Arte narrado para el combate
Una exposici¨®n repasa la obra de la pintora Paula Rego, gran maestra de la pintura figurativa, y de la experiencia de las mujeres
¡°Amo Inglaterra, aqu¨ª me siento mucho m¨¢s libre¡±. La pintora Paula Rego (Lisboa, 1935), descrita por el cr¨ªtico de arte Robert Hughes como la mejor retratista viva de las experiencias de las mujeres, sigui¨® el consejo que le dio su padre, y a los 16 a?os se march¨® de su pa¨ªs natal para hacer de Londres su nuevo hogar, uno que ya no abandon¨® y desde el que habla por tel¨¦fono sobre su obra y la exposici¨®n que el Museo de Arte Contempor¨¢neo Gas Natural Fenosa (MAC) de A Coru?a le dedica desde el 10 de abril. El mensaje del progenitor era directo: bajo la f¨¦rrea dictadura de Ant¨®nio de Oliveira Salazar (1934-1968), Portugal no era pa¨ªs para una chica, aunque sus or¨ªgenes no hayan dejado de estar presentes en sus creaciones. Ella ya hab¨ªa sido testigo de las j¨®venes que deb¨ªan abortar al margen de la ley, de otras golpeadas por sus maridos, de beb¨¦s que aparec¨ªan ahogados, el machismo en los lugares p¨²blicos,¡ Defensora del arte combativo y declarada feminista, las mujeres, junto con la libertad, han ocupado un lugar central en la obra de una artista que se enamor¨® tambi¨¦n de una manera figurativa de expresi¨®n, con la que ha hablado de aborto y de la hipocres¨ªa social que lo rodea, de la ablaci¨®n, de la guerra, de la rabia y el odio, de la venganza, de la belleza que, tras la m¨¢scara de lo grotesco, tiene que ver con lo humano.
La narrativa es la base de sus cuadros, de trazos energ¨¦ticos, con ni?as, adolescentes y j¨®venes retratadas en la intimidad de su dolor, de sus dilemas y secretos. Rego amaba los cuentos de hadas y las canciones de cuna, y a partir de ellos, afirma, desarrolla un universo que sin embargo no da tregua a la realidad m¨¢s desnuda. Cuerpos femeninos desmadejados en la soledad de un dormitorio, la carne sin m¨¢s adorno que un gesto de abandono o desolaci¨®n pero en el que imperan la fortaleza. Las mujeres que aparecen en los cuadros de esta artista que es dama del Imperio brit¨¢nico y doctor Honoris Causa por universidades tan prestigiosas como Oxford son retratadas en ese gesto producto de una tragedia, de un trance, de una decisi¨®n. Ella misma sufri¨® en propias carnes el dolor de la enfermedad de su marido, el artista brit¨¢nico Victor Willing, enfrentado a la esclerosis m¨²ltiple durante dos d¨¦cadas.
De las historias sencillas de su infancia le atra¨ªa su simpleza, ¡°el principio, desarrollo y final¡± que se puede seguir sin complicaciones. ¡°He tratado de hacer lo mismo con mi pintura. La figurativa es clara y aun as¨ª puede crear magia¡±, asegura Rego, que comenz¨® con el arte semi-abstracto y con la experimentaci¨®n del dibujo autom¨¢tico que daba rienda a su subconsciente; no tiene reparos en incluir entre sus influencias a Walt Disney, como una Blancanieves vestida como en la pel¨ªcula de animaci¨®n, pero que es de mediana edad y, tras morder la manzana envenenada, yace en mitad del desorden sin belleza. Cuando puede la pintora se escapa al Prado para contemplar las obras de los maestros que ama. Vel¨¢zquez, Goya, Zurbar¨¢n. El teatro, los mitos, cl¨¢sicos como La Celestina, ¡°las ilustraciones graciosas del siglo XIX¡±, la caricatura, los textos religiosos¡ Francis Bacon, Balthus, Sigmund Freud... son tambi¨¦n hilos de los que tira con los collage, grabados, el pastel, el acr¨ªlico como t¨¦cnicas de sus creaciones.
Pero las tramas de hadas se reformulan a trav¨¦s de un ojo que juega con el realismo m¨¢gico y con los aspectos m¨¢s oscuros de las historias tradicionales; la ¨²nica certeza es el poder femenino. Rego afirma que pinta con el prop¨®sito de contar historias y de que aquel que se halle ante el lienzo sienta que algo se mueve en su interior; y cree en el poder que tiene el arte para transformar la existencia. Por el camino, no rechaza la comparaci¨®n con el c¨®mic que en ocasiones se ha hecho de sus obras. En el MAC de A Coru?a se podr¨¢ contemplar trabajo reciente de la artista como Oratorio, que se erige en la estrella de la muestra y en el que se representan dos violaciones y una ablaci¨®n; El mono rojo golpea a su mujer de 1987 da cuenta de la denuncia de la artista contra la violencia de g¨¦nero y se vale de la narraci¨®n y del uso de los animales como personas para contar historias y describir la brutalidad. O, por ejemplo, Sin t¨ªtulo de 1970 ofrece una perspectiva de la etapa temprana de la artista, cuya apuesta por la figuraci¨®n se hizo contundente tras una primera aproximaci¨®n al arte por el collage y la semi-abstracci¨®n.
En el Gulbenkian de Lisboa, ¡ªa pesar de que su pa¨ªs recibiera inicialmente con sorpresa sus cuadros, como relata¡ª en el Museo Brit¨¢nico o la National Gallery de Londres, se exponen adem¨¢s estas narraciones por el pincel en las que la compasi¨®n forma parte de su estilo inconfundible. El Reina Sof¨ªa le dedic¨® una retrospectiva de m¨¢s de 200 obras en 2007. Su incorporaci¨®n en 1987 al conjunto de artistas de la reconocida galer¨ªa Marlborough fue un espaldarazo definitivo para convertirla en el objeto de deseo de los coleccionistas, y la suya sigue siendo considerada una de las grandes voces contempor¨¢neas femeninas.
?La artista menciona la tristeza que sinti¨® por ejemplo ante su cuadro Salazar vomitando la patria (1960), un lugar al que siempre vuelve en su pintura por ese paisaje que le atrae ferozmente. Y la contradicci¨®n del exiliado va en sus palabras, ¡°la confusi¨®n¡± de la escena art¨ªstica y de esa libertad que hace posible cada trazo.
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