La memoria hist¨®rica de Carlos Gim¨¦nez
La serie 'Paracuellos' es uno de los mejores y m¨¢s terribles relatos de la posguerra espa?ola
Uno de los libros m¨¢s certeros sobre la guerra de los Balcanes, y sobre las guerras en general, es No matar¨ªan una mosca, de la croata Slavenka Drakulic. Esta escritora sigui¨® varios juicios en el Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia, en La Haya, y describi¨® a los grandes criminales, los arquitectos del horror genocida que arras¨® los Balcanes en los a?os noventa, pero tambi¨¦n a los peque?os, a los ejecutores, a los tipos aparentemente normales y corrientes que, de repente, eran capaces de cometer cr¨ªmenes masivos, como aquel individuo que acab¨® con una ampolla en el dedo ¨ªndice (el que se utiliza para disparar) a base de apretar el gatillo para asesinar musulmanes en Srebrenica, pero que antes hab¨ªa sido un vecino ejemplar.
En la estela de Hannah Arendt y su banalidad del mal o del estudioso del holocausto Christopher R. Browning, Drakulic escribe: "Cuanto m¨¢s comprendes que los criminales de guerra podr¨ªan ser personas normales, m¨¢s miedo sientes. Por supuesto, esto se debe a que las consecuencias son mucho m¨¢s graves que si se tratara de monstruos. Si la gente normal comete cr¨ªmenes de guerra, eso significa que cualquiera de nosotros podr¨ªa cometerlos". Una parte muy importante de la obra del dibujante de historietas espa?ol Carlos Gim¨¦nez (Madrid, 1941) gira en torno a ese axioma del horror, trata de explicar c¨®mo la guerra (y la posguerra) convierte en monstruos a los seres humanos.
Admirado por creadores tan diversos como Guillermo del Toro, que le encarg¨® el story board y le homenajea constantemente en El espinazo del diablo, o Juan Mars¨¦, autor del pr¨®logo de la edici¨®n ¨ªntegra de Paracuellos (DeBolsillo), Gim¨¦nez es uno de los grandes narradores espa?oles contempor¨¢neos. Su obra maestra, el citado tebeo que relata en seis tomos su vida en un orfanato en pleno franquismo, recibi¨® el premio del Festival de Angulema, el m¨¢s importante certamen de c¨®mics del mundo. "Convocando la risa y la sonrisa, la compasi¨®n y la indignaci¨®n, liberando una dolorosa experiencia personal de vejaciones y agravios y alcanzando objetivos que van m¨¢s all¨¢ de los meramente art¨ªsticos, de indiscutible originalidad y val¨ªa, la serie Paracuellos es un claro ejemplo de ese necesario y liberador testimonio", escribe Mars¨¦. "Los seis episodios que componen la magn¨ªfica serie son la memoria viva y herida de su autor, el retrato fiel y la cr¨®nica implacable de unos hechos oprobiosos, y estos ni?os que compartieron con ¨¦l un largo infortunio de castigos, hambruna, fr¨ªo y soledades, hace ya tiempo que han pasado a formar parte de una insobornable memoria popular que no admite componendas".
Auxilio Social
Carlos Gim¨¦nez naci¨® en Madrid en 1941 y pas¨® gran parte de su infancia en un hogar del Auxilio Social.
Relat¨® sus experiencias en la serie Paracuellos, un cl¨¢sico del c¨®mic espa?ol.
Ha publicado tambi¨¦n las series?Barrio, Los profesionales y 36-39. Malos tiempos.?Sus historietas constituyen un relato de la historia de Espa?a, desde la guerra civil hasta los a?os sesenta.
Son muchos los que creen que Gim¨¦nez es el m¨¢s claro precursor de la lucha por recuperar la memoria, de acabar con lo que otro gran dibujante espa?ol, Miguel ?ngel Gallardo, llam¨® El largo silencio (Astiberri), un tebeo en el que relata la historia de su padre, uno de los perdedores de la guerra. "Conscientemente o no, Paracuellos se convert¨ªa as¨ª en el primer cap¨ªtulo escrito de una reivindicaci¨®n de lo que ahora conocemos como nuestra memoria hist¨®rica", ha escrito el experto en tebeos ?lvaro Pons.
Los libros de historietas de Carlos Gim¨¦nez, publicados por entregas desde principios de la transici¨®n, constituyen un relato en im¨¢genes de la historia de Espa?a en el siglo XX. La saga m¨¢s reciente, los cuatro tomos de 36-39. Malos tiempos (Glenat), es la que dedic¨® a la Guerra Civil en s¨ª y se public¨® en los a?os 2000. "La historia de Espa?a hay que contarla sin fechas ni generales, hay que mostrar lo que le pasaba a la gente de a pie. La guerra no la hacen ellos, pero siempre las pierden. Siempre tienen m¨¢s bajas que los militares. No me interesan los estrategas, ni las grandes frases. Tenemos que analizar c¨®mo aguant¨® la gente de la calle y, a partir de ah¨ª, sacar conclusiones. El h¨¦roe es el que consigue subsistir", dijo en una entrevista con este diario sobre esta serie.
Paracuellos, que comenz¨® a editar en 1977, relata la posguerra. Describe el franquismo con mucho humor y mala leche en Una, Grande y Libre (tambi¨¦n reeditada en DeBolsillo), un tebeo cl¨¢sico que public¨® por entregas la revista El Papus en los setenta. Tras salir del Auxilio Social, contin¨²a con su relato autobiogr¨¢fico en Barrio y Los profesionales, sobre su etapa de dibujante en Barcelona ¨Cun momento de la historia del tebeo espa?ol que Paco Roca, uno de los muchos disc¨ªpulos intelectuales de Gim¨¦nez, tambi¨¦n cuenta desde otro ¨¢ngulo en El invierno del dibujante (Astiberri)¨C.
Carlos Gim¨¦nez era un ni?o pobre de la posguerra en el barrio madrile?o de Lavapi¨¦s, donde viv¨ªan muchos perdedores de la guerra. Su madre, viuda, enferma de tuberculosis, no puede hacerse cargo de sus hijos y los env¨ªa al Asilo del Auxilio Social. Lo que cuenta en Paracuellos es absolutamente real aunque no se trata s¨®lo de sus recuerdos, sino los de muchos otros que el dibujante grab¨® durante horas. Tambi¨¦n utiliz¨® fotograf¨ªas, cartas, recortes de diarios para reconstruir ese mundo brutal y corrupto, dominado por el hambre y el miedo.
Con su implacable blanco y negro, Gim¨¦nez tiene un talento inmenso para reproducir los di¨¢logos de los ni?os ¨C"?Qui¨¦n se juega la comida a los bichos?", "Habr¨ªa ganado yo, tengo 14", "Me pido lo pocho", "Ma?ana es domingo de visita y si no se me quitan las marcas de la paliza no me dejar¨¢n ver a mi madre¨C, sus rostros y sus expresiones. Nunca carga las tintas, porque lo que describe es tan atroz que no hace falta: el hambre, la violencia, el miedo que campaban a sus anchas en la Espa?a de entonces: "El instructor de la Falange Mistrol peg¨® 72 bofetadas al ni?o Antonio S¨¢nchez. Esto ocurri¨® en 1948 en el hogar General Mola de Madrid. Antonio S¨¢nchez ten¨ªa siete a?os y se me¨® de la paliza", "Es el Misas, siempre reza as¨ª con los brazos en cruz y se queda un buen rato haciendo penitencia. Lo hace para hacer la pelotilla a la profesora, para que vean que es bueno y para que su padre salga pronto de la c¨¢rcel. Es que su padre es rojo". Incluso hay algunos momentos en los que al lector se le escapa una amarga sonrisa. Est¨¢n los chivatos, los abusones y los solidarios, los favoritos y los marginados, los meones humillados en p¨²blico, los cuidadores despiadados (la mayor¨ªa) pero tambi¨¦n los que tratan de comportarse como personas decentes con los ni?os, en medio del ambiente brutal de la represi¨®n de la posguerra. Todo es reconocible porque somos los hijos de aquellos ni?os, los descendientes de todo aquello. Y eso explica muchas cosas.
Babelia
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