M¨¦rida apuesta fuerte por la ¨®pera
?lvaro Albiach no se achant¨® y plante¨® la obra con seriedad y rigor, manteniendo en todo momento la tensi¨®n musical
En su 60? edici¨®n el Festival Internacional de Teatro Cl¨¢sico de M¨¦rida ha optado por la ¨®pera para su espect¨¢culo inaugural. Le han echado valor para la elecci¨®n del t¨ªtulo. Nada menos que Salom¨¦, de Richard Strauss, con todas las dificultades imaginables para una representaci¨®n al aire libre, especialmente por la complejidad musical. En el Teatro Romano de M¨¦rida la ¨®pera ha tenido sus ¨¦pocas de gloria y sus a?os de sequ¨ªa. El reto de ahora es, en cualquier caso, valiente. Strauss es un m¨²sico que se las trae y, vaya por delante, la Orquesta de Extremadura, con 30 instrumentistas de refuerzo dadas las exigencias instrumentales, ha salido m¨¢s que airosa del desaf¨ªo, con una direcci¨®n vibrante y precisa de ?lvaro Albiach, ese director que asombr¨® a propios y extra?os hace unos a?os ganando el premio del p¨²blico y el especial del Jurado en el concurso de directores de orquesta de Besan?on con una magistral lectura de La valse de Ravel.
Hab¨ªa llovido con ganas horas antes, y la humedad era notable, lo que dificultaba la afinaci¨®n. Albiach no se achant¨® y plante¨® la obra con seriedad y rigor, manteniendo en todo momento la tensi¨®n musical y logrando cotas expresivas de mucho m¨¦rito. Hubo alg¨²n fallo aislado, que en ning¨²n momento afect¨® al trabajo de conjunto. La orquesta estuvo espl¨¦ndida y se convirti¨® en el eje principal de la representaci¨®n por su dimensi¨®n teatral y su afinidad con los ecos de la tragedia. Insisto que no era nada f¨¢cil con unas condiciones espaciales tan particulares. Encabez¨® el reparto en el personaje de Salom¨¦ la soprano ?ngeles Blancas, cantante de car¨¢cter, con talante teatral, irregular por momentos y apasionada siempre, que lleg¨® a cotas expresivas fuera de serie conforme la representaci¨®n avanzaba y que en todo instante dio sensaci¨®n de coraje y credibilidad. Ana Ibarra y Jos¨¦ Manuel Montero estuvieron sencillamante impecables como Herod¨ªas y Narraboth, y a un buen nivel vocal y art¨ªstico estuvo tambi¨¦n Jos¨¦ Antonio L¨®pez como Jokanaan.
En la concepci¨®n esc¨¦nica tengo m¨¢s reservas. No entiendo, por mas vueltas que le doy, qu¨¦ hac¨ªan tres coches antiguos flanqueando el escenario.No comparto el tono caricaturesco que se da a los jud¨ªos y disiento del car¨¢cter atl¨¦tico y simplista con el que se dobla al personaje de Jokanaan. Respecto al enfoque coreogr¨¢fico de la danza de los siete velos me parece poco imaginativa, por no decir insustancial. Y me sorprenden a¨²n m¨¢s estos altibajos, que se alternan con momentos dram¨¢ticamente intensos, teniendo como responsable teatral a Paco Azor¨ªn, un director que no se suele andar por las ramas y que va directamente a la esencia de los conflictos.
8000 personas asistieron a un espect¨¢culo que de M¨¦rida va a viajar a Granada y M¨¢laga, que yo sepa. El p¨²blico, muy diferente al habitual de los teatros de ¨®pera, acept¨® con entusiasmo la representaci¨®n. La reivindicaci¨®n de la ¨®pera por el Festival extreme?o, con lo que supone de afirmaci¨®n teatral del g¨¦nero l¨ªrico, es toda una declaraci¨®n de principios. Cultural y sociol¨®gicamente, las cuatro representaciones de Salom¨¦ en el Teatro Romano de M¨¦rida suponen una experiencia tan oportuna como necesaria.
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