Este coraz¨®n de las tinieblas es c¨®smico
Jeremiah P. Ostriker y Simon Mitton se suman a la selecta lista de grandes divulgadores cient¨ªficos con un ensayo sobre el misterio de la materia oscura
Desde hace tiempo proliferan los libros de divulgaci¨®n cient¨ªfica cuyos autores son cient¨ªficos cuyo campo de investigaci¨®n tiene que ver con el que se trata en la obra en cuesti¨®n; una tendencia que dice mucho acerca del tipo de cient¨ªfico que alumbr¨® el siglo XX, uno al que poco de lo humano ¡ªincluyendo la fama social¡ª le es ajeno. Entre los ejemplos m¨¢s notables de los ¨²ltimos tiempos se encuentran Stephen Hawking (Historia del tiempo, ), Steven Weinberg (Los tres primeros minutos del universo), Edward Wilson (Sobre la naturaleza humana), Stephen Jay Gould (La vida maravillosa), Murray Gell-Mann (El quark y el jaguar), James Watson (ADN. El secreto de la vida), Roger Penrose (La nueva mente del emperador) y Kip S. Thorne (Agujeros negros y tiempo curvo). Pues bien, a esta selecta lista se debe a?adir el texto recientemente publicado de Jeremiah P. Ostriker y Simon Mitton, El coraz¨®n de las tinieblas, un t¨ªtulo muy conradiano, por supuesto.
La masa y la energ¨ªa oscuras constituyen dos de los grandes enigmas a los que se enfrentan la astrof¨ªsica y cosmolog¨ªa actuales
De entrada, existe, eso s¨ª, una apreciable diferencia: para muchos, pr¨¢cticamente todos los nombres de la lista anterior (salvo, probablemente, el de Thorne) ser¨¢n conocidos, no as¨ª los de Ostriker y Mitton. Es razonable que as¨ª sea en el caso de Mitton, un astrof¨ªsico m¨¢s notable por sus trabajos sobre historia de la ciencia, a la cabeza de los cuales se halla una magn¨ªfica biograf¨ªa de Fred Hoyle: Conflict in the cosmos, 2005, que por su ciencia. Pero con Jeremiah P. Ostriker es muy diferente. Doctor por la Universidad de Chicago en 1964, con nada m¨¢s y nada menos que Subrahmanyan Chandrasekhar como director de tesis, la carrera cient¨ªfica de Ostriker, catedr¨¢tico de Astrof¨ªsica en la Universidad de Princeton, ha sido espl¨¦ndida, cubriendo un rango de intereses muy variados: origen y evoluci¨®n de galaxias, agujeros negros, estrellas de neutrones o la estructura a gran escala del universo. En 1973, trabajando con una figura monumental de la astrof¨ªsica y cosmolog¨ªa contempor¨¢neas, James Peebles, Ostriker defendi¨® la tesis de que las galaxias en rotaci¨®n observadas se ¡°deshar¨ªan¡±, se habr¨ªan hecho inestables de un modo incontrolado, salvo que existiese un gran halo de masa invisible que las mantuviera unidas. Aquella fue la primera predicci¨®n moderna de la existencia de lo que se termin¨® denominando "materia oscura" (que es posible detectar gracias a que, al igual que masa ordinaria, es activa gravitacionalmente).
Como es sabido, la masa y la energ¨ªa (identificada ¨¦sta a trav¨¦s de la aceleraci¨®n con que se expande el universo) oscuras constituyen dos de los grandes enigmas a los que se enfrentan la astrof¨ªsica y cosmolog¨ªa actuales. Sabemos que existen, y no precisamente en una proporci¨®n desde?able ¡ªde la masa-energ¨ªa total del universo, el 4,9% es materia ordinaria; el 26,8%, materia oscura, y el 68,3%, energ¨ªa oscura¡ª, pero no qu¨¦ son. El coraz¨®n de las tinieblas se ocupa, por supuesto, de este problema, rastreando sus ra¨ªces en investigaciones anteriores, entre las que destaca las de un astrof¨ªsico de origen suizo, Fritz Zwicky (1898-1974), que termin¨®, en 1925, trabajando para el Instituto Tecnol¨®gico de California, instituci¨®n de la que depend¨ªan los Observatorios de Monte Wilson y Monte Palomar, dotados de telescopios con espejos de, respectivamente, 2,5 y 5 metros de di¨¢metro (con el primero, Edwin Hubble descubri¨® en 1929 la expansi¨®n del universo). Zwicky, que todav¨ªa espera que alg¨²n historiador le dedique una biograf¨ªa completa, fue el verdadero descubridor de la materia oscura: en un art¨ªculo que public¨® en 1937 se refiri¨® a una dunkle materie.
Ostriker defendi¨® que las galaxias en rotaci¨®n? se ¡°deshar¨ªan¡±,? salvo que existiese un gran halo de masa invisible que las mantuviera unidas
No debe, sin embargo, pensar el lector que el libro de Ostriker y Mitton se ocupa solo de la materia y energ¨ªa oscuras. As¨ª, nos encontramos con que una parte de ¨¦l est¨¢ dedicado a presentar c¨®mo se gener¨® la visi¨®n y leyes del universo (Cop¨¦rnico, Kepler, Galileo, Newton, Herschel¡) con que se encontr¨® Albert Einstein al comenzar el siglo XX, y c¨®mo este produjo el, a¨²n vigente, andamiaje te¨®rico, la relatividad general y la cosmolog¨ªa relativista, que permitieron construir modelos te¨®ricos del universo. Pero el estudio del cosmos, al igual que pr¨¢cticamente todo lo que sucede en la naturaleza, es demasiado complejo e inimaginable como para que la ciencia astron¨®mica pudiera progresar ¨²nicamente a trav¨¦s de consideraciones te¨®ricas, como se puede comprobar con otros cap¨ªtulos de El coraz¨®n de las tinieblas, dominados por el citado descubrimiento de Hubble ¡ªel universo se expande¡ª y c¨®mo este se concret¨®, pese a la oposici¨®n de cosmolog¨ªas alternativas (la del estado estacionario en particular), en la idea de que existi¨® un momento singular, un Big Bang, en el pasado remoto del universo. Con semejante base, a partir de entonces la narraci¨®n de Ostriker y Mitton, que combina el detalle de la reconstrucci¨®n hist¨®rica con la presentaci¨®n did¨¢ctica, se centra en los desarrollos te¨®ricos y experimentales de las ¨²ltimas d¨¦cadas, en los que, junto a la materia y energ¨ªas oscuras, sobresalen dos problemas, los de "horizonte" y la "planitud", resueltos con una nueva teor¨ªa que complementaba la del Big Bang: la de la inflaci¨®n, seg¨²n la cual el universo se expandi¨®, durante un breve periodo, a un ritmo extraordinariamente r¨¢pido, exponencial, poco despu¨¦s de su ¡°nacimiento¡±.
"Nuestra generaci¨®n", escribi¨® Jos¨¦ Ortega y Gasset en El tema de nuestro tiempo (1923), "si no quiere quedar a espaldas de su propio destino, tiene que orientarse en los caracteres generales de la ciencia que hoy se hace, en vez de fijarse en la pol¨ªtica del presente, que es toda ella anacr¨®nica y mera resonancia de una sensibilidad fenecida. De lo que hoy se empieza a pensar depende lo que ma?ana se vivir¨¢ en las plazuelas". La afirmaci¨®n del sabio y perceptivo Ortega contin¨²a siendo igual de v¨¢lida hoy que hace casi un siglo. El coraz¨®n de las tinieblas, de Ostriker y Mitton, ayudar¨¢ a que sus lectores "no queden a espaldas de su propio destino", porque, no lo olviden, son la ciencia y su hermana, la tecnolog¨ªa, quienes marcan ese destino.
El coraz¨®n de las tinieblas. Materia y energ¨ªa oscuras: los misterios del universo invisible. Jeremiah P. Ostriker y Simon Mitton. Traducci¨®n de Francesc Pedrosa. Pasado & Presente. Barcelona, 2014. 318 p¨¢ginas. 25 euros
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