Escondrijos donde el amor se pudre
Antes de morir el pasado enero, el poeta reuni¨® en un ¨²ltimo libro sus poemas en prosa
La vida que se va deja un soplo en medio de la mano que es in¨²til besar. Tr¨¢telo bien, se?ora, no equivoque los platos que calent¨® y sirvi¨®, sue?os, abrigos, oscuridades, claridad, la fe que se repite, dolores en la mitad del d¨ªa, bellezas que se deben quedar.
La eternidad es una idea violenta / capitalista / acumular futuro. La conciencia se libra de s¨ª misma cuando vira su luz en las respiraciones del roc¨ªo. Fulgor de las almohadas en las que el tiempo se desnuda y el orden del amor se pierde. La noche madura / las verdades del cuerpo conocen el cortejo / las horas que se van.
Llegan los ruidos de la muerte cotidiana / M¨¦xico / Irak / Pakist¨¢n / Afganist¨¢n / Yemen / Somalia. Me miro sin explicaciones / soy el asesino y el asesinado. Adi¨®s, candor, los restos de la infancia est¨¢n p¨¢lidos / no hay qu¨¦ darles de comer. La belleza de un p¨¢jaro dormido me trae agon¨ªas y ruego al p¨¢jaro que duerma. Sin ¨¢rboles de hermosura corp¨®rea, sin largos d¨ªas de mayo.
La c¨¢rcel de la feria no tiene puertas de diamante ni candados de oro. La pena, el hambre, la guerra, la infamia, la tristeza, hasta la misma muerte / se pasean a dedos del jilguero que cae malherido. Te olvidaste del odio, la resignaci¨®n, la furia, Baltasar. Las disciplinas de la humillaci¨®n enfr¨ªan la v¨ªa p¨²blica y no soplan vientos de salud, los contratos posibles del encuentro entre los miedos del esp¨ªritu y los colores de una garza. La dignidad canta m¨²sicas flacas / p¨¢rpados de arena?/ le clavan la fuente de la sangre. La indignaci¨®n olvida sus fulgores. Vida, qu¨¦ te hacen, vida, sola ah¨ª, sin techo ni par¨¢bolas, en la evaporaci¨®n de cualquier sue?o.
A Tom¨¢s Segovia
El dolor cuece con alquimias. Los planetas empujan las ruedas de la naturaleza / Mercurio es un drag¨®n esposo y esposa de s¨ª mismo / fecunda en un d¨ªa el veneno que mata lo que a¨²n vive. ?Su parte femenina se le va como quien abandona su placenta? ?Neptuno cuida cenizas de la muerte en Ciudad Ju¨¢rez, Puerto Pr¨ªncipe, Sana, Veracruz? ?El poema de la Luna y el Sol se disfraza de nube sin corona? Los ministros del ojo retoman su trabajo con bestias calculables.
Sirven un plato con porciones de belleza y veneno. La locura ocupa muchas partes en l¨ªmites del plato / la deuda con lo que no somos / el tiempo fijo en su pasar / odios sin ¨¢mbar que los sacie. Tienen ojos de lince?/ violencias en su cultivo enfermo. Desean abrir la maravilla a pie, apenas un chorrito de la noble pasi¨®n, la que buscaba el blanco de un nen¨²far en la estaci¨®n m¨¢s breve / a tiros si es preciso.
Los caminos del duelo eluden el deber cumplido, tienen audacias para sobrevivir?/ pa¨ªses / escondrijos de estar. La imposibilidad de borrar huellas ancla en el real con p¨¦ndulos indetenibles / su semejanza con la muerte es un esc¨¢ndalo.
A ver, pedazos m¨ªos, hagan asamblea y decidan. P¨®nganse sombreros blancos y tiradores rojos, haya color para que el viejo buey se vaya. Mis muertos ponen sombras porque no tienen m¨¢s remedio. Clavan dientes de jabal¨ª, se?ora, besos helados en representaci¨®n de oto?os idos, naves que buscan alg¨²n mar.
Hay escondrijos donde el amor se pudre. Libertad, libertad, grita el camino caminado. Ninguna brisa a medianoche limpia el ojo perdido o brazo o pie que se rompi¨® anduvi¨¦ndolo. Recortaron el cuerpo del aullido, avanza en plena destrucci¨®n. Una mujer alza los brazos para reemplazar a la piedad. La pasi¨®n pedig¨¹e?a escribe lo que se va de su escritura a otras desolaciones, otros pagos y la memoria es un papel en fuego seco.
La muerte no interpreta sus textos, no lee lo que se va a llevar. Si alguna prisionera en Campo Mayo reci¨¦n nacida a madre con los ojos tapados que ni a su hijo vio. Si un petirrojo que ten¨ªa deseos. Si un joven que tocaba entra?as de la m¨²sica. Si el que transforma el tiempo en un qu¨¦ es. Si la dolor de un hombre que llora para adentro.
?Ad¨®nde se fueron extravagancias del paisaje / parientes del todo y de la nada / vida y muerte del toro / l¨¢grimas en el cerebro? La diferencia ¨²ltima cantaba ciega en la evaporaci¨®n del s¨ª como ocultarse y el ojo intercambiable con trampas de doctrina. El sacrificio era barato y escribi¨® cartas que arden en silencio. Las leen los prohibidos, sus furias sin amparo, aves sin pico, rosas detenidas en lo que no vini¨®.
A Juan Mars¨¦
El poema que te quiero escribir, amoramor, no tiene palabra todav¨ªa. Viaja en sus negaciones y desastres como el ayer en hoy y su argumento es una llama. Nadie puede apagarla y guarda su secreto cuando tu rostro es plena maravilla. Abre todas las puertas del sujeto, sacrificios del cu¨¢ndo, los c¨ªrculos de dos sin redactor original.
El rebozo fue al r¨ªo donde se quiere m¨¢s / crecieron plantas de irse. Apagaron la rosa y su consuelo / la sombra de la rosa?/ cubre rincones de la cuna / pieles v¨ªrgenes / caballos de aire que se quedan. Aromas del pensamiento l¨ªquido tocan o¨ªdos ciegos. La que llora de cruz inalterable carga con besos rotos / gana batallas que perdi¨®.
A Chavela Vargas
In memoriam. Ciudad de M¨¦xico, 5 agosto 2012
Me cavo para no encubrirte m¨¢s con visiones de tu abrigo largo. Un parpadeo dura mucho cuando se aparta el ser de s¨ª en vuelos sin rumor. Libre a¨²n entre muros de cemento y cal viva?/ arrojado a que nunca fueras certidumbre.
A Marcelo
?Y si la poes¨ªa fuera un olvido del perro que te mordi¨® la sangre / una delicia falsa/ una fuga en m¨ª mayor / un invento de lo que nunca se podr¨¢ decir? ?Y si fuera la negaci¨®n de la calle / la bosta de un caballo / el suicidio de los ojos agudos? ?Y si fuera lo que es en cualquier parte y nunca avisa? ?Y si fuera?
Hoy. Juan Gelman. Visor. Madrid, 2014. 318 p¨¢ginas.
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