Carmen Machi, en busca de las energ¨ªas callejeras
La actriz memoriza mientras duerme y solo puede estudiar rodeada de voces y m¨²sica
No sale a la calle con la decidida intenci¨®n de observar, pero Carmen Machi (Madrid, 1963) sabe que cuando regresa a la tranquilidad de su casa, por alg¨²n resquicio aparecer¨¢ esa energ¨ªa con la que se ha topado y que luego traslada a los personajes. ¡°Mis armas son primarias, la observaci¨®n de la vida, de la gente que uno se va encontrando¡±, dice esta actriz, poco amiga del estudio ¡ª¡°me aburre, me desconcierta¡±¡ª y defensora del sue?o nocturno, de ese momento en el que, dormida, ella memoriza. ¡°Si por alg¨²n motivo tengo que aprenderme un texto en pocos d¨ªas, lo tengo que hacer rodeada de ruidos y voces, con la televisi¨®n puesta o con m¨²sica a tope¡±. Eso le ocurri¨® con El caballero de Olmedo,cuando en apenas tres d¨ªas se tuvo que aprender un papel para sustituir a Rosa Maria Sard¨¤, que hab¨ªa ca¨ªdo enferma. Cuando no tiene esa premura se deja llevar por su mente, y nota que cuando se mete en la cama y descansa ¡ª¡°ese momento en el que est¨¢ m¨¢s n¨ªtida la cabeza¡±¡ª es cuando se le imponen los textos sin problemas. ¡°Yo memorizo durmiendo¡±, dice Machi, cuya potencia interpretativa jalona desde hace a?os el teatro, el cine y, antes, la televisi¨®n.
La luz entra poderosa por el ventanal de su domicilio de Madrid, un lugar acogedor y pulcramente ordenado, con carteles de cine en las paredes, fotos y muchas, muchas, tortugas por las estanter¨ªas. Y m¨¢s que tiene guardadas ya ni sabe d¨®nde. Regalos de amigos y admiradores por ese papel ins¨®lito y poderoso que encarnaba en La?tortuga de Darwin, con texto de Juan Mayorga y direcci¨®n de Ernesto Caballero. La tortuga de Darwin, estrenada en febrero de 2008, supuso el primer Premio Max en la carrera de la actriz, pero tambi¨¦n la ¡°liberaci¨®n¡± de la televisi¨®n, tras a?os exitosos al frente de series como Siete vidas y Aida. ¡°Me abri¨® los ojos en mi carrera, que siempre hab¨ªa estado ligada al teatro. El sentimiento de libertad que te da un escenario es enorme¡±. ¡°Vivir es adaptarse¡±, dec¨ªa esa tortuga que ha sobrevivido a toda una serie de hitos hist¨®ricos: dos guerras mundiales, la revoluci¨®n industrial, la de octubre y la Perestroika. Y eso es lo que hace Carmen Machi, que en los ¨²ltimos a?os ha combinado el cine y el teatro, el ¨¦xito y el riesgo.
Su participaci¨®n en la pel¨ªcula m¨¢s taquillera en la historia del cine espa?ol, Ocho apellidos vascos, la vive con especial cari?o, pero con distancia, convencida de que su participaci¨®n es ¡°casual¡± y de que lo m¨¢s importante es el efecto domin¨® y de ilusi¨®n que aporta a la industria. La valent¨ªa est¨¢ en el papel teatral de Lady M¨¢cbez, en la obra que representa estos d¨ªas en el teatro Mar¨ªa Guerrero, de Madrid. Un personaje, complejo y sin escr¨²pulos, para el que le ha resultado complicado encontrar alguien en la calle con esa energ¨ªa malvada.
Una foto dedicada de Pedro Almod¨®var, en lugar preferente, reza lo siguiente: ¡°Qu¨¦ gustazo, Carmen. Tenemos que volver a trabajar juntos¡±. Todos, dramaturgos y cineastas, y no solo ellos, quieren repetir con La Machi. Seguro que tambi¨¦n Rafael Nadal, el tenista al que la actriz sigue con devoci¨®n fan¨¢tica.
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