Por amor al arte de Terps¨ªcore
Fue 'Casi-Casa' lo mejor de este programa ensalada, lo m¨¢s digno, evidencia que viene a demostrar para lo que la compa?¨ªa, en su estado actual, est¨¢ preparada y para lo que no
No es de recibo para la Compa?¨ªa Nacional de Danza (CND) bailar en el teatro de ¨®pera m¨¢s importante de Espa?a con la m¨²sica de Chaicovski enlatada (y da igual si el Ballet de la ?pera de Par¨ªs una vez lo hizo as¨ª en La Bastilla, con esta misma e inapropiada grabaci¨®n). Es muestra de flojera y de que el ballet, para este coliseo madrile?o, es menos que nada. No hay mucho que decir de Allegro brillante salvo que la selecci¨®n de la bailarina principal es err¨¢tica e inadecuada y que ese ballet, que ya ha formado parte del repertorio de dos compa?¨ªas espa?olas otrora lo hac¨ªan infinitamente mejor entonado, en estilo, bailando en m¨²sica, con sentido parejo de conjunto. Algo parecido pasa con In the middle¡ (lo bail¨® la CND en 1992 con mejor fortuna), donde la plantilla, falsamente escudada en el cierto desenfado impl¨ªcito al estilo, muestra otra vez sus debilidades. No pide el core¨®grafo relajo en la terminaci¨®n del fraseo, sino desinhibici¨®n en la prosecuci¨®n del tema principal y su ampliaci¨®n progresiva, un ejercicio complejo de arte po¨¦tico que hoy ya es can¨®nico de un g¨¦nero y de su poderosa influencia sobre la est¨¦tica de los ¨²ltimos 25 a?os; el propio Forsythe sinti¨® ¡°autofascinaci¨®n¡± y meti¨® de clavo este material literal en la segunda secci¨®n de Impressing the Czar (Fr¨¢ncfort, 1988). Anteayer falt¨® destaque y asiento, peso en las figuras.
Problema a?adido a este estreno es la megafon¨ªa, ni se o¨ªa decentemente el piano de Allegro brillante (obra creada en 1956) ni la electr¨®nica de Willems en el segundo ballet, que data de 1987. Y es que, precisamente Balanchine puso en pr¨¢ctica aqu¨ª por segunda vez una asociaci¨®n entre cadenza pian¨ªstica y bravura del material core¨²tico expresado sobre la figura principal femenina, un forzado al virtuosismo ligado que ya apareci¨® en Ballet imperial (1941) basado en el Concierto para piano y orquesta n¨²mero 2 del mismo compositor.
Es atinado recordar que fue el mismo a?o crucial de 1941 en que hizo Concerto barocco (Bach), fecha que los te¨®ricos dan como definitiva en la cristalizaci¨®n del estilo balanchiniano y de su criterio columnario: ¡°El ballet no es intelectual, sino visual¡±.
Nada es nuevo: ni bailar por amor al arte de Terps¨ªcore [musa de la danza], ni que se repartan sueltos, ni que la CND arrastra males end¨¦micos que la lastran de por vida
Pero es que todo ballet es visual, a¨²n con un gran poso intelectual, como es el caso de Mats Ek, capaz de exprimir un jugo substancial a los argumentos m¨¢s cotidianos. La frase de Ek ¡ª¡°La puesta en escena social, como tal, es muy rica¡±¡ª se explica por s¨ª misma y adquiere el mismo peso que la frase precedente de Balanchine, sirve de canon est¨¦tico, de exergo o lema. La mejor parte de Casi-Casa est¨¢ en las tres secciones centrales (aspiradoras / paso a dos de la puerta / tr¨ªo masculino), pero es en general un ballet potente y compacto, lleno de deliciosas claves sutiles en que el espectador escoge su personaje y termina el dibujo; el que ve debe contribuir a la gr¨¢fica final.
Puede Casi-Casa inscribirse en la est¨¦tica de Ek dentro de sus ballets de ambientes dom¨¦sticos, donde un ¨¢mbito cerrado (y hasta opresivo) se abre por virtud de la riqueza del movimiento y su expresividad, con la presencia de s¨ªmbolos ¨²tiles (puerta, sill¨®n, la invisible e hipn¨®tica televisi¨®n). Tal es la voluntad de estilo para llevar el ¡°qu¨¦ se dice¡± hasta un programa estricto y propio del ¡°c¨®mo se dice¡±, que el resultado es tan redondo como vivificador. No es un tono alegre, pero hay un proceder repleto de ternura sobre la acci¨®n, una b¨²squeda de acci¨®n bailada para poblar ese universo que si estrecho, a la vez es un mundo.
Fue Casi-Casa lo mejor de este programa ensalada, lo m¨¢s digno, y esta evidencia viene a demostrar para lo que la compa?¨ªa, en su estado actual, est¨¢ preparada y para lo que no. No es aventurado sugerir que a esto es a lo que se deb¨ªa dedicar la CND; a este tipo de obras contempor¨¢neas deb¨ªa concentrar sus esfuerzos y magros recursos, pues es donde el resultado no rechina y donde hay un nivel de representatividad aceptable con la condici¨®n de agrupaci¨®n de titularidad nacional (y estatal), y por consiguiente, de los m¨ªnimos exigibles a su rango. Los bailarines a las puertas del Real repart¨ªan unas cuartillas reivindicativas de sus derechos al cobro de horas extraordinarias, e intentaban (con algunas faltas de ortograf¨ªa) un juego de palabras con aquello de ¡°por amor al arte¡±. Nada es nuevo: ni bailar por amor al arte de Terps¨ªcore [musa de la danza], ni que se repartan sueltos, ni que la CND arrastra males end¨¦micos que la lastran de por vida. Probablemente, visto lo visto, la soluci¨®n est¨¦ en otro dicho: ¡°borr¨®n y cuenta nueva¡±.
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