Elevar la filosof¨ªa a la vida cotidiana
El fil¨®sofo bilba¨ªno Javier Gom¨¢ re¨²ne art¨ªculos y reflexiones sobre el amor, la vanidad o la fortuna en ¡®Raz¨®n: porter¨ªa¡¯
En estos tiempos en que los fil¨®sofos andan un tanto revirados por el destrozo de las jerarqu¨ªas intelectuales, llega Javier Gom¨¢ (Bilbao, 1965) y no contento con haber puesto antes de saldo su trabajo en Todo a mil, equipara a los suyos con los porteros. Su labor se parece mucho a quien da datos para comprar o alquilar una casa, sostiene el ensayista. Pero no lo cree ¨¦l solamente, ya lo pregonaba S¨®crates: ¡°La misi¨®n de la filosof¨ªa es dar raz¨®n¡±.
Y a eso se agarra Gom¨¢ en Raz¨®n porter¨ªa (Galaxia Gutenberg) para ¡ªaparte de reunir los art¨ªculos que ha publicado peri¨®dicamente en Babelia¡ª esparcir como migas de reflexi¨®n a pie de acera sus originales y sugerentes diatribas sobre el amor, la vanidad, la costumbre, la fortuna, la gratitud, Europa, el relativismo o la decadencia de un arte y una ciencia como la filosof¨ªa que, seg¨²n ¨¦l, lleva d¨¦cadas sin cumplir su misi¨®n de ofrecer un ideal c¨ªvico.
Que todos los libros, desde la Il¨ªada a Es f¨¢cil dejar de fumar si sabes c¨®mo, pasando por El Quijote son de autoayuda, ya casi ni se discute. Gom¨¢ es provocador, picante, par¨®dico y tremendamente profundo. Pero sobre todo es ¨²til. ¡°No se trata de elevar la vida cotidiana a la filosof¨ªa, como a veces se dice, sino al rev¨¦s, elevar la filosof¨ªa a la vida cotidiana¡±, afirma. ¡°No hay mayor cumbre que la vida misma y es lo dem¨¢s lo que en todo caso debe estar a su altura¡±.
Para ello, vale casi todo. Pero es muy necesaria la iron¨ªa para acercar el tono de los grandes asuntos que nos angustian y nos dejan perplejos. ?l, que ha abordado desde los valores del civismo a la trascendencia de la muerte en ensayos de gran ¨¦xito como Ejemplaridad p¨²blica o Necesario pero imposible, utiliza esa crucial metodolog¨ªa de la comicidad para destensar intensidades: ¡°La iron¨ªa y el humor, en general, son una herramienta civilizatoria de primer¨ªsimo orden. Los totalitarismos odian el humor porque, al desacralizar sus verdades absolutas, parece que las empeque?ecen y pierden su poder dominador. Y luego el humor sirve para relativizar esa otra gran tendencia al totalitarismo: el totalitarismo del propio yo. El yo es narcisista y ocupa todo el espacio disponible. El humor combate esto¡±.
Deportivamente, es decir, filos¨®ficamente, comenta Gom¨¢. ¡°Cuando contemplamos el espect¨¢culo de la vida se parece mucho a un juego. Como el juego, la vida no exhibe una finalidad clara. No le preguntes al juego por qu¨¦ o para qu¨¦. El juego se juega y ya est¨¢. Tiene unas reglas que nos vienen dadas. Dado que hay que jugarlas, mejor hacerlo con deportividad¡±, asegura el fil¨®sofo.
Una de las carencias que Gom¨¢ ha denunciado con respecto a la filosof¨ªa es precisamente su incapacidad de proponer un ideal. ?Se resolver¨¢? ¡°Que la sociedad sea imperfecta no significa que no tienda hacia un ideal. En este periodo democr¨¢tico de la cultura, se dir¨ªa que hemos renunciado a ello. Como si dij¨¦ramos que la renuncia es el precio que debemos pagar por ser libres, modernos, actuales, l¨²cidos¡±.
?Producto de los tiempos? ¡°Vivimos en tiempos post-ut¨®picos, los grandes relatos son imposibles, las sociedades son multiculturales, las ciencias est¨¢n demasiado especializadas para un ¨²nico ideal¡ Todo esto es verdad. Pero el ideal tiene dos funciones: promueve el progreso moral y es aquello que sirve de contraste con la realidad y fundamenta la sana cr¨ªtica. Una sociedad sin ideal est¨¢ condenada a no progresar, a la regresi¨®n, y pierde la altura para ejercitar la cr¨ªtica al presente¡±.
Babelia
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