Akerman y los experimentos
Una videoinstalaci¨®n muestra im¨¢genes con un tema en com¨²n pero sin hilo narrativo
En muy pocos a?os los primeros directores de cine supieron destilar una mec¨¢nica, una ret¨®rica y una est¨¦tica que permitieron contar complejas historias solo con im¨¢genes. Cuando en los a?os sesenta del pasado siglo se incorpor¨® el v¨ªdeo, los primeros videoartistas intentaron separarse de las convenciones de la narraci¨®n cinematogr¨¢fica y crear su arte sobre nuevas bases, haciendo que las im¨¢genes grabadas se presentaran de manera inequ¨ªvocamente diferente a como lo hac¨ªan las del cine. En aquellos a?os el arte encontraba una fruct¨ªfera v¨ªa: la experimentaci¨®n, lo que permiti¨® a los artistas de cualquier g¨¦nero sacudirse las normas y los h¨¢bitos de la modernidad para ensayar procedimientos in¨¦ditos.
El t¨¦rmino experimental justificaba entonces cualquier desprop¨®sito ya que el artista se enfrentaba virginal y desprejuiciadamente al azar, la aleatoriedad, la superposici¨®n, la cesura, la elipsis y la acumulaci¨®n. De las pr¨¢cticas del arte experimental han aprendido mucho los productores de series televisivas y los de publicidad, quienes son capaces de sorprender con secuencias de im¨¢genes impactantes y eficaces. Por el contrario, artistas como Chantal Akerman han quedado anclados en aquellos recursos, repitiendo las mismas f¨®rmulas compositivas que hoy, a fuerza de conocidas, han dejado de ser experimentales, produciendo el aburrimiento propio del d¨¦j¨¤ vu.
Chantal Akerman (Bruselas, 1950) comenz¨® su carrera en los a?os setenta dentro del denominado cine experimental, donde ha sido ampliamente galardonada, pasando en la d¨¦cada de los noventa al campo de la videoinstalaci¨®n. En la exposici¨®n que presenta ahora se muestran tres piezas suyas: una serie de 100 fotograf¨ªas, una proyecci¨®n videogr¨¢fica en la que la autora, de perfil, lee mon¨®tonamente un mamotreto y la obra principal: una compleja videoinstalaci¨®n con cinco proyectores sincronizados sobre tres paredes. En esta pieza hay tema, pero no hay narraci¨®n, las im¨¢genes aparecen de forma inconexa, sin orden aparente y sin pretender continuidad. Interiores y exteriores, espacios p¨²blicos y ¨¢mbitos privados, en tomas largas, se suceden, alternan y superponen sin que el espectador sepa qu¨¦ sentido tiene lo que est¨¢ viendo. La hoja de sala nos informa, sin embargo, que Akerman trata en estas obras sobre la figura de su madre, que fue superviviente de Auschwitz. Este dato no hace m¨¢s que a?adir perplejidad a lo visto.
Chantal Akerman. Galer¨ªa Elba Ben¨ªtez. San Lorenzo, 11. Madrid. Hasta el 26 de julio.
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