Las citas descolocadas
No importa donde las descubra. Las citas literarias, si las intuyo ¨²tiles, me las quedo de inmediato. ¡°Tomo lo que sirve, all¨ª donde lo encuentro¡± (Jacques Lacan). ¡°Soy fenicio, me aprovecho de todo¡± (Salvador Dal¨ª). Las citas las archivo en mi documento Word Manual del futuro. Pero algunas las utilizo al instante, las inserto en lo que estoy escribiendo: hago que me funcionen como sintaxis, es una forma como otra cualquiera de narrar. Las restantes citas se quedan en el archivo meses, a veces a?os, y su destino acaba pareci¨¦ndose al de aquellos admirados escritores a los que no encontramos nunca el contexto adecuado para rescatarlos.
Hace un rato, paseando por Manual del futuro, por esa especie de necr¨®polis de las citas descolocadas, he visto que ciertas frases demandaban ser utilizadas en el acto. Una de ellas, que no iba firmada (por alguna causa me hab¨ªa olvidado del autor), ha llamado especialmente mi atenci¨®n: ¡°El pasado infinito nos penetra y se desvanece. Solo que, dentro de ¨¦l, en alg¨²n sitio, como diamantes, existen fragmentos que se niegan a consumirse. Crib¨¢ndolos, si uno se atreve, y recopil¨¢ndolos, se descubre el dibujo verdadero¡±.
Las frases literarias, si las intuyo ¨²tiles, las archivo en mi documento Word ¡®Manual del futuro¡¯
Me he puesto a buscar ese dibujo esencial, y para ello he procedido a relacionar algunas de las citas, y no solo me ha parecido observar que se iba formando un lento y plausible bosquejo de mi esp¨ªritu, sino que surg¨ªan las primeras l¨ªneas de algo, de una novela quiz¨¢s, de una novela dir¨ªa que francesa: ¡°Montpellier es una ciudad sin escritores, que toma el partido de las cosas contra los hombres y que se resiste incluso a los escritores venidos de fuera¡± (Michel Lafon, Una vida de Pierre Menard). ¡°La provincia como espect¨¢culo, la historia como olor, la burgues¨ªa como discurso¡¡± (Roland Barthes). ¡°Pero un escritor es alguien que viaja hacia la verdad por un camino inesperado¡± (Roberto Bola?o).
Me he preguntado cu¨¢l ser¨ªa la trama de esa novela que sin apenas darme cuenta hab¨ªa comenzado a escribir. Y una de las citas descolocadas de Manual del futuro ha tenido el detalle de acudir en mi auxilio: ¡°Que se joda la trama. Lo que hay capturar es la sensaci¨®n de estar vivos. Prefiero seguir la astilla de un pensamiento que trazar la secuencia l¨®gica de unos hechos¡± (Jenny Offill, entrevistada recientemente en The Paris Review).
He abierto la ventana, he agradecido el nervio primaveral y el calor de esta ciudad de provincias francesa. Pero mi cabeza se ha perdido en lluvias fr¨ªas y borrascas. He seguido una astilla de mi pensamiento y he recordado lo mucho que me convendr¨ªa ¡ªpara cuando lleguen los d¨ªas glaciales¡ª contar con una mentalidad de invierno. Una mentalidad poderosa, como la que con el tiempo han adquirido los africanos que, como yo, han venido a trabajar a esta regi¨®n. Vivo aqu¨ª como puedo, lejos de mi tierra. Pero acabo de mirar hacia afuera y luego levemente hacia dentro y he percibido de golpe la inesperada y muy fuerte coloraci¨®n, tan semejante a la de la jungla, el tam-tam salvaje, el pavoroso dibujo verdadero.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.