John Banville, un relojero genial
Los grandes libros del nuevo Pr¨ªncipe de Asturias de las Letras est¨¢n concebidos para ser rele¨ªdos
Banville encarna al escritor vocacional. Desde ni?o quiso juntar palabras para (re)crear mundos. Su trayectoria es la de un tipo obsesionado por la escritura, un feliz maestro de la neurosis l¨¦xica (?palabra exacta o muerte!) y de la paranoia sint¨¢ctica (una frase mal construida es un camino sin salida, o una m¨²sica disonante o un mensaje extraviado). Su obra novel¨ªstica trata en general de la existencia humana y de sus dramas silenciosos y latentes, y para hablar de la existencia solo es posible la precisi¨®n. Banville es un relojero, se batir¨ªa a sable con quien fuera por una palabra en detrimento de otra.
El mar (2005, Premio Man Booker) es el s¨ªmbolo de su literatura de la exactitud y de la sutileza. Nunca grita pero todo el mundo lo oye. Sus grandes libros (en la lista est¨¢n El libro de las pruebas, 1989, y Antigua luz, 2012) est¨¢n concebidos, como dir¨ªa Juan Goytisolo, para ser rele¨ªdos y no solo para ser le¨ªdos. Se evocan despu¨¦s de ser le¨ªdos, perdura su prosa milim¨¦trica en la memoria del lector. Se columpia en la gram¨¢tica y la hace lucir mientras se divierte. Examina y selecciona los adjetivos e inventa im¨¢genes como posiblemente solo Nabokov supo hacer: "Una enfermera vino a buscarme. Me di la vuelta y la segu¨ª. Y fue como si me adentrara en el mar". Habla de "ausencias palpables" y de "oscuridades visibles" porque la poes¨ªa deambula por sus p¨¢ginas sin hacer ruido.
Sin embargo, el talento de Banville es tan grande que no cabe en la literatura cult, se desborda e invade bajo el ir¨®nico pseud¨®nimo de Benjamin Black el espacio de la literatura de g¨¦nero, de la novela negra, el espacio de la pulp. Como el gran Umberto Eco adora a James Bond y escribe best-sellers, Banville adora a Raymond Chandler y escribe best-sellers de intriga y misterio en blanco y negro que solo colorea su prosa trasterrada. Banville se inventa a Benjamin para seguir disfrutando del oficio de juntar palabras pero en un terreno mucho m¨¢s popular, el de la investigaci¨®n entre viudas, secretos y cad¨¢veres.
La esquizofrenia de Banville es ciertamente ins¨®lita pero a la vez ciertamente provocadora: como hizo en su d¨ªa Gombrowicz con Los hechizados, Banville se ret¨® a s¨ª mismo a escribir tambi¨¦n para la inmensa mayor¨ªa travisti¨¦ndose autor de masas sin querer curarse de esa patolog¨ªa ling¨¹¨ªstica suya tan particular que se llama. Y, desde El secreto de Christine (2006) a La rubia de ojos negros (2014), el flamante Premio Pr¨ªncipe de Asturias juega como un malabarista con los clich¨¦s, los c¨®digos y los arquetipos. Puede disfrazarse de fr¨ªvolo pero no es nunca banal. Y es que este genio de la narrativa contempor¨¢nea se lo toma todo demasiado en serio como para que sus propias bromas se queden en lo trivial. La calidad literaria es la misma, y es el lector el que deber¨¢ ajustar su actitud y su complicidad cuando lea a John o cuando lea a Benjamin. ?Felicidades a los dos!
Javier Aparicio Maydeu es profesor de la Universitat Pompeu Fabra y cr¨ªtico de Babelia.
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