¡°A Gabo le encantaba descifrar la esencia del poder¡±
Carlos Salinas de Gortari, uno de los presidentes mexicanos m¨¢s cercanos a Garc¨ªa M¨¢rquez, responde a EL PA?S
Pregunta. ?C¨®mo conoci¨® usted a Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez? ?C¨®mo se forj¨® la amistad?
Respuesta. Conoc¨ª a Gabo primero en la lectura de sus libros y en un encuentro fortuito. Pero de manera m¨¢s cercana fue a mediados de los ochenta en una cena diplom¨¢tica en la Canciller¨ªa. Yo era miembro del Gabinete y coincidimos en la misma mesa. No conversamos mucho pero cuando le habl¨¦ de Aracataca, su reacci¨®n fue entusiasta por el ¨¦nfasis en el acento y el tono pueblerino en que me refer¨ªa a sus ra¨ªces. A partir de mi presidencia tuve el privilegio de establecer una estrecha amistad con ¨¦l y con Mercedes, su esposa y compa?era.
P. ?Qu¨¦ rasgo de personalidad distingue al escritor colombiano en su opini¨®n?
R. De su extraordinario talento literario y de su ejemplar ejercicio del periodismo se ocupar¨¢n tantas generaciones por venir, que yo solo enfatizar¨ªa su lealtad a las causas en las que siempre crey¨®, y la virtud de su amistad. Nunca abandonaba sus principios ni a sus amigos. En las buenas era discreto y entusiasta. En las malas era solidario y entusiasta. Su amistad durante mi presidencia y despu¨¦s tuvieron un gran impacto en acciones pol¨ªticas y avances personales.
P. Mucho se ha documentado de la relaci¨®n del escritor con pol¨ªticos y mandatarios, desde Torrijos a Felipe Gonz¨¢lez y Bill Clinton. ?C¨®mo considera que era la relaci¨®n de Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez con el poder?
R. A finales de 1994 ocurri¨® una crisis entre Estados Unidos y Cuba por el tema de los balseros. Entonces me toc¨® el honor de participar como mediador y con Gabo para el acercamiento entre los presidentes Fidel Castro y Bill Clinton. Ah¨ª se dio una muestra que Gabo viv¨ªa su relaci¨®n con el poder como una prolongaci¨®n en la esfera p¨²blica de su sentido de la amistad, siempre procurando la avenencia, la reconciliaci¨®n, la tolerancia ante las diferencias y la distensi¨®n en la hist¨®ricamente dif¨ªcil relaci¨®n de nuestros pa¨ªses con Estados Unidos. Y el Gabo lo hizo con la discreci¨®n que se requer¨ªa en tema tan sensible.
Este episodio desautoriza a los cr¨ªticos del Gabo, quienes han querido descalificarlo con lugares comunes de que todo intelectual que se acerca al poder est¨¢ a su servicio. En realidad el Gabo no s¨®lo no estaba al servicio del poder sino que tomaba iniciativas ante los gobernantes en favor del entendimiento entre los pa¨ªses sobre todo en momentos de crisis y a favor de la tolerancia. En este sentido, el Gabo enalteci¨® la labor del intelectual en su compromiso con la sociedad en la que vive.
Ademas, a Gabo le encantaba tratar de descifrar la esencia del ejercicio del poder. Por eso siempre bromeaba que en las conversaciones que ten¨ªamos est¨¢bamos ¡°complotando¡±, como sol¨ªa decir.
P. Usted invit¨® al escritor a una gira que hizo a Cartagena de Indias, ?podr¨ªa contarnos algo del encuentro que tuvieron en la tierra natal del escritor?
R. En 1994, en Cartagena caminamos por la calle y recorrimos sus lugares predilectos, as¨ª como apreciamos el Convento vecino a su casa, donde se habr¨ªa inspirado para escribir el relato de Sierva Mar¨ªa de Todos los Angeles en El amor y otros demonios. En ese viaje me acompa?¨® en el avi¨®n presidencial como invitado Julio Scherer, a la saz¨®n director de la revista mexicana Proceso y severo cr¨ªtico de mi gobierno. Cuando baj¨¢bamos las escalerillas del avi¨®n en la pista de Cartagena, Gabo estaba al pie y no tard¨® en lanzarle el dardo amistoso a Scherer: ¡°Julio, ???por tan poco te vendiste!!!¡±. Todos re¨ªmos con la ocurrencia.
Y en 1991 se llev¨® a cabo en Guadalajara, M¨¦xico, cuando pusimos en marcha la Primera Cumbre Iberoamericana. Los invitados eran todos Jefes de Estado y de Gobierno, pero Gabo era un invitado personal del presidente de M¨¦xico y cordial amigo de la mayor¨ªa de los asistentes, en particular del Comandante Castro as¨ª como de los presidentes Gaviria y P¨¦rez. Era la amistad de Gabo con todos lo que destacaba en esa reuni¨®n. Pero adem¨¢s Gabo siempre introduc¨ªa su ingenio y conocimientos durante las conversaciones y agregaba la gran cualidad de no pretender imponer sus opiniones pol¨ªticas sobre los asistentes, sino encontrar los puntos de coincidencia o de reducci¨®n de tensiones.
P. ?Cu¨¢l es su libro preferido de este autor?
R. Mi libro favorito siempre fue Cien A?os de Soledad. Conservo una copia de la edici¨®n de 1967 con el Gale¨®n azul en la portada, y autografiada. Gabo escribi¨® en la dedicatoria: ¡°Para Carlos Salinas, este ejemplar que podr¨ªa ser de la primera edici¨®n. Con un abrazo de este autor desconocido. M¨¦xico, D.F., junio/67¡±
P. ?Puede contar alguna an¨¦cdota de alguna de las varias cenas que compartieron?
R. Adem¨¢s de las entra?ables reuniones en Barcelona con Carmen Balcells, en M¨¦xico en Los Pinos y en mi casa en Tlalpan y en su casa en San ?ngel, las m¨²ltiples en Cuba con el Comandante, las varias en Colombia, registro dos eventos de manera importante. El primero, al que ya hice referencia, fue la participaci¨®n que Gabo tuvo en 1994 para establecer un di¨¢logo entre Clinton y Castro, en el momento m¨¢s ¨¢lgido de la crisis de los balseros de ese a?o. Lo he reproducido en mi libro?M¨¦xico, un paso dif¨ªcil a la modernidad.
El segundo ocurri¨® durante la visita que Gabo me hizo en Dubl¨ªn, Irlanda, donde yo resid¨ªa temporalmente. Lo hizo precisamente durante la celebraci¨®n Joyciana de Bloomsday, en 1996. Lo recib¨ª con mi esposa Ana Paula y ¨¦l vino acompa?ado de Mercedes y de Jos¨¦ Carre?o Carl¨®n y su esposa Luci. Recuerdo las caminatas por St. Stephen¡¯s Green y Grafton Street. La visita a la Torre Martello en Sandycove, donde James Joyce pernoct¨® varias noches en 1904 y estableci¨® la escena inicial del Ulises. Ah¨ª escuchamos una larga cita de memoria del Gabo. Finalmente almorzamos en el camino al monasterio de Glendalough. Un encuentro m¨¢gico en ese gran pa¨ªs de apenas cinco millones de habitantes pero con cuatro premios Nobel de Literatura, y ello a pesar de que a Joyce nunca se lo otorgaron.
Gabo se queda en todos nosotros a trav¨¦s de sus letras, de sus extraordinarias novelas y las an¨¦cdotas personales que los que tuvimos el privilegio de conocerle atesoramos.
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