El rejoneo es un circo
No fue una tarde redonda. Hubo momentos brillantes, pero no se produjo el milagro de una faena envolvente, espectacular y grandiosa
La crisis es un tsunami que lo arrasa todo; ayer, en la Maestranza, se llev¨® por delante parte de la identidad del toreo a caballo. Se cortaron cinco orejas, Diego Ventura sali¨® triunfante por la Puerta del Pr¨ªncipe, y el toricantano Andr¨¦s Romero, muy arropado por sus paisanos onubenses, consigui¨® un triunfo so?ado. Pero perdi¨®, otra vez, el toreo.
Y perdi¨® porque, primero, no fue una tarde redonda de rejoneo. Hubo, claro est¨¢, momentos brillantes, pero no se produjo el milagro de una faena envolvente, espectacular y grandiosa. Interesaron m¨¢s, mucho m¨¢s, los n¨²meros circenses que el toreo cl¨¢sico. Ya no importa clavar al estribo y al verdadero encuentro con el toro; no es importante que las banderillas o arpones queden en lo alto o en los costillares, o que el rej¨®n de muerte est¨¦ arriba o en los bajos, qu¨¦ m¨¢s da¡ Importan m¨¢s, mucho m¨¢s, las piruetas, las cabriolas, el baile del equino, el caballo que se arrodilla y se acuesta a todo lo largo en el albero, el otro que muerde al toro. Y mientras el caballero alardea de ello, el p¨²blico parece entrar en ¨¦xtasis; y el problema final es que el presidente acepta el juego y saca el pa?uelo blanco con una preocupante frivolidad.
Ayer, el propio Ventura, que debiera dar ejemplo de seriedad por el lugar de privilegio que ocupa, no tuvo empacho en dar la vuelta al ruedo con su hijo de pocos meses en brazos, primero, y a hombros, despu¨¦s. Claro que no es pecado pasear a los ni?os, pero hay que hacerlo en el parque y no en el ruedo de la Real Maestranza. En fin, que al caballero le dio por ah¨ª y todos tan contentos.
Boh¨®rquez / Cartagena, Ventura, Romero
Toros despuntados para rejoneo de Ferm¨ªn Boh¨®rquez, correctamente presentados y manejables,
Andy Cartagena: dos pinchazos, rej¨®n y un descabello (silencio); pinchazo, rejonazo, pinchazo, dos descabellos ¡ªaviso¡ª y dos descabellos (silencio).
Diego Ventura: rej¨®n ca¨ªdo y un descabello (oreja); rejonazo (dos orejas). Sali¨® a hombros por la Puerta del Pr¨ªncipe.
Andr¨¦s Romero, que tom¨® la alternativa: rej¨®n trasero y ca¨ªdo y cinco descabellos (ovaci¨®n); rej¨®n bajo (dos orejas)
Plaza de la Maestranza. 4 de mayo. Cuarta corrida de feria. Casi tres cuartos de entrada.
Motivos ten¨ªa Ventura para estar feliz porque, una vez m¨¢s, y ya van nueve, abri¨® la deseada Puerta del Pr¨ªncipe. No es un descubrimiento que este caballero ha llegado a un punto culminante de su carrera. En compa?¨ªa de una cuadra espectacular, desborda seguridad, t¨¦cnica, dominio y templanza. Efectivamente, templa maravillosamente y ayer lo hizo a lomos de Chalana en su primero, y, sobre todo, de Nazar¨ª, en el quinto, un caballo que torea y se divierte con su oponente. Estuvo el rejoneador a la altura acostumbrada, pero fall¨® en un quiebro en el quinto, mat¨® de un rej¨®n ca¨ªdo al primero, y qued¨® la sensaci¨®n de que el premio de las dos orejas era excesivo. Claro es que sac¨® a Morante ¡ªun caballo con tal nombre¡ª que se dedica a morder a los toros, y enloquece a los tendidos; y antes hab¨ªa estrenado en Sevilla a Mandela ¡ªsea usted Premio Nobel y presidente de Sud¨¢frica para esto-, que es de color negro ¡ªqu¨¦ casualidad¡ª y baila que es un primor. Total, que el presidente mir¨® para otro lado y permiti¨® que pasara el tsunami de la crisis.
Tom¨® la alternativa Andr¨¦s Romero, un cicl¨®n a caballo, que lleg¨® dispuesto a todo; tanto se confi¨® que el primer toro corne¨® a su caballo Perseo en el anca derecha y le infiri¨® una cornada de 20 cent¨ªmetros que no afecta a ¨®rganos vitales. Es todo coraz¨®n este rejoneador, se la juega en la cara del toro y atropella la raz¨®n en beneficio de la espectacularidad. No ahorra piruetas, carreras y quiebros y llega al p¨²blico ¡ªen este caso, a sus paisanos, que lo acompa?aron en tropel¡ª con facilidad. La muerte del sexto toro fue r¨¢pida y pase¨® felic¨ªsimo las dos orejas.
M¨¢s sobrio, discreto y poco afortunado a la hora de matar estuvo Cartagena y pas¨® desapercibido.
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