Vi?etas para hurgar en el pasado
Con 'Come prima', premio en Angulema, el franc¨¦s Alfred conquista el Olimpo del c¨®mic La novela gr¨¢fica narra el melanc¨®lico viaje de dos hermanos enfrentados
Dibujos por todos los lados. Ante la puerta del dormitorio, sobre la mesa de la cocina, en cualquier lugar donde pod¨ªa ¡°dejar una se?al¡±. El peque?o Lionel Papagalli (Grenoble, 1976) esparc¨ªa sus creaciones por casa, para reafirmarse a golpes de l¨¢piz. ¡°Mis padres son actores. En una familia acostumbrada a contar historias, me puse a dibujar en una esquina, en voz baja. Era mi manera de hablar con ellos, de no desaparecer¡±, relata por tel¨¦fono el creador franc¨¦s, de origen italiano. Algo as¨ª como dise?o, luego existo.
Han pasado casi 30 a?os, ha adoptado un nombre art¨ªstico (Alfred) y ha sido a su vez progenitor, pero el amor de Papagalli por los tebeos sigue id¨¦ntico, tanto que lo ha convertido en su profesi¨®n. Y hasta hace nada¡ª pese a obras celebradas como Por qu¨¦ he matado a Pierre (Ponent Mon)¡ª continuaba igual la inseguridad de ese ni?o que desafiaba el olvido con sus vi?etas. ¡°Soy autodidacta y ten¨ªa el complejo de no saber si lo hac¨ªa bien, si estaba a la altura. Hace dos meses en Angulema, con casi 38 a?os, por primera vez pens¨¦: ¡®Tengo el derecho de estar aqu¨ª¡±, cuenta Alfred. No es para menos: su novela gr¨¢fica Come prima se llev¨® el premio a la mejor obra del festival de c¨®mic m¨¢s famoso de Europa. El libro es el primero en el que se encarga de todo, as¨ª como el estreno de Salamandra graphic, nuevo sello que la editorial dedica al mundo del tebeo.
Con cierto don de s¨ªntesis, se podr¨ªa decir que Come prima es la historia de dos hermanos y de un viaje por Italia en un Fiat 500. Pero se dejar¨ªan fuera demasiados detalles: porque, encerradas en 230 p¨¢ginas de vi?etas y paisajes amarillentos, est¨¢n la muerte y la vida; el amor familiar y los malentendidos irresueltos; las peleas y las risas junto las l¨¢grimas y las heridas. Est¨¢n, tambi¨¦n y sobre todo, tres inquietudes que vagaban por la mente de Alfred.
¡°En una ¨¦poca de confusi¨®n, empec¨¦ a tomar notas, una especie de diario ¨ªntimo para librarme de un peso. No pensaba ni ten¨ªa ganas de que fuera un libro¡±, relata. Primero, ech¨® en un cuenco sue?os y recuerdos de su infancia en Italia. Luego, a?adi¨® el conflicto entre su abuelo y el hermano de este: comunista el primero, fascista que combati¨® durante la II Guerra Mundial el segundo, no se hablaron durante m¨¢s de 30 a?os. Y, finalmente, la receta se complet¨® con otra cucharada de tensiones: esta vez, entre el propio Alfred y su hermano mayor. ¡°Tras un equ¨ªvoco que no arreglamos, acabamos sin hablarnos durante casi 10 a?os¡±, recuerda el autor. Por lo menos, ahora las cosas est¨¢n mejor: ¡°Ya podemos celebrar Navidad juntos¡±.
Entre tantos conflictos y silencios, Alfred hall¨® al fin una voz literaria. Y surgi¨® el periplo por la carretera de Fabio y Giovanni, los protagonistas de Come prima, para atar los cabos que el pasado dej¨® sueltos. ¡°Quise demostrar que pod¨ªa escribir esta historia. La ense?¨¦ al editor, empec¨¦ a dibujarla, pero lo tir¨¦ todo. Recomenc¨¦ y fui descubriendo la trama a medida que avanzaba, al ritmo de una p¨¢gina al d¨ªa¡±, relata Alfred. Para ello, aparte del caj¨®n de la memoria, se inspir¨® en el cine italiano de los cincuenta y sesenta. De hecho, la influencia de Rufuf¨² o La escapada produjo un c¨®mic tan cinematogr¨¢fico que Afred ha recibido una propuesta para adaptar al cine Come prima.
La idea, reconoce, le hace ilusi¨®n. Pero tiene dos condiciones. Ante todo, le gustar¨ªa que la pel¨ªcula estuviera ambientada en Italia. All¨ª pas¨® su juventud y, siempre que vuelve, reconoce sentirse en casa. De hecho, se traslad¨® a Venecia unos a?os para ense?arle sus ra¨ªces a su hija reci¨¦n nacida: ¡°Es una sensaci¨®n casi f¨ªsica. Me da tristeza perder mi italianidad. Parte del tipo que soy viene de all¨ª¡±.
La otra clave es que no quiere encargarse ¨¦l de la pel¨ªcula. Lo suyo es el c¨®mic, y punto: ¡°Llevo desde los seis a?os diciendo que soy un historietista. Siempre tuve claro que no pod¨ªa hacer otra cosa que no fuera dibujar. Quiero contar historias con dise?os¡±. Y eso que, pese a los premios y a vi?etas que no desfigurar¨ªan colgadas en una pared, Alfred no aprecia mucho su trazo. Al igual que Art Spiegelman, por citar un peso pesado del mundillo, cree que no es ¡°un gran dibujante¡±. ¡°No es algo que me interese. Lo m¨¢s importante es el guion y que los dibujos sean lo m¨¢s justos posibles respecto a la historia¡±, defiende.
De paso, el artista recomienda dos libros que acaba de leer: La travers¨¦e du Louvre de Prudhomme y Charly 9 de Gu¨¦rineau y Tuel¨¦. Y desvela su pasi¨®n por Fred. Precisamente unos personajes del fallecido dibujante le rodeaban cuando subi¨® al escenario de Angulema. Algo as¨ª como una bienvenida al Olimpo del tebeo. A fuerza de dise?ar, ahora all¨ª tambi¨¦n existe.
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