Biograf¨ªa de una leyenda: el ¡®boom¡¯

Incluso a distancia ya sideral llega todav¨ªa la luz de un fen¨®meno extravagante. Y persiste y aumenta la incontenible curiosidad por enterarse de todo y sobre todos, incluidos compa?eros de viaje, auxiliares, taxistas, ch¨®feres o secretarias, arrendatarios y traductores, cr¨ªticos y periodistas. A Xavi Ay¨¦n le gusta reivindicarlo como Boom, a otros nos gusta menos, pero es indiferente, porque el libro ofrece la ¨®ptica plural que va de un se?orial ?lvaro Mutis ya muy mayor, o un torturado Jos¨¦ Donoso, hasta la timidez cortada de Sergio Pitol o del mayor l¨²cido del reino, Julio Ram¨®n Ribeyro y sus impagables diarios de La tentaci¨®n del fracaso desde 1950. Los reflejos luminosos de cuando entonces mantienen una vivacidad inaudita, como si el carisma se hubiese encarnado en un pu?ado de escritores en el espa?ol de Am¨¦rica. Gran parte de sus obras no pasan, aunque var¨ªe la estimaci¨®n de unos y otros, y la curiosidad sigue siendo incluso morbosa, compulsiva, ante la red de significados de ruptura literaria y ¨¦tica que atrajeron sobre s¨ª tantos escritores entre principios de los sesenta y medidados de los setenta. Hubo antes buena literatura en espa?ol (sobre todo en Am¨¦rica) y hubo despu¨¦s buena literatura en espa?ol (en Am¨¦rica y Espa?a), y sin embargo sigue fragante y rumbosa la nube de factores que ligaron la alta literatura a la mayor¨ªa lectora.

Las casi 900 p¨¢ginas de Aquellos a?os del boom pasar¨¢n a ser la enciclopedia informada, dispersa, chismosa y a menudo confidencial sobre las relaciones personales y profesionales de los escritores hispanoamericanos que encontraron en una muchacha despierta e inagotable, Carmen Balcells, y en un editor con vocaci¨®n de actor, marino pirata y estrella literaria, Carlos Barral, los catalizadores para cuajar sus vocaciones literarias. El relato de Ay¨¦n sin embargo sacar¨¢ de quicio al lector acad¨¦mico porque apenas usa nada de la bibliograf¨ªa cr¨ªtica sobre todos ellos y remite demasiado a menudo a la historia literaria de Giuseppe Bellini (que es de 1985). De ah¨ª quiz¨¢ se derivan algunas inexactitudes o imprecisiones insignificantes pero inc¨®modas: el hallazgo expresivo sobre la metralla del boom, por ejemplo, no es m¨ªo; es de Dunia Gras (y el mono azul que algunos vestimos hace mil a?os lo imitamos del mec¨¢nico mayor Garc¨ªa M¨¢rquez).

Ay¨¦n va leg¨ªtimamente a su aire, como el buen periodista cultural que es, y maneja, ordena y confronta tres tipos de materiales, adem¨¢s de las biograf¨ªas de los m¨¢s relevantes autores: las entrevistas con todo tipo de testigos ¡ªentre los m¨¢s sugestivos est¨¢n Joaqu¨ªn Marco, Salvador Clotas, N¨¦lida Pi?¨®n, Beatriz de Moura, Elena Poniatowska, Juan Cruz, Luis Feduchi, Balcells¡ª, los testimonios directos y actuales de muchos de los autores, y quiz¨¢ lo m¨¢s valioso de todo: el acceso a una parte del archivo de la Agencia Carmen Balcells y a las fuentes disponibles e in¨¦ditas que custodia la Universidad de Princeton en el Fondo Mario Vargas Llosa. Las citas son generosas, con extensos extractos de cartas in¨¦ditas de muchos de ellos, largas parrafadas de entrevistas, cruce de testimonios para intentar aclarar detalles: ?quiso o pudo Carlos Barral editar Cien a?os de soledad? No. ?Sabemos por qu¨¦ Garc¨ªa M¨¢rquez encaj¨® un s¨®lido pu?etazo de Vargas Llosa en 1976? En el fondo tampoco, pero importa poco, aunque es divertido seguir la pesquisa en busca del fot¨®grafo notarial (Garc¨ªa M¨¢rquez quiso retratarse con el ojo morado) y de la causa de que Patricia Llosa perdiese un avi¨®n cuando Garc¨ªa M¨¢rquez la llevaba al aeropuerto en Barcelona.

?Sabemos por qu¨¦ Garc¨ªa M¨¢rquez encaj¨® un s¨®lido pu?etazo de Vargas Llosa en 1976? En el fondo tampoco, pero importa poco, aunque es divertido seguir la pesquisa?

Esta biograf¨ªa colectiva contiene retratos potentes, y muy en particular, el de Balcells y sus poderes taumat¨²rgicos, sus aptitudes de maga dom¨¦stica y pegajosa, irresistible y astuta, tambi¨¦n fr¨¢gil, vulnerable y sentimental, y quiz¨¢ por eso ind¨®mita e inc¨®moda para los editores y a veces para los propios autores. Pero el objetivo se abre al retrato de grupo a trav¨¦s de las noches de Boccacio, los encuentos en Los Caracoles y despu¨¦s en Flash Flash o Il Giardinetto, los barrios y esquinas m¨ªticas, las ciudades legendarias con un Par¨ªs que los ha vivido a todos, los contratos editoriales y los datos asombrosos, como la curva de ventas de Cort¨¢zar cruzada con la de Garc¨ªa M¨¢rquez. Quiz¨¢ porque las obras de Cort¨¢zar en 1966 llegaron a tirar 65.000 ejemplares en total y quiz¨¢ porque Cien a?os de soledad era un libro especial, su editor en Sudamericana, Francisco Porr¨²a, y el due?o de la editorial, Antoni L¨®pez-Llaus¨¤s, se atrevieron a tirar en junio de 1967 la enormidad de 8.000 ejemplares. Desde entonces y sin cesar, vendieron 100.000 ejemplares anuales, mientras Cort¨¢zar aumentaba la tirada de sus propias obras hasta casi 100.000, aunque no hubiese libro nuevo.

Pura brujer¨ªa, desde luego, o pura magia, quiz¨¢ como la que Cort¨¢zar hab¨ªa detectado en un cap¨ªtulo de novela que lee en 1966, en la revista Mundo Nuevo, con una prosa "tan viva, tan caliente, tan fabulosamente inventiva", que necesita cont¨¢rselo de inmediato a su autor, Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez, para que nadie se olvide.

Aquellos a?os del boom. Xavier Ay¨¦n. RBA Libros. Barcelona, 2014. 800 p¨¢ginas. 26 euros