Sergio Chejfec, gravedad sin perplejidad
Los textos de 'Modo linterna', h¨ªbridos de cr¨®nica, autobiograf¨ªa y ensayo, no terminan de convencer
Si los anteriores libros de Sergio Chejfec (Buenos Aires, 1956), publicados aqu¨ª por Candaya: Baroni: un viaje (2007), Mis dos mundos (2008) y La experiencia dram¨¢tica (2012), admit¨ªan refractariamente su adscripci¨®n a la novela, los textos que componen Modo linterna, h¨ªbridos de cr¨®nica, autobiograf¨ªa y ensayo, tampoco se avienen a la convenci¨®n del relato. Y no es que la adhesi¨®n no condicional a un g¨¦nero, a estas alturas, importe mucho, pero la escritura de Chejfec suscita cierto revulsivo que obliga a no dejar fuera ninguna cuesti¨®n. En cualquier caso lo que permanece en estos textos, con un protagonismo en ocasiones exasperante, es la figura del narrador, sobre quien pivotan las oscilantes reflexiones al albur de una ?irradiaci¨®n discontinua?. Un narrador que, en el proceso de ajustar o desmentir lo que escribe, se desentiende de las se?ales de indicaci¨®n que permitir¨ªan sospechar un sentido. Y no obstante, con esa renuncia al sentido, expone una topograf¨ªa de sensaciones ¨Densambladas por la introspecci¨®n y la conjetura¨D que constantemente apela a un significado que se escapa.
Podr¨ªa decirse que estos relatos son una tentativa de desplazar el cr¨¦dito que se concede a la ficci¨®n como representaci¨®n de la experiencia. Aqu¨ª la ficci¨®n se disuelve, y con la disoluci¨®n queda un registro de la realidad ¨Dno resultado de una mirada, sino de una sinuosa especulaci¨®n¨D que se acoge a la digresi¨®n, deslig¨¢ndose de lo dram¨¢tico y asoci¨¢ndose a lo conceptual. Chejfec ha declarado en alguna entrevista: ?La literatura es lo ¨²nico que se escribe sin ning¨²n motivo y sin ninguna funci¨®n?. Una aserci¨®n nada f¨¢cil de asumir, pero que delata en el escritor argentino una propuesta no de regeneraci¨®n, sino de otro estatuto, aunque su enunciado no deja de ser igualmente funcional. Sorprendentemente Chejfec ha obtenido, y sigue obteniendo, una notoria recepci¨®n que agracia a sus valedores con una aclamaci¨®n ditir¨¢mbica que coloca su literatura en un rango de excelencia, de modo que la reserva a su escritura se sit¨²a en una falsa impugnaci¨®n.
Personalmente (valga esta vez la indiscreci¨®n) no logro advertir el hipnotismo que al parecer despliega ?su particular estilo cadencioso y envolvente?, al decir de sus editores. Lo que se produce, m¨¢s bien, es una atracci¨®n retr¨¢ctil, quiero decir inter¨¦s y retractaci¨®n del inter¨¦s a medida que se avanza en su lectura. Una frase del primer cuento, ?Vecino invisible?, acaso d¨¦ cuenta de lo que intento decir: ?Habitar el mundo produce cansancio y melancol¨ªa, vivir empeora la cosas, y cuando notamos que nuestro sitio es impreciso y todav¨ªa m¨¢s, indecidido, nos rendimos sin ilusiones ni resistencia?. Estamos en la segunda p¨¢gina, y en una literatura que se presume indagatoria esa generalizaci¨®n no se impone precisamente por su agudeza. Pero, fuera de estas m¨¢culas, no cabe dudar de la solvencia reflexiva, o m¨¢s bien de la complicaci¨®n del campo de observaci¨®n que conecta lo trivial con lo que, apoy¨¢ndose en Henry James, Chejfec llama ?la atm¨®sfera de la conciencia?. Y es por ah¨ª, en efecto, por donde el lector puede ?respirar? ese desajuste del narrador entre lo que ve y la idea de lo que ve, que en el relato ?El seguidor de la nieve? encuentra su m¨¢s atemperada expresi¨®n al apreciar en un revoltijo de copos ?una tranquila argumentaci¨®n que busca convencerlo?. Algo semejante le sucede al lector, quien entra tambi¨¦n ?en un estado similar al abandono?.
Extra?a experiencia, sin duda, que no se hab¨ªa despejado al revelar que Modo linterna del t¨ªtulo se refiere a la funci¨®n de luz del m¨®vil, operaci¨®n que aparece en el cuento ?Una visita al cementerio? cuando se necesita iluminar un estrato de la tumba de Juan Jos¨¦ Saer que visita un grupo compuesto por un te¨®logo, un narrador y un ensayista, al que se agrega un m¨²sico. La idea misma del apoyo t¨¦cnico para descubrir una ausencia resulta perturbadora, pero se trivializa al mezclarla ¨Dsin cinismo, pero tambi¨¦n sin humor¨D con las fotos del ensayista a Colita, un oso de peluche. Hay en la prosa de Chejfec una gravedad intelectual a mi parecer impostada en su af¨¢n de no conceder a la perplejidad ninguna atribuci¨®n sensorial. Su narrador es siempre muy reflexivo, pero se deja socavar por los mecanismos de la reflexi¨®n, lo que desenfoca su objeto volvi¨¦ndose sobre s¨ª misma. A Chejfec hay que leerlo haciendo pausas, como merodeando el texto, tal vez distra¨ªdo, con una actitud parecida a la que expresa el protagonista del relato ?Novelista documental?: ?Una vez admitido lo imposible, a m¨ª todo me parece l¨®gico?.
Modo linterna. Sergio Chejfec. Candaya. Barcelona, 2014. 224 p¨¢ginas. 16 euros
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