De chefs y playas pedregosas
Hay veces, muy pocas, en las que un programa de la tele te causa la misma sensaci¨®n que un buen libro, que te recuerda a la de un buen helado. Quieres m¨¢s, pero sabes que no se puede. Tienes que ir poco a poco, pero avanzas a toda prisa. Est¨¢s deseando que se acabe, pero al acabar te preguntas si no podr¨ªas volver a empezar¡ y ya no ser¨ªa igual.
Eso pasa poco, y me ha ocurrido con MasterChef. Que quiero m¨¢s helado. Y m¨¢s cucharazos a boca llena de Pepe, y m¨¢s border¨ªas con sonrisilla de (?ay!) Jordi, y m¨¢s arrugamientos de nariz de Samantha, y hasta m¨¢s superesessonorasss de Eva.
Confieso que no picote¨¦ mucho de la primera edici¨®n, y eso que en casa eran forofas. Sab¨ªa del jovencillo prodigioso, de la se?ora cachonda de las alcachofas (ese alimento incomprensible para m¨ª), del humilde ganador. Poco m¨¢s. Pero esta edici¨®n me la he bebido trago a trago.
Han sabido prepararla con gusto, s¨ª se?or. Que si el programa m¨¢s exitoso, que si miles de aspirantes, que si hab¨ªa tomate entre la presentadora top y el chef guapito. Qu¨¦ listos. Y luego, un casting tan malo que no se dieron cuenta ni ellos. Si el a?o pasado no sab¨ªas qui¨¦n se inventaba la mejor arena de tomate (?la arena no rechina en los dientes?) o el mejor ravioli de guachifl¨², este, y ah¨ª ha estado lo salado del asunto, no sab¨ªan ni pelar una patata. Perd¨®n, una papa, como dir¨ªa Crist¨®bal.
Porque yo quer¨ªa que ganara Crist¨®bal, por supuesto, cosa que ya no va a suceder. ErCristobah, como le conocen en su casa y en su pueblo que, ?tach¨¢n!, es tambi¨¦n el m¨ªo. Bueno, suyo s¨ª que es, que para eso tiene en nuestra Torrenueva su Casa Crist¨®bal, con esas migas que requieren siesta posterior por recomendaci¨®n m¨¦dica, pero m¨ªo es casi y de adopci¨®n, que llevo toda la vida retozando en sus bellas playas cuajaditas de pedruscos y medusas. Y tan contenta, que para yates y bronceados naranjas ya hay ibizas y marbellas y yo con La Torre (como llamamos con cari?o al pueblecico) me conformo. Ah¨ª glamur, lo que es glamur de verano, hay poco.
Porque, aunque remoce la carta y en vez de sardinillas fritas ahora sean ¡°marinadas sobre piri?aca y alioli de pera¡±, no veo yo el yate de los Thyssen desembarcando all¨ª (ah¨ª solo embarcan y desembarcan hidropedales y barquitas de pescadores) ni que los Reyes paren a probar el salmorejo con crujiente de ib¨¦rico de camino a Aguamarga. Majestades, es muy f¨¢cil, se llega por la misma carretera, una nacional penosa, al final del pueblo giran a la derecha y estar¨¢n en la puerta.
Crist¨®bal, si me lees, pod¨ªas invitar a pasarse a Jordi Cruz. Aunque sea por curiosidad profesional, ?s¨ª, chef! Yo echo una mano y le hago un tour personalizado. Mejor sin novias ni modelos ni nada. Vaya que se les claven los tacones en los chinos de la playa.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.