Chapuza
Tras la aver¨ªa del Rey Juan Carlos, el Parlamento espa?ol opt¨® por la chapuza. As¨ª al menos defini¨® su presidente, Jes¨²s Posada, la aprobaci¨®n de urgencia del aforamiento del monarca
En Espa?a, cuando alguien sufre una aver¨ªa en su domicilio, aparece un operario que r¨¢pido detecta el mal y ofrece dos soluciones. Yo se lo puedo arreglar para salir del paso con un apa?o de urgencia, explica, o podemos inclinarnos por una opci¨®n m¨¢s cara, pero eso s¨ª, que le dure toda la vida. Y ante una oferta tan contundente no hay nadie que dude. ?O s¨ª? Pues ante una oferta parecida, tras la aver¨ªa del Rey Juan Carlos, el Parlamento espa?ol opt¨® por la chapuza. As¨ª al menos defini¨® su presidente, Jes¨²s Posada, la aprobaci¨®n de urgencia del aforamiento del monarca. Y aunque matiz¨® su palabras, la incapacidad del gobierno para sumar fuerzas delata que el comentario puede pecar de chocante, pero no de insincero.
La chapuza es una forma de artesan¨ªa a la que los espa?oles recurren por dos razones principales: la urgencia o la torpeza. En ocasiones ambas van de la mano, creando un engendro formidable que m¨¢s que arreglo se convierte en otra aver¨ªa aplazada. Pues en este caso no parece improbable que el apa?o cause alg¨²n disgusto en breve plazo, porque si alguien cuestionaba el inamovible asentamiento mon¨¢rquico encontrar¨¢ nuevas razones en la prisa loca, la falta de acuerdo plural y las formas poco rigurosas. Veremos qu¨¦ sucede en la tramitaci¨®n del Senado, pero el se?or Posada ha desempolvado una palabra que ser¨¢ dif¨ªcil quitarle de la boca a los opositores a la reforma legal de urgencia e incluso a quienes muestran un escaqueo tibio.
Ocasi¨®n perdida para replantearse el aforamiento, una epidemia que distingue a los servidores del Estado espa?ol de los de casi cualquier pa¨ªs del mundo. La chapuza empieza a ser el modus operandi de quienes ganaron las elecciones con una oferta incolora de buenos gestores, esa promesa de aparcar la batalla ideol¨®gica para centrase en el manejo de la administraci¨®n y que casi siempre oculta una deriva opuesta. La chapuza es una instituci¨®n espa?ola y quiz¨¢ ha llegado la hora de proteger a sus profesionales, que est¨¢n representados en todos los sectores y estamentos, por un aforamiento especial. No vaya a ser que para nuestra sorpresa, en el futuro, alguien responsable de una chapuza tenga que asumir las responsabilidades de su desaguisado. Ser¨ªa algo muy poco nuestro.
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