¡°A los gobiernos les interesan m¨¢s los ca?ones que la m¨²sica y la cultura¡±
Riccardo Muti, uno de los grandes de la direcci¨®n, visita Espa?a para dirigir el ¡®R¨¦quiem¡¯ de Verdi. Hace balance, recuerda a personajes desaparecidos y critica ciertas pr¨¢cticas de la m¨²sica
Circula por YouTube un v¨ªdeo en el que Riccardo Muti (N¨¢poles, 1941) dicta un discurso el d¨ªa que recibe el premio Musical Am¨¦rica. El maestro napolitano habla sobre la dificultad de dirigir una orquesta si lo que se pretende es hacer m¨²sica y no el payaso con una batuta. Es hilarante y arrebatador. Y sobre todo, muestra a un Muti alejado de esa fama de arrogante y autoritario que le ha acompa?ado mucho tiempo. As¨ª es es exactamente el m¨²sico que se encuentra estos d¨ªas en Madrid para dirigir el R¨¦quiem de Verdi con la orquesta y el coro del Teatro Real, parte de su joven formaci¨®n Cherubini y el coro de la Comunidad de Madrid.
Muti es un int¨¦rprete brillante, un conversador excepcional y, ¨²ltimamente, un hombre atravesando un periodo de cierta melancol¨ªa provocado por un tiempo ¡ªel musical¡ª con el que le cuesta identificarse. Sentado en el bar de su hotel ¡ªhasta que el pianista interrumpe la conversaci¨®n¡ª, sin l¨ªmite de tiempo, el maestro napolitano repasa la crisis de las voces en la ¨®pera, su rivalidad con Claudio Abbado, la tiran¨ªa de la direcci¨®n esc¨¦nica sobre la musica o la crisis de la cultura en Europa.
Pregunta. En aquel v¨ªdeo se refiere a lo que hay detr¨¢s de las notas, como Dios o el infinito. ?No es agotador batallar contra eso despu¨¦s de tanto tiempo?
Respuesta. Es una b¨²squeda. Quer¨ªa explicar que la direcci¨®n de orquesta puede ser la profesi¨®n m¨¢s dif¨ªcil al no tener el instrumento en tus manos. Como dec¨ªa Toscanini, mover la batuta lo puede hacer un asno, hacer m¨²sica es lo complicado. La direcci¨®n debe hacer entender a los m¨²sicos lo que hay detr¨¢s de las notas: el infinito, Dios. No el cat¨®lico, musulm¨¢n¡ sino la creaci¨®n. Mozart dec¨ªa que la m¨²sica m¨¢s profunda no est¨¢ en las notas, sino entre ellas. Ah¨ª reside el misterio que debe buscar el m¨²sico. Pero es imposible entenderlo. La m¨²sica no es comprensi¨®n, es un rapto.
P. En ese infinito, ?cu¨¢l es el l¨ªmite de una interpretaci¨®n?
R. Cada una tiene un l¨ªmite, sino el int¨¦rprete ser¨ªa Dios. Pero hay algunos artistas que en la noche del universo pueden ver una o dos estrellas m¨¢s que los dem¨¢s. Nadie, sin embargo, podr¨¢ ver el universo entero.
P. Usted se ha quejado alguna vez de eso. De un exceso de manipulaci¨®n de las obras de Verdi.
R. Han ido contra sus reglas. Verdi fue muy claro en sus cartas. ?l sol¨ªa decir a los artistas: no se¨¢is creadores, yo soy el ¨²nico. Intentad entender el dolor y las luchas que habitan en mi m¨²sica.
P. ?Cree en Dios?
R. Vengo de una familia cat¨®lica no practicante. Creo en un Dios para todos. Debe estar en alg¨²n lugar, pero en ninguna religi¨®n en concreto. Por eso no entiendo los conflictos fan¨¢ticos. Todos tenemos un padre. Un texto como el R¨¦quiem de Verdi, que es cat¨®lico, puede ser dirigido profundamente por un jud¨ªo, un chino o alguien que no cree en la vida eterna. Por eso la m¨²sica y la cultura son un arma important¨ªsima para hermanarnos. Pero los gobiernos no creen en ello. Les interesan m¨¢s los ca?ones que la m¨²sica y la cultura.
P. Su conflicto en La Scala fue un tanto premonitorio de esta gran crisis econ¨®mica y cultural de Europa.
R. Fue complicado. La prensa dijo de todo. Pero para explicarlo necesitar¨ªa un libro entero. Es una historia italian style. Pero es cierto que fue un signo prematuro de la crisis. Y hoy estamos en ella. Porque, ?qu¨¦ es la ¨®pera hoy? ?Es importante?
P. Usted dir¨¢.
R. Hoy la gente no cree tanto en el mensaje de la m¨²sica y se apoya en el glamour de los artistas para convencerse de que la ¨®pera es actual. La sociedad es m¨¢s visual y escucha menos.
R¨¦quiem por El Greco en la catedral de Toledo
La primera vez que Verdi interpret¨® su R¨¦quiem fue en la iglesia de San Marco de Mil¨¢n, en mayo de 1874. La obra estaba dedicada al escritor Alessandro Manzoni, cuya muerte hab¨ªa impresionado mucho al compositor y se conmemoraba aquel d¨ªa. Desde entonces, esta extraordinaria misa se ha interpretado en numerosas iglesias. Este s¨¢bado, como hito de las celebraciones del cuarto centenario de la muerte de El Greco, Riccardo Muti dirigir¨¢ a las ocho de la tarde la obra de Verdi con la Orquesta y el Coro del Teatro Real, a una parte de su joven formaci¨®n Cherubini y al coro de la Comunidad de Madrid en la catedral de Toledo.
El director est¨¢ muy ilusionado con una idea, recuerda, que planearon entre Gerard Mortier y ¨¦l en 2010. Porque el pr¨®ximo lunes, los mismos protagonistas volver¨¢n a interpretar la misma pieza en el Teatro Real de Madrid. ¡°El sentimiento es el mismo si lo dirijo en una gran catedral, en un teatro o en una plaza [como en Jerusal¨¦n]. El ambiente adquiere una atm¨®sfera que puede ayudar. Recuerdo el primer r¨¦quiem que dirig¨ª en mi vida. Fue en 1971 en la bas¨ªlica de San Lorenzo en Florencia, algo irrepetible. Una bas¨ªlica hecha por Brunelleschi, los p¨²lpitos de Donatello, el altar de Verrocchio y abajo las tumbas de los Medici de Michelangelo. Y a todo eso, s¨²male Verdi. Cuando empec¨¦ a dirigir, solo con los p¨²lpitos iluminados con sus figuras, deb¨ªa atacar los violonchelos y vi c¨®mo todas esas figuras me miraban. Casi tengo un problema para empezar. As¨ª que creo que en la catedral de Toledo se crear¨¢ una gran atm¨®sfera tambi¨¦n que solo nosotros, si no hacemos una buena ejecuci¨®n, podemos romper¡±, se?ala Muti, uno de los grandes de la batuta.
P. Por ah¨ª empez¨® su conflicto con Gerard Mortier en 1991, cuando abandon¨® Salzburgo por desavenencias con la producci¨®n de La clemenza di Tito.
R. S¨ª, pero Gerard me respet¨® y yo a ¨¦l incluso en el desacuerdo. Fuimos amigos hasta el final de su vida. Fue un gran hombre que no todo el mundo comprendi¨®. Su esfuerzo por actualizar la ¨®pera pretend¨ªa que la gente estuviera m¨¢s cerca del mensaje. Y algunas veces fue excesivo. Pero es mejor pasarse de vanguardista que lo contrario. Hizo una revoluci¨®n all¨¢ donde fue. Nos quisimos y supimos que en algunas ¨¢reas era mejor no discutir. En diciembre vino a verme cuando hac¨ªa Ernani en Roma. Estaba solo, muy enfermo. Me dijo: ¡°Riccardo, el doctor me ha dado muy poco tiempo. No quer¨ªa perderme la oportunidad de o¨ªr por ¨²ltima vez a Muti dirigiendo a Verdi¡±. Fue lo ¨²ltimo que me dijo. Luego desapareci¨® y no le vi m¨¢s. Necesitamos gente con ese coraje, con diferentes ideas. ?l habl¨®, a veces incluso demasiado, pero se le echar¨¢ de menos.
P. ?l y Abbado, tambi¨¦n fallecido este a?o, eran hombres hechos de otra pasta. Aut¨¦nticos devotos de una pasi¨®n. ?Cree que se extingue una manera de entender este arte?
R. Hay excepciones, pero hoy la m¨²sica es la posibilidad de un show en el escenario. Muchas veces los artistas usan la m¨²sica, no la sirven. Furtwangler, Bruno Walter, Toscanini¡ sent¨ªas en sus ensayos su acercamiento ¨¦tico a la m¨²sica. Era sirvientes del compositor. Hoy todo se basa en el aspecto del artista. Pero cuanto m¨¢s bueno es, menos necesita impresionar al p¨²blico. Yo empec¨¦ con Richter, Arrau, Serkin, Franscescatti¡ era otra era. Es culpa de las discogr¨¢ficas, las revistas¡ O estos pianistas que tocan dos mil notas por segundo. Escuch¨¦ una vez en N¨¢poles a Wilhelm Kempff interpretando el Concierto para piano n¨²mero 1 de Brahms y cometi¨® un mont¨®n de errores. Pero fue de las mejores que he escuchado jam¨¢s. O Menuhin, que ten¨ªa problemas t¨¦cnicos¡ pero nunca olvidar¨¦ el segundo movimiento del Concierto para viol¨ªn de Beethoven en Filadelfia. Casi tengo que parar de dirigir por la belleza de su fraseo. Eso es m¨²sica, no cu¨¢ntas notas puedes tocar en un segundo.
P. Le he o¨ªdo evocar su A¨ªda con Montserrat Caball¨¦, Domingo¡ Dice que era un reparto inigualable hoy. ?Las voces tambi¨¦n est¨¢n en crisis?
R. Los cantantes antes ten¨ªan el coraje, la paciencia y la humildad de permanecer en un repertorio. Hoy van de uno a otro m¨¢s pesado como si nada. No puedes cantar un d¨ªa como tenor l¨ªrico ligero y el d¨ªa siguiente como l¨ªrico spinto. Demasiados viajes, pocos ensayos y falta de experiencia de los nuevos directores. Y Los cantantes no reciben sugerencias t¨¦cnicas, est¨¢n perdidos. Las nuevas producciones se basan en la escena, no en la m¨²sica. Hay todo un cambio respecto a las grandes voces del pasado. Buscar una carrera r¨¢pida es una tragedia para el futuro.
P. Da la impresi¨®n de que sufre de cierta nostalgia. ?Cree que su manera de entender la m¨²sica ya no pertenece a este tiempo?
R. Exacto. Su frase es la m¨ªa. Pero quiero ayudar a los j¨®venes a preparar una ¨®pera italiana, o Mozart o Gluck. ?Lo que recib¨ª de mis maestros es tan importante! Y no lo encuentro en los nuevos directores. Ser¨ªa malo si me llevo esos secretos a la tumba. No es magia, son cosas esenciales que los j¨®venes no conocen. El director deber¨ªa ser el centro de toda la visi¨®n. Pero hoy son como islas. ?C¨®mo podemos pensar que la ¨®pera ser¨¢ mejor si los elementos b¨¢sicos desaparecen?
P. Usted se ha definido como depositario de la herencia de Verdi a trav¨¦s de Toscanini y m¨¢s tarde de su maestro Antonino Votto. ?A qui¨¦n le pasar¨¢ el testigo?
R. Abbado ven¨ªa de la misma escuela¡ hay otros directores. Pero espero que en el futuro haya una continuaci¨®n de la escuela italiana. Hemos perdido un poco la direcci¨®n, todo es muy casual. Hay que reestudiar ese repertorio¡
P. Ha citado a Abbado. Se habl¨® mucho de su rivalidad. Pero ?Cu¨¢l es la verdad y c¨®mo se sinti¨® cuando muri¨®?
R. La historia de la rivalidad era de la prensa. Cuando fui al conservatorio de Mil¨¢n en 1972 Abbado ya hac¨ªa carrera; nunca pudimos ser amigos por esa diferencia. Pero estaba en La Scala y yo en Florencia y el p¨²blico y la prensa habl¨® de rivalidad. Como ¨¦l dec¨ªa, nos lo tom¨¢bamos a broma. Pero era como dos tenores o dos equipos de f¨²tbol. Nos vimos muy pocas veces en la vida, dos o tres, pero nos respetamos y nunca tuvimos problemas. Cuando muri¨®, me di cuenta de que no solo el mundo le echa de menos, yo tambi¨¦n. Despu¨¦s de 40 a?os con esta historia Muti-Abbado / Abbado-Muti, mi supuesto rival ya no est¨¢ f¨ªsicamente y me siento solo. ?Extra?o, no?
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