Sabor a despedida
Cuando los clarines y timbales anunciaron el ¨²ltimo tercio del cuarto de la tarde, Enrique Ponce ya ten¨ªa la montera calada, plegada la muleta y el estoque simulado en las manos.
Cuando los clarines y timbales anunciaron el ¨²ltimo tercio del cuarto de la tarde, Enrique Ponce ya ten¨ªa la montera calada, plegada la muleta y el estoque simulado en las manos. Las notas postreras las escuch¨® cruzando las rayas, pues con paso firme se dirigi¨® al centro del anillo. All¨ª, parsimonioso y elegante, brind¨® a la concurrencia el que puede ser el ¨²ltimo toro que lidie en Madrid. As¨ª lo entendi¨® la plaza entera, que lo hab¨ªa tratado con respeto y cari?o desde el inicio del festejo. De hecho, una vez despejado el pase¨ªllo, una cerrada ovaci¨®n le oblig¨® a salir al tercio a saludar; un gesto, el de la afici¨®n, que sonaba a bienvenida tras cinco a?os alejado de Madrid y a un adi¨®s m¨¢s que previsible.
DEL R?O / PONCE, CASTELLA, GAL?N
Toros de Victoriano del R¨ªo y de Cort¨¦s, bien presentados, inv¨¢lidos y nobles; destacaron por su calidad los tres primeros y el sexto.
Enrique Ponce: dos pinchazos y un descabello (silencio); pinchazo, estocada desprendida ¡ªaviso¡ª y tres descabellos (ovaci¨®n).
Sebasti¨¢n Castella: estocada muy baja (silencio); estocada (silencio).
David Gal¨¢n, que confirm¨® la alternativa: estocada muy baja y nueve descabellos (silencio); pinchazo, estocada ladeada ¡ªaviso¡ª (ovaci¨®n).
Plaza de Las Ventas, 15 de mayo. S¨¦ptima corrida de feria. Lleno de 'No hay billetes'.
La montera cay¨® bocabajo, como debe ser, y Ponce se acerc¨® a los terrenos del tendido 7, donde abundan sus m¨¢s duros cr¨ªticos, y all¨ª comenz¨® algo m¨¢s que una faena. Un compromiso, quiz¨¢; una reafirmaci¨®n, tal vez¡ Por bajo, primero, fino e inspirado, y con la mano derecha, despu¨¦s, y en todo momento acompa?ado por el calor de los tendidos. No acabaron de florecer las dos primeras tandas, ligadas, pero despegadas; un cambio a la zurda, y el toro no acaba de ayudar. Derrota, engancha la franela y desluce. Un par de redondos desmayados y otra vez la muleta por los aires; muletazos a pies juntos; despu¨¦s, ayudados por bajo, y la sensaci¨®n de que la esperanza se hab¨ªa desvanecido. Un pinchazo ¡ªun lamento profundo del torero¡ª, una estocada, un aviso, tres descabellos¡ ?Horror¡! No era ese el guion previsto por Ponce, pero tampoco era el toro ideal para una despedida triunfal. Hizo un gran esfuerzo, pas¨® el torero un mal rato, su cara de disgusto hablaba por s¨ª sola¡
M¨¢s noble y con mejor clase se comport¨® su primero, que brind¨® al escritor Mario Vargas Llosa, presente en un burladero del callej¨®n. Estaba noqueado el animal; se hab¨ªa despanzurrado debajo del caballo y mord¨ªa el polvo en cuanto le bajaba el enga?o. El torero, habilidoso siempre, se adorn¨® con gusto, y mostr¨® sus pecados habituales: le cuesta cruzarse y procura desviar la embestida siempre hacia fuera.
No fue la corrida so?ada, pero la ovaci¨®n final supo a justo reconocimiento a una figura que, al margen de los gustos personales, se ha labrado un puesto relevante en la historia del toreo.
Ovaci¨®n y pitos
Madrid despidi¨® con respeto y cari?o a un esforzado Enrique Ponce.
Castella atraviesa una mala racha, no le sale nada.
Junto al veterano maestro se presentaba David Gal¨¢n, un joven talludito ¡ªha cumplido los 29 a?os y es matador desde 2005¡ª, hijo del recordado torero Antonio Jos¨¦ Gal¨¢n, que, por esas carambolas inexplicables de la vida, se encontr¨® con una confirmaci¨®n de lujo. Y la verdad es que no decepcion¨®. Se le supon¨ªa inexperto ¡ªno se visti¨® de luces en 2013¡ª y bullanguero ¡ªesa fue su bandera como novillero¡ª, pero se encontr¨® con el mejor lote de la tarde, un par de toros que eran pura dulzura en su repetidora embestida, y el muchacho, haciendo gala de encomiable serenidad y buen gusto, sac¨® lo mejor de s¨ª mismo. Estuvo a la altura de su primero, que desbordaba ritmo y buen son; lo veronique¨® con garbo, y lo mulete¨® con templanza y hondura. Una pena que el animal tuviera una vida muy corta, pero ah¨ª qued¨® la mejor carta de presentaci¨®n del torero. Gemelo parec¨ªa el sexto, al que cit¨® de lejos en dos tandas de redondos abrochados, la primera, con un elegante cambio de manos, y una trincherilla el segundo. Cuando se atisbaba faena, el toro se par¨® y hasta ah¨ª dur¨® el sue?o de este chaval que tratar¨¢ de utilizar el buen sabor esparcido en San Isidro para salir a flote.
Mientras tanto, Castella parece estar viviendo un particular naufragio. Atraviesa una mala racha, no le sale nada, da muchos pases entre el silencio de la concurrencia, prueba evidente de que algo no funciona. No dijo nada ante su birrioso y noble primero, muy protestado, y acompa?¨® la embestida y aburri¨® sobremanera en el otro. Otra vez, ya ocurri¨® en Sevilla, sobresali¨® su cuadrilla: Ambel y Herrera con los palos, y Chac¨®n con el capote.
La corrida de hoy
Toros de Jandilla y Vegahermosa para Daniel Fandila El Fandi, Iv¨¢n Fandi?o y Joselito Adame, que sustituye a Miguel Abell¨¢n.
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