Al rico ¡®tutti frutti¡¯
El Festival de Vitoria se despide con Paul Anka cantando jazz y la cubana Omara Portuondo
Hay que fastidiarse. Ha tenido que venir Paul Anka ¡ª?por Dios, Paul Anka en un festival de jazz!¡ª para recordarnos c¨®mo suena una verdadera orquesta de jazz. Antes estaba Count Basie, o los hijos de Count Basie; y Duke Ellington, y / o sus disc¨ªpulos; y Lionel Hampton, Woody Herman, Buddy Rich¡ Ahora, Paul Anka y pare usted de contar.
El problema de las big bands es lo caras que resultan de mantener, la cosa de los sueldos multiplicados por 15, m¨¢s viajes, ensayos (pagados, se entiende)¡ Si el lector est¨¢ pensando en organizar la suya propia, mejor haga n¨²meros primero, salvo que se llame Lionel Messi, o Bill Gates. L¨¢stima que ni al uno ni al otro se les conozcan aficiones musicales.
Paul Anka entra en la categor¨ªa de quienes pueden permitirse estas cosas y, adem¨¢s, se lo permiten. El antiguo h¨¦roe del sindicato de los ¡°agarradores de guateque¡± es ahora un cantante de jazz. Pues bueno, pues vale. Tan tocapelotas fuera del escenario como simpatic¨®n sobre / bajo el mismo, m¨¢s bajo que sobre, por aquello de los ba?os de masas, en su concierto del viernes hizo de todo, incluso un homenaje a Buddy Holly en clave country & w¨¦stern que no se lo salt¨® un galgo, caso de haber sobrevivido el can al calor infernal del pabell¨®n de Mendizorrotza. Y eso que ven¨ªa justito de voz, un resfriado, seg¨²n parece. Un trago a la poci¨®n m¨¢gica y todo solucionado. ?Ser¨ªa la misma f¨®rmula ¡°98% de co?ac, 2% de leche tibia¡± utilizada por Dr. John en ocasi¨®n similar? Cualquiera sabe.
La cosa es que el h¨¦roe de la jornada del viernes, pen¨²ltima del festival, sabe lo que debe hacerse sobre un escenario, y lo que no; y lo que est¨¢ al alcance de su voz, y lo que no. Los a?os de oficio. Su repertorio es un tutti frutti al gusto de la mayor¨ªa, dentro del tutti frutti de un festival en el que cabe de todo¡ incluso el jazz. En el apartado superaci¨®n personal, sendas interpretaciones de My way ¡ªen versiones swing y dance¡ª y Tears in heaven, de Eric Clapton; alg¨²n Tom Jones ¡ªShe¡¯s a lady¡ª, alg¨²n viejo ¨¦xito ¡ªDiana, Lonseome me¡ª y, como postre, Proud Mary, de los Credence. Lo que no puede su voz, lo puede su orquesta, que es estupenda, por m¨¢s que haya quien pusiera el grito en el cielo de Vitoria a causa del uso no demostrado de pregrabaciones, o prerecordings; acaso quienes protestaban eran los mismos que cierran los ojos en los conciertos de los Rolling Stone cada vez que Bill Wyman se lanza a bailar una jotica mientras su bajo sigue sonando.
Portuondo y Chucho Vald¨¦s solo actuaron juntos en ¡®Esta tarde vi llover¡¯
Paul Anka se plant¨® en Vitoria con su look entre Julio Iglesias y Silvio Berlusconi con un toque a lo Putin; vio, venci¨®, y se fue a dormir a Bilbao. No estuvo solo. Y es que, se mire por donde se mire, este ha sido el fin de semana de los y las cantantes. Los del viernes: Anka, que cant¨®, y Richard Bona, que no, o muy poco, gracias a Dios; y los del s¨¢bado, empezando por la veterana Omara Portuondo, estrella fugaz del Buena Vista Social Club, o lo que queda del mismo, en su gira de despedida de los ruedos. La octogenaria cantante se vino a Vitoria con su nuevo novio. ¡°Yo todav¨ªa estoy dando guerra¡±, aseguraba el d¨ªa anterior. Y uno, claro est¨¢, la cree.
C¨¦cile McLorin dio un recital a media voz pura delicia. Es una chica especial
Del concierto, poco que decir y mucho que bailar, pero para eso va uno a estas cosas. Los mismos temas ¡ªde La negra Tomasa a Chan chan, pasando por Dos gardenias, Quiz¨¢s, quiz¨¢s¡¡ª con diferentes pelajes, y los tamborileros de Chucho Vald¨¦s y Buena Vista Social Club mezcl¨¢ndose los unos con los otros; todos, menos el pianista. Y do?a Omarita, ora tom¨¢ndose un respiro entre bambalinas, ora poniendo al auditorio a un punto del hervor con su remeneo de trasero. La cantante ha grabado un muy recomendable disco a d¨²o con Vald¨¦s en el que aparecen ambos compartiendo cama con cara de guasa. Y esa era la principal mordiente del concierto: verles de nuevo juntos sobre un escenario. Finalmente, el encuentro entre madre e hijo (putativos, se entiende) se limit¨® a un Esta tarde vi llover que hubiera sido estupendo, y hasta grandioso, si no fuera por esa man¨ªa que tienen en la isla de terminar las cosas a grito pelado, la cara al sol, o al foco. Raps¨®dicos tremendistas, wagnerianos, a veces; ellos son as¨ª. En tan ruidoso trance, a uno se le ven¨ªa a la cabeza la imagen de C¨¦cile McLorin Salvant, tan t¨ªmida, tan buen¨ªsima cantante, en su recital de media tarde en el Principal a teatro lleno; un recital a media voz; una pura delicia. Se mire por donde se mire, esta chica es especial. ?Cu¨¢ntas cantantes hay en McLorin? Nadie lo sabe; seguramente, ni ella misma. C¨¦cile cant¨® sus canciones a?osas que muy pocos conocen, salvo ella, y, como bis, un Alfonsina y el mar de ponerle a uno la piel de gallina. Estas son las cosas del jazz: una int¨¦rprete de apenas 24 a?os, cantando a Bessie Smith y a Cole Porter; Paul Anka, de 72, versioneando a Nirvana y Eric Clapton... El jazz es as¨ª y as¨ª ha sido este Festival de Jazz de Vitoria con sabor a tutti frutti.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.