Romanticismo de ¡®Superpop¡¯
David Menkes ha cogido unos cuantos temas mayores para convertirlos en algo inferior, indigno, superficial y sonrojante
Seg¨²n definici¨®n cl¨¢sica del poeta alem¨¢n del siglo XVIII Novalis, ¡°dando a lo bajo un sentido superior, a lo ordinario un aspecto misterioso, a lo conocido la dignidad de lo desconocido, y a lo finito la apariencia de lo infinito, lo convierto en rom¨¢ntico¡±. Por un pu?ado de besos, s¨¦ptima pel¨ªcula de David Menkes, sin embargo, parece haber equivocado el concepto porque ha hecho justo lo contrario: coger unos cuantos temas mayores, la enfermedad, el miedo a la muerte y a la soledad, el amor desbocado, la mentira y hasta la ¨¦tica period¨ªstica, para convertirlos en algo inferior, indigno, superficial, corto de miras y, en alg¨²n momento, incluso sonrojante.
POR UN PU?ADO DE BESOS
Direcci¨®n: David Menkes.
Int¨¦rpretes: Ana de Armas, Marti?o Rivas, Marina Salas, Megan Montaner, Andrea Duro. Alejandra Onieva, Mario Pardo, Jan Cornet.
G¨¦nero: romance. Espa?a, 2014.
Duraci¨®n: 98 minutos.
Tras el ¨¦xito de p¨²blico de Mentiras y gordas, Menkes ha adaptado una novela de Jordi Sierra i Fabra, Un poco de abril, algo de mayo y todo septiembre, que bien podr¨ªa ser la continuaci¨®n moralista del desenlace de aquella: una suerte de par¨¢bola en favor del divertimento sano y el amor puro, el que nace m¨¢s all¨¢ de lo f¨ªsico, amparado en el tir¨®n juvenil y la evidente belleza de Ana de Armas y Marti?o Rivas, en la que, quiz¨¢ consciente del paup¨¦rrimo material dram¨¢tico que tiene entre manos, se aplica en la puesta en escena con un interminable muestrario de movimientos de c¨¢mara y recursos de montaje. Sin embargo, por contraste con la escritura, el efecto es demoledor; s¨®lo es el bonito envoltorio de un desastre que llega a ser rid¨ªculo en un par de ocasiones m¨ªticas: la secuencia donde los dos enamorados hablan en la cama y la riegan de alcohol, y la conversaci¨®n sobre la dicotom¨ªa entre los Beatles y los Rolling Stones que, al menos en el pase para la prensa, convirti¨® la secuencia en involuntaria comedia.
De todos modos, Menkes y los productores, que han acompa?ado el relato de una constante banda sonora de Paco Ortega y de una colecci¨®n de canciones presuntamente elegantes aunque con poca identidad, saben a lo que juegan con este tipo de producci¨®n, y conocen lo que demanda su presumible p¨²blico. As¨ª que no parece casualidad que las camisetas de Rivas salgan de su cuerpo a la menor oportunidad y que en el primer minuto de pel¨ªcula ya se haya intuido el culo de Armas entre la lencer¨ªa fina.
Babelia
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