Fascinante superrealidad

Lo f¨¢cil ser¨ªa quedarse en que parece una pel¨ªcula de Michael Haneke con (a¨²n) menos explicaciones. Podr¨ªa decirse que partiendo del car¨¢cter malsano del cine pol¨ªtico-social de Pier Paolo Pasolini, aterriza en una suerte de Andrei Tarkovski del nuevo milenio, donde bien pudi¨¦ramos estar en 2014 o en 2040. O, incluso, que estamos ante una nueva visi¨®n del surrealismo del griego Giorgos Lanthimos, adentr¨¢ndose en el n¨²cleo familiar de clase acomodada contempor¨¢neo, para destruirlo a base de extravagancias que no son sino realidades de su esquina m¨¢s rec¨®ndita.

Y aunque algo de cierto haya en todo ello, sin embargo, estar¨ªamos mintiendo sobre la esencia: Borgman,octavo largometraje del holand¨¦s Alex Van Warmerdam, que se reserva un peque?o papel como actor, estrenada en la secci¨®n oficial de Cannes 2013, y ganadora del ¨²ltimo Festival de Sitges, es verdaderamente aut¨¦ntica, una apisonadora de creatividad formal y narrativa que te deja con la boca abierta, el ce?o fruncido, el est¨®mago revuelto y las neuronas en plena ebullici¨®n.

A Van Warmerdam se le nota que es un artista total. Sus or¨ªgenes en la pintura y el dise?o gr¨¢fico, y su paso por el teatro, confluyen en una pel¨ªcula cuidad¨ªsima, ambientada casi exclusivamente en una casa y un jard¨ªn que no parece sino el puro infierno; o quiz¨¢ sea el puro cielo, que hasta ah¨ª puede llegar la interpretaci¨®n de un espectador que ve c¨®mo situaciones nunca experimentadas se le clavan en la mente como cuchillos de cine inolvidable. La lucha de clases y hasta el humor soterrado (lo del palo del polo es mundial) te dirigen hacia un estado de maravillosa estupefacci¨®n. Sin dar explicaciones. Y hace muy bien, porque esa liberaci¨®n arbitraria de la imaginaci¨®n, esa reuni¨®n de lo consciente y de lo inconsciente, conforma una verdadera superrealidad.