ha contado con el apoyo del programa Panel Paintings Initiative con el que la Fundaci¨®n Getty de Los ?ngeles ¡°trata de avanzar en el conocimiento acerca de la conservaci¨®n de las pinturas sobre tabla¡±, explic¨® ayer Gabriele Finaldi, director adjunto de la pinacoteca, quien record¨® que la colaboraci¨®n con la instituci¨®n californiana y George Bissaca, del Metropolitan Museum de Nueva York, ya se hab¨ªa dado con motivo del rescate hace cuatro a?os del Ad¨¢n y Eva de Durero.
Result¨® justo por tanto que fuera para los restauradores Jos¨¦ de la Fuente y Mar¨ªa Antonia L¨®pez Asia¨ªn el protagonismo del acto de presentaci¨®n a la prensa (que arranc¨® con un minuto de silencio en memoria de Adolfo Su¨¢rez, pedido por Jos¨¦ Pedro P¨¦rez Llorca, que es presidente del patronato y fue ministro en el gabinete del pol¨ªtico fallecido).
De la Fuente ofreci¨® una trepidante explicaci¨®n sobre el estado, realmente pavoroso, en el que se encontraban las seis tablas y lo (mucho) que se pudo hacer por ellas: agrandadas hace siglos para alterar su composici¨®n y simetr¨ªas con madera de pino (tan distinta de la original de roble, de textura amarmolada), cuarteadas, encoladas y rellenadas torpemente con estuco y sometidas a una insoportable presi¨®n por una suerte de rejilla hecha de tablillas de madera que hubo de ser retirada.
En varias ocasiones durante su conferencia, De la Fuente pidi¨® a la concurrencia que no se asustara ante sus explicaciones, como hace un mago antes de atravesar con las espadas a su bella ayudante. Para ilustrar el milagro se apoy¨® en im¨¢genes del proceso, durante el cual se desmembraron literalmente las tablas para rehacer un rompecabezas ensamblado por una tecnolog¨ªa tan el¨¢stica como asombrosa cuyas tripas quedan al descubierto en la parte trasera de cuatro de las seis tablas expuestas. Las otras dos, que no se corresponden con ninguno de los cuatro tapices prestados por Patrimonio Nacional, lucen enmarcadas al final del recorrido.
Despu¨¦s, cuando fue el turno de recordar la parte pict¨®rica del proceso de restauraci¨®n, L¨®pez Asia¨ªn explic¨® c¨®mo hab¨ªa ¡°devuelto el volumen a las figuras para lograr colocarlas en su lugar en el plano¡±, antes de exhortar a los presentes a acercarse ¡°a las pinturas¡±. ¡°Descubrir¨¢n a un Rubens fresco e ¨ªntimo¡±.
Para dejar constancia de estos heroicos trabajos se ha colocado al principio de la exposici¨®n una imagen infrarroja, una reproducci¨®n en escayola de la superficie, as¨ª como el marco y el a?adido retirados de una de las tablas. Un v¨ªdeo completa la funci¨®n pedag¨®gica.
Como testimonio de las circunstancias en las que fue hecho el encargo cuelga un retrato de la Infanta Isabel Clara Eugenia, que encomend¨® el proyecto a Rubens para conmemorar la muerte de su marido, el archiduque Alberto de Austria, y de paso entonar un canto a las virtudes de la contrarreforma. ¡°Rubens era su pintor favorito y uno de los m¨¢s exitosos de la Europa de aquel tiempo¡±, explic¨® el conservador Alejandro Vergara, comisario de la exposici¨®n junto a Anne Wollet (del museo Getty, adonde el conjunto viajar¨¢ en octubre).
Vergara cerr¨® su parlamento con la clase de ¨ªntima confesi¨®n de quien ha dedicado muchas horas a una larga relaci¨®n con altibajos (en su caso, con un pintor muerto hace casi cuatro siglos): ¡°?Qu¨¦ nos da Rubens hoy?¡±, se pregunt¨®. ¡°Nos ofrece vida, puro p¨¢lpito vital¡±.
Y podr¨ªa ser cierto. Tras obedecer el consejo de la restauradora de intimar con las tablas resucitadas, el visitante sale vivificado del encontronazo con Rubens.
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