Una ¡®Il¨ªada¡¯ para el futuro
Todo el fulgor de la Grecia cl¨¢sica, pasado por el t¨²rmix de una de las compa?¨ªas m¨¢s transgresoras de la actualidad El poema de Homero puesto al d¨ªa en el griego contempor¨¢neo llega al Festival Internacional de Teatro Cl¨¢sico de M¨¦rida
Han vuelto. Nunca se han ido. Jam¨¢s se ir¨¢n.
Sus voces llegan cuando el d¨ªa se va tras los muros y las columnas corintias del monumental frente de escena del Teatro Romano de M¨¦rida. Y con ¨¦l se ir¨¢ tambi¨¦n el rumor de m¨¢s de 3.000 personas sobre las gradas milenarias que viernes y s¨¢bado asistir¨¢n al espect¨¢culo. Quedar¨¢ el murmullo inm¨®vil. Esperar¨¢n la voz de Homero como pocas veces se ha visto sobre un escenario donde se fundir¨¢n mito, leyenda, pasado, presente y destino en una historia sin tiempo llamada Il¨ªada. Cuando la noche empiece su colonizaci¨®n, y de entre sus sombras salgan hombres y mujeres, esto ver¨¢n¡
M¨¢s de 3.000 personas acudir¨¢n este viernes y s¨¢bado a ver la obra de Homero
¡Helena ya est¨¢ aqu¨ª, Paris est¨¢ con ella, Agamen¨®n atiza, H¨¦ctor los acompa?a, Pr¨ªamo observa, Casandra advierte en vano, los dioses, los dioses juegan sus vanidades¡ Patroclo espera su momento para empujar, sin saberlo, a Aquiles hacia su tr¨¢gica gloria que se cierne sobre todos, y entre todos desnudan el coraz¨®n del ser humano.
Homero empieza a hablar, su voz viene de lejos, atraviesa 29 siglos para ocupar este teatro con todos esos mortales, semidioses y dioses que casi nunca han coincidido en una misma obra esc¨¦nica, y menos en griego (subtitulada en espa?ol), y menos a¨²n en un ambiente y decorado contempor¨¢neos. La mayor¨ªa de las veces se ha adaptado esta epopeya en teatro, ¨®pera o danza con fragmentos de sus rapsodias o centrada en sus personajes. M¨¢s que transgresora o desacralizadora, esta Il¨ªada lo que hace es reafirmar su vigencia porque fue sumergida como Aquiles en las aguas de la inmortalidad, con una esquina desprotegida por donde ha entrado a recrearla el director y su compa?¨ªa Stathis Livathinos Theatre Group, producida por Polyplanity, en colaboraci¨®n con el Festival de Atenas. Una obra que empez¨® hace un a?o, despu¨¦s de nueve meses de ensayos y de que la idea acompa?ara a Livathinos media vida. Luego pas¨® a ?msterdam, volvi¨® a su lugar de origen y ahora reanuda su periplo por el mundo en el 60? Festival Internacional de Teatro Cl¨¢sico de M¨¦rida (dirigido por Jes¨²s Cimarro), mientras anuncia su paso por Madrid en oto?o (Centro Dram¨¢tico Nacional), despu¨¦s Canad¨¢, y de ah¨ª en adelante un destino que las Moiras prometen global. ¡°La intenci¨®n¡±, cuenta la productora Yolanda Markapoulou, ¡°es que una pieza cl¨¢sica como esta cree un di¨¢logo con otros pa¨ªses. Abrir un camino para mostrar que Grecia no solo tiene riqueza cl¨¢sica sino tambi¨¦n contempor¨¢nea¡±.
El di¨¢logo empieza. Sobre la oscuridad del Teatro Romano de M¨¦rida las primeras palabras: ¡°Hijo de Atreo y aqueos con armadura de bronce, que los dioses del Olimpo os permitan conquistar la ciudad de Pr¨ªamo¡±. Retazos ili¨¢dicos empiezan a verse de un lado a otro iluminados por haces de luz.
Veinticuatro cantos y 24 secuencias durante tres horas (la original tiene cinco) del primer gran libro-poema de la literatura occidental, soplo divino de lo que vino despu¨¦s y vendr¨¢. Quince actores y actrices griegos recordando en su idioma contempor¨¢neo pasajes hom¨¦ricos, subtitulados en espa?ol por Alberto Conejero. Vestidos de verde, terracotas y oscuro interpretan varios personajes en un decorado industrial, abandonado, asediado por la ruina. Y todos los hombres de esa epopeya reencarnados con barba, parecidos, casi iguales, como iguales son todos los mortales. Uno se llama Agamen¨®n, otro Aquiles, otro Ulises, m¨¢s all¨¢ otro llamado H¨¦ctor, y as¨ª... Son solo nombres. Cualquiera puede ser cualquiera.
La sombra y la luz est¨¢n en cada individuo. Homero en el siglo VIII antes de Cristo, en 2014, en 2039, en¡
?l cuenta lo que ocurri¨® en un caluroso verano como el de ahora. El desenlace en 53 d¨ªas, tras nueve a?os de guerra entre aqueos y troyanos. Y de ellos solo cuatro d¨ªas de batallas, los otros 49, pura vida¡ Sobre el escenario, 400 ruedas de coches, buses y camiones determinan el lugar de los aqueos a la izquierda y de los troyanos a la derecha. En el centro, el destino.
Quince actores y actrices que interpretan en griego m¨²ltiples personajes en una? escenograf¨ªa donde hay? m¨¢s de 400 ruedas de coches y? cami¨®n
Un foco de luz delata sobre las piedras del frente de escena el reflejo del leve temblor de las aguas del Estigia donde Tetis quiso dar la inmortalidad a su hermoso reci¨¦n nacido, Aquiles, para salvarlo de su sino tr¨¢gico. En la otra punta, un antiguo trono de terciopelo rojo ara?ado por el tiempo. ¡°La vigencia de La Il¨ªada es de todas las ¨¦pocas, y Grecia est¨¢ contenida en ella, con lo bueno y lo malo, que atraviesa el pa¨ªs convertido en una cruz de Cristo¡±, dice el director Livathinos. El mundo quiere y necesita escuchar historias como esta porque se viven momentos con tintes de tragedia, a?ade. Las guerras son otras, pero los padecimientos al final son los mismos, se lamenta, para concluir que la filosof¨ªa de Homero es sencilla: ¡°C¨®mo vivimos y morimos, c¨®mo los dioses nos ponen a prueba¡±.
Unos tambores agitan la sangre de cuando en cuando. Ah¨ª abajo. Aqu¨ª al lado.
Canto a la guerra, a la belleza de la guerra, al valor, a la astucia, al dolor, a la insensatez, a la amistad, a la compasi¨®n. A la paz. ¡°Homero hace cobardes a los valientes, valientes a los cobardes. Convierte a los vencedores en vencidos, a los vencidos en vencedores¡±, aclara Livathinos.
Los aqueos descansan en las playas de Troya. Los troyanos descansan entre sus muros del asedio de los aqueos. Los dioses no paran de susurrar a unos y otros sus vanidades y ego¨ªsmos, sus ansias de poder. Un trabajo f¨ªsico y psicol¨®gico enorme en estos actores y actrices que trabajan con la sonoridad de un lenguaje adaptado al ritmo de las escenas.
Un acorde¨®n juega con las emociones de cuando en cuando. Ah¨ª abajo. Aqu¨ª al lado.
La pieza llegar¨¢ en oto?o al Centro Dram¨¢tico Nacional en Madrid
Canto a la guerra y a la paz. Y al amor. Lo m¨¢s anhelado es lo que ha desencadenado all¨ª las desventuras, el amor robado, correspondido, despechado, deseado, anhelado, amistoso, paterno, ambicioso, desde?ado, ego¨ªsta, inmerecido... Como si la estirpe amorosa estuviera predestinada a la incomprensi¨®n y al desencuentro antes de cumplir su noble misi¨®n.
Feroz la batalla de los hombres en la tierra. Fuego alrededor. Patroclo ha muerto. El dolor resucita a Aquiles. No habr¨¢ nada que salve a H¨¦ctor. Los dioses se alebrestan. En alguna parte las Moiras sonr¨ªen.
Otra vez los tambores seguros de lo que anuncian. Otra vez una m¨²sica extraviada en su orfandad.
Nadie gana, nadie pierde. No hay vencedores, ni vencidos.
¡°El mismo Aquiles levant¨® en sus brazos el cad¨¢ver de H¨¦ctor y lo dej¨® encima del carro¡±.
Esa es la raz¨®n por la que hoy existe La Il¨ªada, asegura Aris Troupakis que interpreta al h¨¦roe troyano ultrajado: ¡°Ser vencedor o vencido no depende del otro, eres t¨² quien decide qu¨¦ ser¡±. En la oscuridad, retazos hom¨¦ricos iluminados por columnas de luz revelan somnolientos remolinos de polvo nacido y posado sobre estas piedras y agitados por el aire del presente.
Bailes (con canto) hom¨¦ricos
Los poemas hom¨¦ricos, que se originaron entre el 900 y el 700 a. C. y una vez aceptado que constituyen la unidad o piedra angular del arte hel¨¦nico, desde muy pronto fueron utilizados y reutilizados en infinitud de argumentos literarios y art¨ªsticos. Ya en la edad moderna, La Il¨ªada (como por su parte tambi¨¦n La Odisea) fueron carne de libreto para la ¨®pera y el ballet, con la preponderancia de ciertos personajes fijados en un podio indiscutible, como son Apolo, Aquiles, Helena de Troya y Casandra. Hay multitud de fuentes para acercarse a estos fascinantes personajes m¨ªticos que no han dejado de reinventarse desde que el mundo es mundo y desde que el arte es arte, y si escogemos ¨¦stos, es por acotar los contenidos de un elenco que se abre en las artes esc¨¦nicas y la m¨²sica de manera prodigiosa. No es que sean fuente de inspiraci¨®n, sino que sustancialmente aportan el arquetipo, con secundarios de lujo, como Ajax y su suicidio, muchas veces cantado y bailado.
Resume Wilhelm Nestle en la Historia del esp¨ªritu griego que ese pueblo es "un caso t¨ªpico de desarrollo espiritual, pues ning¨²n otro manifiesta tal equilibrio de la fantas¨ªa y el entendimiento, de la capacidad de formaci¨®n pl¨¢stica con la capacidad de abstracci¨®n m¨¢s elevada". La Grecia cl¨¢sica nos lega un ramillete pr¨¢cticamente infinito de caracteres que tiene precisamente en Homero su tronco seminal, abonados por lo que Nestle llama "la religi¨®n luminosa de Homero, en la que no existe el temor a la muerte ni a los dioses", una convivencia, en paridad carnal, entre divinidad y h¨¦roe, que precisamente Homero fija en La Il¨ªada. All¨ª fraguan las situaciones que alimentan al arte desde entonces, ya sea en lo tr¨¢gico como en lo heroico, en lo ¨¦pico como en lo l¨ªrico. Para resumir sobre tal parnaso, son muy ¨²tiles algunos texto actuales, como Los mitos griegos de Robert Graves, que aun a?ejo, resulta insustituible, quiz¨¢s por lo bien escrito que est¨¢, lo mismo que los agudos se?alamientos de Carlos Garc¨ªa Gual, especialmente en Encuentros heroicos. ?Por qu¨¦ nos valen todav¨ªa las l¨¢grimas premonitorias de Casandra? ?Qu¨¦ nos hace seguir venerando en Apolo cierta perfecci¨®n formal y exquisita al punto de que hemos creado "lo apol¨ªneo" casi como un g¨¦nero? Las preguntas las responde, en el arte, las propias obras.
Desde los albores del siglo XVII encontramos a Aquiles dando guerra. Dice Ram¨®n Andr¨¦s que la figura de Aquiles "por sus haza?as y apasionados amores mereci¨® desde los inicios de la ¨®pera un tratamiento dilecto", como es el caso de Francesco Paolo Sacrati en La finta pazza (1641); Francesco Cavalli en La Deidamia (1644); Antonio Draghi en Achille in Sciro (1663) y Achille in Tessaglia (1681). Lully compuso Achille et Plyx¨¨ne en 1687 y Alessandro Scarlatti ide¨® Achille e Deidamia (1698). Luigi Cherubini termin¨® en 1804 la partitura de su ballet Achille in Sciro, que segu¨ªa siendo argumento estrella en el siglo XIX.
Babelia
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