Cornelius Gurlitt leg¨® sus cuadros al Museo de Arte de Berna
Muere el due?o de las obras de arte supuestamente expoliadas por los nazis
Cornelius Gurlitt, heredero de una fastuosa colecci¨®n de arte en parte expoliada a los jud¨ªos, muri¨® ayer en M¨²nich a los 81 a?os. Durante m¨¢s de medio siglo, este hombre vivi¨® una pl¨¢cida existencia, rodeado en su piso por algunos de los cuadros m¨¢s destacados de la primera mitad del siglo XX. Pero en los ¨²ltimos a?os de su vida obtuvo un protagonismo que nunca dese¨®.
¡°No soy Boris Becker. ?Qu¨¦ quiere esa gente de m¨ª? Solo he querido vivir con mis cuadros. ?Por qu¨¦ me fotograf¨ªan esos peri¨®dicos que solo sacan a gente mundana?¡±, dijo al semanario Der Spiegel en una inusual entrevista. El motivo de ese inter¨¦s del que tanto se quejaba es que una parte de su obra proced¨ªa de los negocios que hab¨ªa hecho su padre con Adolf Hitler.
Tras el acuerdo al que lleg¨® hace un mes para devolver las obras que se demuestre que fueron robadas, la muerte de Gurlitt no tendr¨¢ un efecto inmediato en el destino de la colecci¨®n. Las pinturas y grabados seguir¨¢n en el lugar donde los tiene guardados el Gobierno hasta que se determine qui¨¦nes son sus leg¨ªtimos due?os.? El coleccionista alem¨¢n expres¨® en testamento su voluntad de que sus cuadros, entre los que hay obras expoliadas por los nazis, recaiga completa en el Museo de Arte de Berna, seg¨²n Der Spiegel.? El diario S¨¹ddeutsche Zeitung y la radio p¨²blica regional?NDR han difundido que Gurlitt dict¨® recientemente testamento debido a su delicado estado de salud y expres¨® su ¨²ltima voluntad con respecto a su colecci¨®n, cuya existencia no se hizo p¨²blica hasta el a?o pasado.
Las 1.280 obras, entre las que se cuentan piezas de Picasso, Chagall,? Matisse, Beckmann y Nolde, deben permanecer juntas en esa fundaci¨®n ¡ª-cuyo nombre no se ha hecho p¨²blico¡ª y no quedar en manos de alguno de los escasos familiares de Gurlitt, incluido un primo lejano que reside en Espa?a.? El testamento lo redact¨® un abogado del anciano coleccionista en la habitaci¨®n del hospital en que se encontraba Gurlitt ingresado antes de una operaci¨®n de coraz¨®n a la que fue sometido recientemente.
El portavoz de Gurlitt dijo que el anciano, ya muy debilitado, hab¨ªa decidido en los ¨²ltimos d¨ªas volver a su piso de M¨²nich, donde recib¨ªa los cuidados de un m¨¦dico y de una enfermera. La responsable gubernamental de Cultura, Monika Gr¨¹tters, valor¨® que, al llegar a un acuerdo para devolver las obras ¡°hab¨ªa asumido su responsabilidad moral¡±. ¡°Ser¨¢ debidamente reconocido y respetado por haber dado este paso¡±, asegur¨® la ministra.
La ¨²ltima fase de la vida de Gurlitt, aquella en la que se hizo famoso muy a su pesar, comenz¨® en septiembre de 2010, a bordo de un tren de M¨²nich a Z¨²rich. El descubrimiento por parte de la polic¨ªa de que viajaba con una gran cantidad de dinero en efectivo dio inicio a una investigaci¨®n fiscal. La sorpresa may¨²scula lleg¨® a principios de 2012, cuando en un registro de su apartamento de 100 metros cuadrados en el barrio muniqu¨¦s de Schwabing, los agentes hallaron una fabulosa colecci¨®n, con 1.280 obras de arte. Entre muchos otros, all¨ª hab¨ªa pinturas de Pablo Picasso, Marc Chagall, Henri Matisse, Otto Dix o Max Ernst. El descubrimiento del tesoro se mantuvo un a?o en secreto hasta que en 2013 lo destap¨® la revista Focus. El Gobierno alem¨¢n recibi¨® muchas cr¨ªticas por un silencio tan largo.
La pol¨¦mica remiti¨® cuando el anciano lleg¨® a un acuerdo con el Gobierno federal de Alemania y del land de Baviera para devolver las obras que tuvieran una procedencia ileg¨ªtima. Se estableci¨® para ello un comit¨¦ de expertos que dispone de un a?o para seleccionar las pinturas y grabados que habr¨¢ que restituir a los herederos de los expoliados.
Pese a tener un bot¨ªn valorado en unos 1.000 millones de euros repartido entre su piso de M¨²nich y una casa en Salzburgo (Austria), Gurlitt llevaba una vida sin grandes lujos. De vez en cuando vend¨ªa alguna obra para mantener sus dos casas o pagar a los m¨¦dicos.
Pese a la condena generalizada a la que se enfrent¨® al final de su vida, consideraba que lo ¨²nico que hab¨ªa hecho era cuidar aquello que m¨¢s quer¨ªa, el legado que hab¨ªa recibido de su padre. Hildebrand Gurlitt, historiador de arte, director de museo y marchante, fue de los primeros en comprender la importancia de representantes del expresionismo alem¨¢n como Max Pechstein. Tuvo problemas con el r¨¦gimen nazi, que le consideraba demasiado ¡°amigo de los jud¨ªos¡±, pero a?os m¨¢s tarde Hitler le encarg¨® la venta de unas obras que el r¨¦gimen nacionalsocialista consideraba ¡°degeneradas¡±. Gurlitt padre acab¨® lucr¨¢ndose gracias al saqueo sistem¨¢tico a los jud¨ªos, pese a que ¨¦l mismo ten¨ªa antepasados jud¨ªos.
La muerte de Cornelius Gurlitt cierra la historia familiar. ¡°Podr¨ªan haber esperado [a confiscar las obras de arte] hasta que me hubiera muerto¡±, hab¨ªa dicho a finales del a?o pasado en la entrevista que concedi¨® a Der Spiegel. Desde aquel d¨ªa de hace dos a?os en el que los agentes entraron en su casa, nunca volvi¨® a ver esos cuadros que tanto quiso.
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